31. Nuevo hogar

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Eylen

Siento pequeñas caricias en mi mejilla, dedos cálidos que dibujan líneas imaginarias desde mis pómulos hasta mi quijada.

Involuntariamente con lentitud abro los ojos encontrándome con unos azules grisáceos observándome detenidamente.

—Hola —susurra y noto como la habitación se encuentra bastante iluminada.

Siento mi garganta seca y solo sonrío a medias ya que de seguro mi aliento mañanero no le será de agrado al chico frente a mí.

Llevo una mano a mi rostro y con la otra deshago toda la cobertura que me brinda la muy gigantesca sábana.

—¿Lista para almorzar? —pregunta.

Rápidamente aparto la mano de mi rostro y me pongo de pie.

—¡¿Almorzar?! —pregunto asustada —¿Qué hora es? ¡Mi celular! ¿Dónde está mi celular?

Me giro sobre mi eje y busco en el escritorio viéndolo a un lado de una de las armas de Harry, toco la pantalla y no enciende.

—Cuando bajamos del tejado lo apagué —explica poniéndose de pie y yo entrecierro los ojos —No creías que te iba a dejar ir al colegio cuando prácticamente no dormiste nada. ¿Verdad?

—¿Por qué hiciste eso? No sé si lo recuerdas, pero yo vivo con Ryan Meyers, ir a clases sin haber dormido es algo que se me da bastante bien —gruño. —No puedo darme el lujo de faltar, desde que el viejo Reynols me sentenció al fracaso me da miedo que otros profesores lo comiencen a hacer y... —me detengo ya que sé que a Harry eso no le debe importar.

Además, ya estaba hecho, me había quedado dormida.

—¿De qué hablas? —Harry me mira serio y yo niego —Eylen, ¿qué sentencia? No entiendo.

Suspiro y revuelvo mi cabello —Tomaré una ducha —tiro el celular de vuelta al escritorio y dirijo mis pasos al baño.

—¡Eylen! No me des la espalda cuándo te pregunto algo. ¡Eylen!

—Ya está, Harry, déjalo pasar, más tarde le pregunto a Max por las tareas —respondo y cierro la puerta con fuerza.

No oigo una respuesta y sin más me apresuro a bañar.

Al salir envuelta en una toalla azul no veo a Harry por la habitación, así que me cambio con tranquilidad sacando la ropa que había elegido para supuestamente ir a clases. Unos jeans negros, una camisa rosa pálido y unas sandalias negras.

Me cepillo los dientes y con la misma agua del grifo me tomo mis pastillas para cólicos. Guardo todos mis productos de aseo en su bolsa correspondiente y tomo únicamente la peinilla.

Con pereza me siento en una esquina de la cama y comienzo a desenredar mi cabello.

—Auch, auch, auch —me quejo al pasarlo de medios a punta.

En momentos como estos detesto mi cabello enrulado y odio que la única manera de controlarlo sea lavándolo y que se encuentre húmedo, pero como hoy no es ese caso sufro a cada jalón.

Al finalizar mi cabello termina justo como lo esperaba, idéntica a un espantapájaros. Me pongo de pie y dando vueltas por la habitación me realizo una trenza de lado.

Escucho un par de golpes en la puerta y seguidamente la voz de París.

—¡EYLEN STONE! ¡ABRE LA PUERTA! —grita.

Dejo la peinilla de lado y abro la puerta con una sonrisa.

—Hola, París —saludo.

—Así que era verdad, si pasaste la noche aquí —dice adentrándose a la habitación con ambas manos en su cintura y observa todo, desde mis maletas hasta la cama desordenada. Su mirada grita emoción y burla —Si no fuera una amiga muy buena ya le estaría restregando todo esto a Alison en su vanidosa y egocéntrica cara de imbécil.

Eylen & Harry - When We Fall [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora