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Capítulo 1: Secuestro y un trato

Damián corría velozmente sobre las aceras de la ciudad con el bolso de una mujer en manos - ¡Detengan a ese ladrón!, - gritaba la mujer tras él - ¡ayuda!, ¡alguien por favor deténgalo! - en un intento por perderla de vista, Damián cruzó la calle, corriendo mientras el semáforo aún estaba en color rojo, pero cayó sobre el parabrisas de uno de los coches que apenas estaba estacionando "¡Ay Dios mio!", "¿Estas bien?" preguntaron las dos chicas dentro del vehículo al verlo

- Disculpen señoritas - respondió incorporándose y siguió corriendo lo más rápido posible.

Pasaron varios minutos hasta que logró llegar a uno de los más ocultos callejones de la ciudad; finalmente subió las escaleras de emergencia de uno de los edificios hasta la azotea - Vaya, te tardaste demasiado - dijo un chico de su misma edad sentado sobre una caja de madera frente a él mientras esbozaba una sonrisa, este a diferencia de Damián se dejaba crecer un poco la barba, en su rostro destacaban unos grandes y perfectos ojos de color azul

- Leonardo, no se si haya estado bien haber hecho esto - respondió el joven ladrón quitándose la bandit mask de la cara

- Si, como sea, dame lo que trajiste - habló el otro chico extendiendo los brazos hacia él

- Toma, - lanzó el bolso directamente a sus manos mientras que Leonardo sonreía - robarle el bolso a las ancianitas es un crimen muy bajo ¿sabes?, bien podría ser tu abuela o la mía

- Pero no lo es

- Hablo en serio hermano, soy un ladrón con principios de caballero, - explicó mientras que su compañero se reía delante de el sin darle importancia - a las chicas puedo robarles tranquilamente, especialmente los besos o los preservativos que cargan en el bolso, ¿pero a una mujer de la tercera edad?, vamos amigo, es el crimen más estúpido y viejo del que he sabido

- Cierra la boca hombre - lo interrumpió su otro compañero haciéndose notar de un brinco llegando hasta dónde ellos dos estaban, este tercer sujeto portaba una barba muy espesa y el cabello ondulado en un completo desorden

- ¿Para qué queremos ese bolso barato?

- Yo conocí a su marido, Damián cuando el estaba en su lecho de muerte me confiaba a mi todos sus secretos y las claves de sus tarjetas para hacer retiros a escondidas de su esposa, porque durante años había conocido a mi padre, ese hombre me trataba a mi como si fuera un nieto suyo, mas esa mujer a quien le robaste lo único que hacía era quitarle el dinero, dudo mucho que contará con que yo trataría de recuperar estas tarjetas e iba a pedirte a ti Damián la ayuda suficiente, gracias amigo – dijo riendo

- ¿En serio?, un final inesperado, ya que parecía una buena persona cuando le robé

- Ay Damián Damián, - dijo el sujeto de la oscura barba, cuya apariencia le hacía ver de mayor edad que los otros chicos - ¿acaso tu madre no te mencionó que también existen mujeres malas en el mundo?, – cuestionó Richard sonriendo

– Creo que a ella ya era hora de darle una lección – comentó Leonardo encogiendose de hombros

- Si, pero no somos Robin Hood o la banda heroica amigo, yo estoy hablándote de mujeres buenas. - Richard hizo una mueca – oigan... y hablando de mujeres buenas ¿quién creen que esta de regreso en la ciudad?

– No lo sé, y realmente no me interesa

Cuatro LadronesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora