La sociedad demoníaca (2)

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Los hermosos ojos azules de Bai Feng se abrieron de par en par mientras la frialdad dentro de ellos crecía con cada segundo que pasaba.

"Fuera... ¡Fuera de aquí!" Múltiples agujas plateadas salieron volando desde la mano de Bai Feng, listas para convertir al hombre parado en la puerta en un colador.

Tal vez por el siniestro aire peligroso, An Yize recuperó los sentidos. Con una mirada complicada se apresuró a salir de la habitación mientras cerraba fuertemente la puerta.

"... Mier**..." La cabeza de Bai Feng estaba en un completo caos.

¿Qué hace An Yize aquí?

¿Descubrió el secreto sobre mi verdadero género? ¡Maldición!

Los pensamientos de Bai Feng eran cada vez más confusos, muchas preguntas aparecían una tras otra en su cabeza, esto la llevó a fruncir el ceño con irritación. Aunque Bai Feng no conocía muy bien a An Yize, estaba segura que no era el momento de confiar ciegamente en alguien. Además, el personaje de An Yize siempre fue un misterio para ella, prácticamente no sabía nada sobre este extraño hombre, pero... ¿Cómo se supone que hablaría con An Yize si éste descubriera su secreto?

.......

Mientras Bai Feng sufría de un molesto dolor de cabeza, fuera de la habitación, An Yize se sujetaba frenéticamente el pecho mientras sus blancas mejillas se teñían de rojo.

Cuando se enteró de que el doctor divino había despertado, su cuerpo se movió casi inconscientemente a la cocina para pedir algo de medicina. Él, An Yize, había querido ver al doctor divino desde hacía mucho tiempo, pero esos molestos 'perros guardianes' no se lo permitieron, quedándose día y noche frente a la puerta para impedir el ingreso de extraños.

Así que, con la medicina en mano se propuso a caminar con rumbo a la habitación de su pequeño doctor. Una vez frente a la puerta, se dispuso a tocar, pero pensó que tal vez el doctor divino aún se sentía un poco débil, así que tomó la decisión de entrar silenciosamente para no molestar al paciente. Pero... ¿Quién diría que ni bien puso un pie en la habitación, lo único que lo recibiría sería una hermosa y esbelta espalda tan blanca como la nieve?

En ese momento, la razón abandonó a An Yize cuyo ritmo cardíaco comenzaba a aumentar a un nivel alarmante.

Estuvo petrificado durante unos segundos antes de recobrar la razón. Fue ahí cuando sintió la llamada de la muerte apuntando a su cabeza en forma de siniestras agujas plateadas.

En una ocasión normal, An Yize no se sentiría intimidado por las habilidades de su pequeño doctor, pero en esta situación... su cuerpo comenzó a desobedecer.

Rápidamente salió de la habitación. Las pequeñas agujas se plantaron firmemente en la puerta justo en el lugar donde hace un momento se encontraba su cabeza. Pero claro que en este momento, An Yize no estaba para preocuparse por algo como eso.

Inesperadamente, la cara de cierto Rey Demonio estaba más roja que un tomate en tiempo de cosecha.

"... ¿M-Maestro?"

Cecil, que también se encontraba fuera de la habitación, quedó estupefacto por la antinatural apariencia de su maestro.

Él no estaba viendo cosas, ¿Cierto? ¿T-Tal vez es solo la luz solar? ¡Sí, debe ser eso! ¡P-Por eso la cara de su maestro está así de roja!... Ja ja ja ¡E-El sol ha estado muy fuerte últimamente!

El pobre Cecil inventaba miles de escusas para autoengañarse y no ver la triste y dura realidad, que amenazaba con golpearlo en la cara.

Su maestro... ¡¿Se ha doblado?!

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora