48. Parque de diversiones pt.1

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Harry

Eylen y yo caminamos de manos agarradas mientras nos adentramos a la entrada del parque de diversiones.

He expresado mi molestia a lugares como estos tantas veces que hasta a mí me cansan mis propias quejas. Es imposible que me llegue a gustar estar rodeado de tanta gente. Veo a mi alrededor, hay niños corriendo con padres detrás de ellos, adolescentes en grupos, olores a comida chatarra y gritos provenientes de los juegos mecánicos.

Mientras seguimos avanzando ruedo los ojos ante una pareja de adolescentes que gritan de emoción cuando el chico pudo disparar a todos los objetos del juego y ahora reclaman el premio, un gran oso de felpa es lo que pide y se lo entrega a la chica.

Noto que Eylen mira la acción con ternura.

Jamás entendí porque a las chicas les gustaba mucho esa típica escena reciclada de películas juveniles. ¿Qué tienen de especial los peluches de lugares como estos? Deben estar llenos de bacterias y quien sabe dónde lo guardan cuando nadie logra ganarlos.

Si Eylen quiere un maldito peluche de felpa entonces puedo comprarle uno, dos o diez fuera de aquí.

—¿Tienes frío? —escucho como me pregunta y bajo la mirada para verla.

—No, la verdad no.

La noche ha caído sobre Chicago, seguimos en primavera, pero aun así hace un poco de frío. Solo visto, jeans negros, camisa blanca, mi chaqueta de cuero y mis Vans negras.

Veo detenidamente el rostro de Eylen, su nariz está media roja por el frío a pesar de que va muy abrigada. Se ve muy tierna con su bufanda, su gorro de lana y su chaqueta gigante.

—¿Dónde te dijo París que estaba?

—Ah —saco el celular de mi bolsillo trasero y leo el último mensaje que me envió París —En la rueda de la fortuna.

Eylen asiente y comenzamos a caminar con calma en medio de las personas para llegar al gran juego mecánico que sobresale de entre todos, veo de reojo como Alice, Max y Erick vienen detrás de nosotros riendo y bromeando con cosas que no puedo oír.

—Los veo —Eylen señala a lo lejos y efectivamente, son mis mejores amigos parados a un costado de la rueda de la fortuna tomándose selfies con los algodones de azúcar gigantes que sostienen en las manos.

—¡Harry! —París ríe cuando me ve —Llegas justo a tiempo, únete a la foto.

Hago una mueca —Sabes que no me gustan las fotos. —le recuerdo.

París bloquea el celular y me mira de forma seria.

—Un día, Harry Andrews, un día no voy a estar y desearás con todo tu ser el poder tomarte una foto conmigo y no podrás.

Me quedo en silencio unos segundos y frunzo el ceño.

—Eso me dio miedo —admito de forma seria —París deja de hablar así.

Ella sube los hombros en un gesto despreocupado y le da una mordida a su algodón de azúcar rosado.

—Eres un aburrido —comenta Tokio y seguidamente le regala una sonrisa a Eylen —Hola, que gusto verte de nuevo. Debo imaginar que tú fuiste la que pudo convencer a Harry de venir.

Ella solo asiente con una sonrisa.

—Gracias por eso —prosigue a decir París.

Eylen sube la mirada para verme y puedo ver la forma en la que sus ojos se iluminan. ¿Los míos irradiaran ese brillo cuando la veo? Espero que sí.

Eylen & Harry - When We Fall [✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora