Los tres picos del cerezo

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La oscuridad envolvía todo al rededor, era tan oscuro que no se podían ver ni siquiera la punta de los dedos de una mano y el único sonido que se escuchaba, era el sonido del agua fluyendo en una corriente.

Bai Feng no había recuperado por completo la consciencia, solo podía sentir el horrible dolor de su cuerpo, incluso mover un poco los dedos le causaba un dolor punzante en todo el brazo. Podía sentir la fría sensación de la superficie en la que estaba acostada, el sonido de las goteras inundó sus oídos mientras abría lentamente los ojos para encontrarse con una oscuridad infinita.

Paredes de rocas, aire húmedo, goteras y agua fluyendo, todo parecía indicar que se encontraba dentro de una cueva subterránea. Tal vez fue arrastrada por la corriente hasta llegar aquí. En el camino tuvo que haberse golpeado con varias rocas, ya que todo su cuerpo estaba cubierto de moretones, e incluso la máscara dorada en su rostro fue destruida en pedazos.

Pasó más de una hora hasta que por fin pudo moverse un poco. Con gran dificultad logró arrastrarse hasta un rincón de la cueva para intentar tratar sus heridas, los moretones eran heridas superficiales que sanarían con algo de tiempo, pero las heridas internas que recibió no serían tan fáciles de tratar...

Bai Feng empezó a buscar a su alrededor alguna salida, pero como era de suponerse, la única forma de salir era nadando bajo el agua, en su condición actual era simplemente imposible considerar esa opción.

Bai Feng dejó escapar un suspiro de impotencia mientras trataba de pensar en otro plan.

Justo cuando empezaba a perder las esperanzas, ante sus ojos, el agua de cueva comenzó a brillar en un destello azúl. La inicialmente oscura cueva se llenó de una luz casi segadora.

El brillo era tanto que Bai Feng tuvo que cubrirse los ojos para evitar volverse ciega. Con mucha dificultad buscó el origen de la luz, y fijando su mirada en el interior del agua, pudo distinguir a un pequeño objeto dorado. El objeto era del tamaño de una moneda y desprendía una hermosa luz dorada que estaba cargada de una enorme energía espiritual.

Bai Feng no dudó un segundo antes de sumergirse en el agua soportando el enorme dolor en su cuerpo, nadó unos cuantos metros y llegó junto al objeto, extendió la mano para tomarlo y una gran energía espiritual inundó su cuerpo, la energía espiritual era tan grande que parecía poder llenar el universo completo, no solo eso, si no que también era la energía más pura que había sentido en toda su vida.

Bai Feng trató de decir algunas palabras, pero se dió cuenta de que continuaba dentro del agua, tomó al pequeño objeto y nadó a toda prisa hasta la superficie.

Cuando salió comenzó a toser mientras trataba de escupir el agua que había tragado. Fue ahí cuando descubrió que el dolor en su cuerpo casi había desaparecido, los moretones todavía estaban ahí, pero las heridas internas de su cuerpo habían desaparecido por completo. ¿Tal ves se debió a la fuerte energía espiritual que sintió en ese momento?

Una ves más miró al extraño objeto en la palma de su mano y se dió cuenta de que era un bello anillo de oro, los detalles en el anillo eran simples pero elegantes, tenía pequeñas piedras presiosas que le adornaban los bordes, y en la parte superior habían unas cuantas palabras doradas que decían: "Los tres picos del cerezo"

Ese nombre desconcertó a Bai Feng, era la primera vez que lo escuchaba.

Ella comenzó a inspeccionar el anillo con detenimiento, fijándose en cada uno de los detalles. Fue ahí cuando llegó a la conclusión de que lo que tenía en su mano era un anillo de almacenamiento. Los anillos de almacenamiento eran muy extraños en este continente, ya que podían crear un espacio dentro del alma de una persona, generalmente el espacio sería del tamaño de una habitación en la cual podían almacenar toda clase de cosas, a excepción de seres vivos. La forma de iniciar un contrato con un anillo como ese era derramar una gota de tu sangre sobre él, luego te reconocería como su dueño.

Bai Feng no esperó más, se mordió uno de los dedos y derramó una gota de su sangre sobre el anillo, pero nada ocurrió.

"¿Qué demonios sucede?"

Susurrando esas palabras para sí misma volvió a inyectar otra gota de sangre, pero al igual que la primera vez, nada ocurrió.

Bai Feng frunció el seño mientras miraba con enojo al anillo, queridos dioses ¿Es demaciado pedir algo de suerte?

Mientras se lamentaba internamente, no se dió cuenta de la luz dorada que comenzó a cubrir todo su cuerpo. Cada una de sus heridas y moretones empezaron a curarse a una velocidad increíble, su piel blanca como la nieve, que hace un momento estaba mortalmente pálida, volvió a recuperar el color al igual que sus rojos labios.

Bai Feng no se dió cuenta de todo esto hasta que a su alrededor comenzaron a caer inimaginables pétalos de cerezos. Los pétalos rodearon todo su cuerpo en un enorme torbellino y lo elevaron en el aire.

Bai Feng, que aún no comprendía lo que estaba pasando, no tuvo tiempo ni de gritar antes de desaparecer en la ola de pétalos.

La cueva que inicialmente estaba llena de luz, volvió a su lúgubre oscuridad anterior, como si nunca nadie hubiese estado ahí hace un momento.

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora