Esta criatura hecha de arena fue uno de los seres que llegaron junto a los Ni Kuilei hace más de un año. Nunca se lo ha visto habitar en lugares poblados o con gran cantidad de vegetación, ya que mayormente vivía en el desierto, engañando a los humanos para después atraerlos a su trampa y devorarlos vivos. Bai Feng había oído hablar de este monstruo de la boca de Cecil unos días antes de planear el rescate de An Yize, ya que según cuenta él, su gente se encontró con esta criatura antes de llegar a la cuidad capital. El monstruo de arena se hizo pasar por un niño débil y engañó a muchos de sus hermanos, los hizo acercarse lo suficiente como para arrastrarlos al interior del cráter y comerlos. Cecil cuenta que solo pudo oír los gritos de auxilio de sus camaradas, la grieta se cerró y no volvieron a saber más de ellos.
Con la excelente capacidad de memoria de Bai Feng, recordar cada una de sus palabras fue extremadamente fácil. Además, desde el principio tenía el vago presentimiento de que algo no marchaba bien, ya fuera el niño en la grieta, las arenas tragadas por el agujero o el hecho que no encontrara ninguna bestia espiritual en el camino, todo solo sirvió para hacer que levantara su guardia y permaneciera alerta incluso contra el animal más inofensivo.
Ahora, mirando al enorme ser que apareció ante ella. El nudo entre las cejas de Bai Feng se hizo más profundo. Sus ojos se enfriaron mientras colocaba sigilosamente una mano en la empuñadura de su espada. Como médico, Bai Feng no era una experta maestra de esgrima o una practicante de algún manual de cultivo especial, solo dependía de su experiencia como asesina y la potencia de sus fármacos cada vez que comenzaba una batalla. Sin embargo, como estaban las cosas ahora, sería imposible detener al monstruo de arena solo usando agujas y gas venenoso, así que sin más remedio decidió usar la espada ancestral que Mu Jin Yue, el dragón dorado, había hecho para ella.
La espada fue forjada a base de uno de los colmillos de Mu Jin Yue, luego fue bendecida por el canto ancestral del Fénix dorado, y finalmente la bañaron con las lágrimas del majestuoso pavo real (quien, por cierto, fue obligado a llorar.) Bai Feng fue testigo de como Yan, ese quilin pervertido, acosaba indiscriminadamente a la inocente Wang Hua. Al final, esta señora maestra no supo si reír o llorar.
Ahora, con la espada dorada en su mano, Bai Feng se puso en posición para esperar el ataque de la bestia, sus ojos fríos como el hielo fueron cubiertos por una capa de penumbra, haciendo que su expresión se viera oscura e intimidante.
Desde lo alto, el niño vió que la persona vestida de rojo estaba lista para atacarlo, quiso burlarse pero luego sintió que de alguna manera ese pequeño humano emanaba un leve sentimiento de animosidad y peligro. Se sorprendió un poco, su cara se puso sería mientras mantenía la guardia alta.
Ambos, humano y monstruo, se observaron mutuamente, ninguno se atrevió a dar el primer paso por miedo a que su defensa fuera perforada. El viento en el desierto sopló con fuerza, haciendo que la arena oscura se levantara y volara por el aire. La brisa movió el largo cabello de Bai Feng, algunas hebras tocaron su rostro y acariciaron suavemente su piel. La cara infantil del niño monstruo fue inexpresiva todo el tiempo, solo cuando pasó el primer minuto, sus largas patas de araña se movieron de una forma extraña, creando runas ilegibles al borde de la grieta. Esa pequeña cara lechosa fue cubierta por patrones rojos como la sangre, sus pupilas perdieron el color y se volvieron grisáceas como las cenizas.
Si una persona normal viera este cambio tan abrupto en su apariencia, sin duda se sorprendería hasta el punto de resbalar y caer al suelo. Pero Bai Feng, quien había visto algunos sucesos extraños e inexplicables en su viaje, no parecía afectada en lo absoluto. Es más, incluso se podría decir que miraba a bestia como si se tratara de una peculiar obra de arte.
Esa clase de mirada sobresaltó un poco a la criatura, honestamente no esperaba esa clase de reacción por parte de este pequeño humano. Sus ojos pálidos miraron intensamente a Bai Feng, como si de alguna manera quisiera hacer un agujero en su cuerpo y ver que clase agallas tenía esta mujer. Hasta ahora, todas las personas que miraban su verdadera apariencia siempre gritaban alarmadas rogando su perdón, este era un espectáculo muy divertido para el niño de arena, así que siempre buscaba comerlos lentamente para poder escuchar sus gritos patéticos y miserables.
Pero después de un largo tiempo, el niño se aburrió lentamente de esta clase de reacción, así que ver a alguien con la 'valentía' de Bai Feng, sin duda llamo su atención de inmediato.
"... Pequeño hermano, ven a jugar conmigo" Una sonrisa siniestra se extendió en los labios del pequeño. Su boca se alargó en un ángulo inalcanzable llegando hasta más allá de sus mejillas y decenas de dientes filojos se mostraron cada vez que abría la boca para hablar.
Bai Feng lo observó en silencio, sin mostrar expresión alguna en su impresionante rostro. Aunque esta criatura parecía ser fuerte y grande, en realidad no era mucho problema tratar con ella, en especial ahora que se había convertido en un Santo Luminoso. Sus dedos apretaron la empuñadura de su espada, el brillo dorado cruzó la hoja y un rugido agudo de dragón se escuchó cuando la sacó de la vaina.
Al sentir la imponente aura proveniente de la espada, los ojos del niño monstruo se agrandaron con sorpresa, esta vez dejó de sonreír y miró a Bai Feng con una mirada complicada.
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Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor Divino
Aléatoire"Quiero que te cases conmigo" dijo cierto príncipe de cierto país. "¿Estas soñando? ¡Yo se lo pedí primero!" dijo el arrogante rey de los demonios mientras fruncía el seño. *Suspiro* "No veo el motivo de su discusión, al fin y al cabo ella será mía"...