41. Reencuentro

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Scott

­―No responde su teléfono, ¿Dónde está? ― lancé mi celular al sofá ―Tara ¿Te dijo dónde está?

Ella niega.

― ¿Entonces de qué mierda hablaron? ―Grito, los demás se sorprenden por como estoy actuando, estoy preocupado, respiro ―Perdón.

―Tranquilo, yo te hubiera zarandeado hasta botarte al piso ―Se encoje de hombros.

―Tara, por favor, ¿Qué es lo que te dijo Maricela? ―Le pregunta Jenny, está muy preocupada y al borde de los sollozos.

―Bueno, ella estaba susurrando, como si tuviera miedo a que alguien la escuchara, lo que más me pareció extraño fue que nos dijo que saliéramos de la casa.

― ¿Salir? ¿Por qué? ―pregunta el padre de la desaparecida.

―No lo sé ―murmura la chica. Esto es malo, esto es muy, muy malo.

― ¡Llegué, familia!, lamento la tardanza, hubo un choque en el centro, un desastre en el... ¿Por qué tienen esas caras? ―El médico en la familia hace su aparición, creí que estábamos todos, bueno dieciocho personas en una casa menos una desaparecida de verdad no te deja pensar con claridad.

―No sabemos dónde está, Maricela ―le explica su esposa.

― ¿No que habían llegado todos? La escuela terminó antes ―menciona el recién llegado con confusión.

―Se escapó por la ventana. ―declara Ami.

― ¿Cómo pierden a una niña de dieciséis?

―Del mismo modo como te voy a partir la cara si sigues haciendo esas malditas preguntas ―Advirtió el padre de la chica desaparecida.

―Eliot ―le reclama entre dientes su esposa.

―Mi hija está perdida y este solo hace preguntas estúpidas y sin sentido.

―Es mi hija también, tengo motivos para estar preocupada, no por eso voy a golpear a cualquiera que pregunte ― La mujer está demasiado asustada.

Y quien no lo estaría, una hija, no creo que quieran perder a otro. Espero no haber pensado eso en voz alta porque de seguro me mandarían de una patada al Himalaya, estoy nervioso y cuando lo estoy en extremo siempre digo cosas ridículas o que pueden herir a otros.

―No puedo rastrear su teléfono ―informa mi madre desde el sillón. Jenny se cubre con ambas manos el rostro. Suspira con fuerza.

―Los rastreadores del baile ―da de idea Asher, todos los adolescentes los miramos.

― ¿Nos pusieron rastreadores en el baile? ―Preguntamos todos al unísono, molestos.

―Acababan de atacar nuestra casa ¿Qué esperaban? ―Nos responde Melissa, con obviedad.

―Volviendo al tema, se los quitamos después ―responde nuevamente mi madre, negando.

¿¡En que momento!?

―El rastreador del rompecabezas ― exclama Lorena. Los demás los miramos extrañados, bueno, solo los adolescentes. Salvo Julie.

Ella no es adolescente.

Pero es nuestra generación después de nuestros padres, eso cuenta.

― ¿Rompecabezas? ―Pregunta Ami con confusión ― ¿Este rompecabezas? ―señala su dedo. Los adultos asienten, esto está mucho peor.

―Así encontrábamos a Rydel cuando se escabullía ―la mencionada sonríe, bastante incomoda.

― ¿Recuerdan lo de las montañas? ―Pregunta Asher. Yo no sé qué fue lo de las montañas, pero los adolescentes aquí, salvo mis amigos y yo, asienten.

Trabajando Con El Idiota #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora