Solo soy un humilde doctor

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En las interminables llanuras del desierto negro, una criatura con forma de caballo galopada entre la arena. Su gran cuerpo tenía muchas similitudes con un corcel, de no ser por las escamas de dragón y los cuernos en su cabeza, tal vez se lo hubiera confundido con un caballo grande y fuerte. Cada vez que sus cascos tocaban el piso, una intensa oleada de fuego se expandía a su alrededor, mismo fuego que alborotaba hasta la muerta al anciano en su espalda, quien parecía haber envejecido diez años en un minuto.

"Yan, deja de jugar" Una voz perezosa hizo que el feroz quilin desacelerara.

El joven vestido con túnica roja se mantuvo cerca de la criatura mientras ambos atravesaban el desierto. Su hermoso rostro carecía por completo de expresión mientras su largo cabello negro como la tinta se mezclaba con la oscuridad de la noche.

Bai Feng vió que el viejo en la espalda de Yan parecía estar al borde de la muerte y no pudo evitar frotarse las sienes con cansancio. Luego bajó la cabeza y observó el anillo dorado en su dedo, después de haber extraído la flor ardiente del infierno del anciano, la guardó en el Palacio de jade y le pidió a Wang Hua que la cuidara.

Lo único malo fue que el pobre anciano parecía haber perdido ganas de enfrentar al mundo, se derrumbó boca abajo y maldijo su suerte durante más de dos horas. Bai Feng estaba indefensa, ella ya había quitado el veneno del cuerpo del viejo, así que este último tuvo un gran avance y saltó desde ser un humano inservible a un Santo Oscuro. Incluso Bai Feng no pudo evitar sentir algo de envidia cuando vió esto, además, debido a que su cuerpo había sido completamente reformado, el viejo maestro ya no era tan viejo, aunque la transformación fue lenta como el paso de un caracol, casi todas las arrugas en su rostro ya habían desaparecido.

Bai Feng vió al hombre en la espalda del quilin y no pudo evitar sentir que esa cara le era un poco familiar.

.....

Cuando Hei Jianfeng abrió los ojos, se dió cuenta de que estaba en lugar desconocido. Su cuerpo se sentía extraño y su visión parecía haber sido empañada por una capa de niebla. Después de reflexionar durante unos minutos, de repente recordó lo sucedido la noche anterior y no pudo evitar sentir un escalofrío en la espalda. Ese mocoso de traje rojo lo había torturado de una manera tan cruel e inhumana, haciendo que sus pobres y envejecidos huesos le rogaran clemencia.

Hasta aquí, Hei Jianfeng sintió que el mundo lo había olvidado.

Primero fue 'abandonado' en el desierto después de que el escuadrón de su nieto fuera atacado por un monstruo con cara de niño. El nieto de su familia fue herido y muchos de sus hombres murieron, en su partida, de alguna manera su viejo yo había resbalado y caído del carruaje, luego fue atacado por el monstruo de arena y casi perdió la vida. Por suerte, después de haber rodado por el desierto durante un largo tiempo, logró esconderse bajo tierra y desviar a la criatura.

Luego de lo sucedido, se encontró con este niño diabólico que se burló despiadadamente de él.

¡El viejo maestro sintió ganas de llorar, pero sus lágrimas ya se habían evaporado!

Luego de un rato, Hei Jianfeng apretó los dientes y trató de enderezar su cuerpo para poder sentarse y familiarizarse con el lugar. Por alguna razón sintió que sus brazos y piernas eran más ligeros que antes, además, ya no sentía esa insoportable opresión en el pecho que lo torturaba día y noche.

Sintiéndose perplejo, Hei Jianfeng miró a su alrededor y descubrió que ahora se encontraba en el interior de una cueva copo iluminada.

Aparte de él no pudo ver a ninguna otra persona. Sin embargo, después de observar un poco, descubrió que en una esquina de la cueva había un conjunto de ropa nueva y un espejo de bronce, todo estaba apilado sobre una roca cerca de una abertura en la pared.

Hei Jianfeng parpadeó confundido, luego de vacilar durante unos segundos, se paró y caminó tambaleante hacia la ropa y el espejo.

No obstante, después de que sus manos se extendieran para coger el espejo de bronce, fueron iluminadas por un leve rayo de luz proveniente de la abertura. El corazón de Hei Jianfeng se detuvo durante un segundo entero, miró atónito sus dos manos extendidas y de pronto pensó que se había vuelto loco.

Estas no eran las manos arrugadas y viejas a las que estaba acostumbrado, sino un par de manos grandes y fuertes. Sus dedos eran largos y definidos, su piel escamosa había sido cambiada por una suave y blanca como la nieve, aunque no eran tan bonitas como las manos de una mujer, aún pensó que se veían vigorosas y jóvenes.

Como si de repente pensara en algo, Hei Jianfeng extendió una mano y rápidamente sujetó el espejo y lo puso frente a su cara.

Pero, en el instante que vió al hermoso hombre en el reflejo, casi le dio un paro cardíaco.

La persona frente a sus ojos era un hombre de aproximadamente treinta años, no se veía ni viejo ni demasiado joven. Su rostro era bello y sus cinco rasgos faciales más encantadores que los de una mujer. Tenía cejas gruesas y negras, debajo de ellas sobresalían un par de ojos azul profundo con un ligero punto de belleza en su mejilla izquierda. Su largo cabello oscuro se deslizó por detrás de su espalda hasta tocar su cintura, solo entonces Hei Jianfeng se dió cuenta de que el hombre que no había hecho ejercicio en toda su vida de repente consiguió un imponente paquete de seis abdominales.

"... Qué... ¿qué tipo de sueño es este?"

Una voz sexy y magnética salió de su boca.

"¿Estás despierto?" Un joven vestido con una llamativa túnica roja entró lentamente en la cueva, sus brazos sostenían una gran cantidad de ramas secas que aún seguían cubiertas por una capa de polvo.

"Tú..." Hei Jianfeng miró al joven, su expresión era un poco complicada, "¿Quién eres tú"

Bai Feng se detuvo y observó al hombre guapo frente a ella, sus labios se curvaron en una sonrisa ligera mientras respondía casualmente.

"Solo soy un humilde doctor"

Señorita Prodigiosa: La Leyenda Del Doctor DivinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora