El monstruo dentro de la grieta

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Después de haber viajado un par de días por el desierto, Bai Feng se detuvo frente a un enorme cráter en los confines de la tierra negra. Parecía que esta rajadura había sido creada por la falta de humedad en el suelo, la tierra se partió y en algún momento comenzó a desmoronarse. Olas y olas de arena oscura eran consumidas por esta grieta, casi como un gran remolino en la superficie del mar. Bai Feng no se atrevió a acercarse mucho, ya que estaba segura de que incluso un Santo Oscuro sería engullido rápidamente por el agujero.

Los ojos de Bai Feng permanecieron fríos como dos trozos de hielo, pateó el suelo y salió disparada hacia arriba. Su túnica roja se movió con el viento mientras su larga cabellera negra se balanceaba de un lado a otro. Sin mucho esfuerzo pisó algunas piedras y logró pasar hasta el otro extremo de la grieta, aterrizando suavemente en el suelo.

La arena oscura continuó cayendo constantemente por la grieta, casi como un agujero negro que parecía no tener fin. Bai Feng se detuvo un momento, pero luego se giró y decidió continuar su camino. Sin embargo, justo cuando se disponía dar el primer paso, sus oídos captaron un sonido inusual proveniente de la grieta, las cejas de Bai Feng se arrugaron mientras giraba su cuerpo y observaba con un rostro inexpresivo el inferior del enorme cráter.

El viento soplaba con fuerza haciendo que se levantara una gran horda de polvo, Bai Feng entrecerró los ojos mientras trataba de hacer que su visión no se volviera borrosa. Con un rápido giro de sus mangas, la energía espiritual creó una abertura entre la capa de polvo, haciendo que la escena frente a ella se volviera mucha más clara que antes.

Bai Feng agudizó sus sentidos y se acercó cautelosamente al borde de la grieta, en el camino se aseguró de no pisar la arena para no ser arrastrada cuesta abajo por las corrientes de aire. Bai Feng se paró en la sima de una gran roca, su túnica roja se balanceó con suavidad mientras mantenía las manos detrás de la espalda. La expresión en su rostro no había cambiado mucho, aparte de tener un leve ceño fruncido, casi no se notaba un dejo de emociones.

"... Ayu...dame..."

Una vez más, el sonido extraño que había detenido a Bai Feng justo antes de su partida, volvió a resonar desde el interior de la grieta.

El nudo entre las cejas de Bai Feng se hizo más profundo, aunque se sentía un poco curiosa, su cuerpo no se movió.

"... Por favor... alguien... ayuda..."

Esta vez, la voz se volvió más lastimosa y desenfrenada, casi como si la persona misma estuviera al borde de la muerte.

Incluso si se tratara de un individuo sin corazón, a lo sumo se acercaría a hechar un vistazo y tratar de llamar a la persona perjudica. Pero era de Bai Feng de quien estábamos hablando, esta mujer no solo era despiadada, sino que también carecia de sentido común, así que era natural que no se sintiera afectada en lo absoluto por la voz quejumbrosa de la otra parte.

Esa persona pareció notar que la figura roja no tenía intención de acercarse a ayudarla, así que después de un rato inesperadamente se calmó.

Los ojos de Bai Feng se volvieron más fríos, esta vez no se quedó quieta sino que comenzó a colocar decenas de agujas plateadas entre sus dedos, lista para lanzarlas a la primera cosa que apareciera.

Da la casualidad que después de un breve silencio, una cabeza llena de cabellos negros emergió desde la oscuridad de la grieta. Su cuerpo superior se veía escuálido y pálido como el de una persona enferma, su largo cabello estaba desordenado y cubría una buena parte de su rostro pequeño y lindo a la vista. Dos ojos dorados y de apariencia llorosa se fijaron en Bai Feng, la expresión del niño era lastimera y agraviada.

Bai Feng, por otro lado, se congeló momentáneamente, los dedos que apretaban las agujas temblaron un poco. No era que Bai Feng no tuviera la intención de atacar al niño, sino que cuando ese pequeño salió arrastrándose de la grieta, pudo sentir un leve rastro de energía Yin naciendo de su cuerpo.

"... Hermano... por favor... ¿podrías ayudarme?..." Grandes gotas de lágrimas colgaron de sus pestañas, esas pequeñas manos cubiertas de heridas y rasguños se estiraron para pedirle a Bai Feng que lo salvara.

Sin embargo, Bai Feng, quien ya había visto una escena peor en la ciudad capital, no se inmutó en lo absoluto, su expresión continuó siendo fría e indiferente, como sino tuviese nada que ver con ella.

El niño lloró ruidosamente, trató de arrastrarse entre la arena que entraba a la grieta, pero su pequeño cuerpo apenas pudo mantener el ritmo antes de ser arrastrado.

"¿Quieres que te ayude?"

La voz fria y carente de sentimientos de Bai Feng sorprendió al pequeño.

".. ¡Si!... ¡Ayudame hermano mayor!" El niño asintió rápidamente, pero Bai Feng pudo notar un tenue rastro de oscuridad en sus ojos.

Se acercó lentamente, saltando de roca en roca, su túnica se movió y en un parpadeo ya se encontraba frente al niño.

El niño sonrió dulcemente, estiró una mano y trató de coger la esquina de la ropa de Bai Feng, pero antes de que lo consiguiera, un dolor desgarrador vino de su muñeca y al siguiente segundo, un grito aterrador fue escuchado al mismo tiempo en el que la sangre fue derramada.

"... ¡¿Qué haces?!" Los grandes ojos del pequeño ya no eran tan dulces y limpios como antes, ahora se veían violentos y salvajes como los de una bestia.

Bai Feng no habló, sostuvo con fuerza su cuchillo mientras retrocedía un par de pasos para admirar a la criatura que tenía ante ella.

La parte superior se veía como la de un niño pequeño, mientras que la parte inferior estaba hecha de arena y grandes patas de araña nacían desde su interior.

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora