20. Jamás te aferres.

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—Siempre listos ¿Lo habían olvidado? —Pregunta tío Mauricio, puedo apostar que está sonriendo, burlón.

—No —respondimos, mientras escupíamos tierra. ¿Qué tienen con ser tan brutos? Me acordé de esas películas, donde hay obras, cuando él o la protagonista están en plena obra y el antagonista quiere soltarles sacos de arena en la cabeza.

La diferencia que no es una obra, es entrenamiento, no hay antagonistas, solo abuelos locos y con sed de hacer sufrir a los queridos nietos, bueno, creo que en los entrenamientos no seremos tan queridos. Ay de nosotros.

—El entrenamiento será corto, no tuvimos mucho que preparar, tu padre al dar instrucciones tarde no dio mucho que hacer, cariño —el abuelo se dirige a mí, creo que jamás dejara de joder a papá, aunque sea hijo de uno de sus mejores amigos, ay lo que le espera ahora que mamá nuevamente está embarazada.

—Ustedes sencillamente estarán corriendo por el bosque, eso. —la tía Jenny junta sus manos y sonríe complaciente.

Esperen ¿Solo correr por el bosque? Eso no suena bien, para nada bien, no viniendo de ellos, algo tiene se traen en sus manos.

—¿Solo correr? —Pregunta la rata —Pan comido. —le doy un codazo en su estómago. —Bruta.

—Correr y alguna que otra sorpresita— ¡¡Se los dije, damas y caballeros!! Mónica Miller de Black ha dado la última palabra.

El carraspeo de tío Mauricio hace que fijemos nuestra atención en él.

—No se olviden de esto —muestra unas esposas (que estoy segura usamos en nuestro primer entrenamiento) toma mi mano derecha y la mano izquierda de Scott, esposándonos.

—Disfruten de su recorrido— entonces pensé que estábamos en una casa de los sustos, sus sonrisas de saber el que no esperaba, me dieron mala espina, son mis abuelos y tíos, la generación del fundador de la agencia, los primeros en los entrenamientos y misiones... ¿Esto se toma también como el entrenamiento general que tenemos con la rata?

No me dan tiempo de preguntar y nos conducen a un camino, aun ni rastros de que aparezca el sol. Scott y yo no conversamos por más o menos quince minutos y nada ha aparecido, tal vez quieren que nos cansemos un poco más.

—¿Tienes agua? —pregunto parándome, él también, por obvias razones, lo hace.

—No, pensé que ellos traerían algo, aish, tengo sueño, siento rabia, no creo que pueda concentrarme ahora.

—¿Crees que está bien recordarla cada tanto sabiendo que se va a casar?

—¿Hay algo que este bien? Define "bien", Maricela. —Me quedo pensando unos segundos, está jodido, totalmente jodido, Cupido le golpeó fuerte, demasiado fuerte.

—¿Qué imaginabas exactamente, cuando ella aún no estaba con ese chico, si ella hubiera dicho sí? ¿La tenías en un altar o algo así?

—Creo que vi muchas películas Disney con Julie, no sé... tomar su mano en los pasillos del instituto, besarla bajo la lluvia, acurrucarnos mientras vemos películas o sí dormíamos juntos, observarla, ver la ternura de ella mientras dormía. —¿Seguros que Scott no tiene un gemelo? ¡Este no es el chico del bar! ¡¡No es el chico del bar!!

—¿Y eso? —Pregunto boquiabierta.

—¿Eso qué?

—Scott, es normal idealizar, pero no te aferres solo a una idea que solo la tienes tú, jamás, jamás debes aferrarte, mucho menos a esta edad, donde todo te parece el fin del mundo...

—¿Crees que me aferre? Solo quería estar con ella.

—Te aferraste, mucho, no es bueno, Scott, y si ella hubiera aceptado estar contigo y tú viniste a acá, a quedarte o si te quedabas, se separan por temas de estudio, los horarios, es un tema complicado y si te afecta demasiado, las relaciones a distancia duelen y a veces, no todos se quedan con su pareja del colegio, menos en esta época, recuerda eso. Te harás daño, sé que cuesta, que duele, pero olvida, solo inténtalo.

Trabajando Con El Idiota #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora