Bai Feng estuvo en silencio un buen tiempo, antes de que su entorno comenzara a cambiar otra vez.
Ahora se encontraba dentro de una habitación sombría, el lugar sólo era iluminado por los leves rayos de sol que entraban por una pequeña abertura en la pared. El suelo era húmedo, el aire tenía un fétido olor putrefacto y se podían ver una que otra rata corriendo por los alrededores. Vieras como lo vieras, este lugar parecía ser el interior de una oscura mazmorra.
Bai Feng frunció el ceño, rápidamente movió su mirada para examinar los alrededores. Pero cuando sus ojos se fijaron en una triste figura tirada en piso, se sorprendió enormemente.
Ese niño perece ser muy familiar....
Lo que Bai Feng vió, fue a un pequeño adolescente sentado en una esquina de la prisión. Su desordenado cabello negro le cubría la cara, su túnica blanca ahora era del color de la tierra, y tanto sus manos como sus pies eran prisioneros de fríos e incómodos grilletes.
El niño se mantuvo en silencio y no se movió un sólo centímetro. Si Bai Feng no uniera hecho un esfuerzo para examinar la habitación, seguramente no se habría dado cuenta de su presencia.
"Parece que no te sientes muy cómodo..."
El cuerpo del niño tembló al escuchar esa siniestra voz.
Bai Feng también fue sorprendida, se dió la vuelta, pero en lugar de encontrase con la persona dueña de esa voz, se encontró con una nefastas masa de humo negro.
El humo entró por las aberturas de las paredes de roca, se extendía a lo largo de todo el piso, como una larga y aterradora serpiente venenosa.
"Tú... ¿Qué has hecho con mi hermana?"
El niño que hasta hace poco estaba acurrucado temblorosamente en la esquina, ahora había levantado lentamente la cabeza.
Incluso con una apariencia deplorable, el rostro de ese joven aún era suficiente como para dejar sin aire a las personas. Aunque se encontraba pálido como un fantasma y sus mejillas se habían ahuecado, sus exquisitas facciones no perdieron su esplendor. En especial ese par de ojos azules, que después de tantas dificultades aún permanecían brillantes, firmes y tan hermosos como una joya celestial.
Por alguna razón que ni siquiera Bai Feng sabía, su corazón comenzó a doler con cada palpitar, era como si en cualquier momento, su angustiado corazón saltaría de su pecho.
Por otro lado, el humo negro ya se había extendido por el piso y las paredes, dejado como único lugar habitable, el espacio en el que se encontraba el hermoso joven.
La voz burlona del humo negro de escuchó dentro de la prisión, "Que conmovedor, en lugar de preocuparte por ti mismo, lo primero que me preguntas es sobre el estado de tu hermanita, pero que buen hermano mayor eres"
El joven permaneció en silencio, pero el agudo brillo asesino en sus ojos era más que claro, "¿Qué has hecho con ella?"
El humo negro soltó una carcajada, "Nada, nada, no te preocupes, ya traté de poseer su cuerpo pero lamentablemente no lo logré"
El cuerpo del adolescente se estremeció cuando escuchó las palabras del humo.
"¿En dónde está ella?" Preguntó sobriamente el hermoso joven.
El humo negro fungió estar sorprendido y se burló, "Está en un lugar muy lejos de aquí, pero no te alarmes, muy pronto te reunirás con ella"
"¡¿Qué haces?!"
El joven se sorprendió al ver como el humo negro se acercaba cada vez más a él. Trató de levantarse pero los grilletes en sus tobillos le impidieron moverse. Sólo podía observar impotente como aquel extraño humo se movía en su dirección.
ESTÁS LEYENDO
Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor Divino
De Todo"Quiero que te cases conmigo" dijo cierto príncipe de cierto país. "¿Estas soñando? ¡Yo se lo pedí primero!" dijo el arrogante rey de los demonios mientras fruncía el seño. *Suspiro* "No veo el motivo de su discusión, al fin y al cabo ella será mía"...