36. Ser el martillo.

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Maricela

¿Recuerdan que alguna vez dije que en la lucha no es buena la ira? Cegaba muchas cosas a la hora de pelear. Ahora lo único que tengo es ira para luchar contra Scott. No sé porque, no sé porque no puedo estar tranquila y su cara, para mi, parece un saco de boxeo, listo para recibir mis puños.

Han pasado unos días desde la llegada de su mejor amiga quien se ha ganado el cariño de todos los que no la conocían, no me cae mal, en definitiva la chica me parece un sol, solo que cuando esta junto a Scott...

Cierro la puerta de mi casillero, estoy lista para al fin abandonar el establecimiento junto a los demás, Julie no se devolvería con nosotros, Thomas la dejaría en casa, así solo seríamos los chicos y yo devuelta a casa.

Al salir de la escuela, estaba yendo hacia el estacionamiento, había un auto que me resultaba familiar, era el de Antonia y Chase, ellos no eran quienes lo conducían, si no, la recién llegada.

Ella nos vio, con una bella sonrisa nos saludó, el cuarteto pronto se volvió un trío, pues Scott se había acercado a ella

Le mostrará la ciudad Explica Shane. Aun cuando no se le había pedido eso, aunque creo que la explicación la dio debido a que Mason me dijo "sonríe un poco". Suspiré.

Vimos como el auto se alejaba de nosotros. Nos subimos al auto y Shane condujo hasta casa, Mason fue el copiloto. Yo me fijaba en las calles, estaba pegada a la ventana del auto, parecía que estaba audicionando para un video musical triste, me faltaba solo la lluvia, porque la canción de fondo era "Someone to Love" de Lewis Capaldi, resonaba en mis oídos. Al llegar a casa me sentía muy cansada o trataba de disimular el cansancio con otra cosa, al menos, sabía qué hacer para no sentirme así. Busqué a mamá y la abrace lo más fuerte que pude.

¿Y esto? preguntó con sorpresa.

Necesito abrazos para la pena, mamá.

Nuevamente golpeo a Scott y esta vez cae al suelo.

― ¿Has practicado sin mí o estás enojada conmigo? ―pregunta el chico levantando su cabeza, sin levantar todo su cuerpo del suelo.

―Ni lo uno, ni lo otro. ―respondo con indiferencia.

― ¿Entonces? ―pregunta, respirando con pesadez.

― ¿Te han dicho que tienes cara de saco de boxeo? ― traté de sonar sarcástica, lo intenté, no tenía humor para ello.

El chico no responde, tampoco hace una mueca o algo por el estilo ¿Habré golpeado su ego? El chico se sienta a orilla del lago y observa como el sol se esconde a través de los árboles, es una escena en serio bella, alabada sea la naturaleza.

Alabados sean Chase y Antonia que crearon a semejante chico, niña. El atardecer lo ves después. Aprovecha que tienes a este dios frente a ti.

― ¿Vamos a seguir entrenando? ― pregunto, inquieta. El chico no responde ―Scott ―sigue sin responder ―Oye, Scott ¿Qué te pasa? ―me mira, nuevamente fija la vista hacia el bosque que está al otro lado del lago.

― ¿Por qué me mientes? ­­― ¿Recuerdan lo que les dije? Pues bien, al parecer para ustedes se pondrá bastante interesante.

Narrador omnisciente

―Hay que salir de aquí ―ordena la chica. El chico le muestra su espalda donde están sus muñecas atadas, la veía de forma cansada, ¿Cómo saldrían en ahí?, el chico sabía que todo ahí estaba perfectamente protegido y que ahora que ella estaba ahí habría mucha más protección. ―No puede ser que un par de esposas te detengan, nos hemos entrenado.

Trabajando Con El Idiota #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora