Capítulo 6. Volar. Un lugar escondido en las montañas de York. (parte 1)

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Yut-Lung sentía que el fuego del cual estaba formada su alma ardería y consumiría todo a su alrededor en cualquier instante. Él sabía que si no salía del maldito palacio de jade donde vivía el maldito Aslan Jade Callenreese algo malo iba a ocurrir. Yue estaba intentando contener su enojo de la mejor manera posible pero sentía que la magia estaba saliéndose de control dentro de su corazón y se sentía un poco avergonzado por dejarse llevar de aquel modo.

Él era un dragón, por todos los dioses, era de hecho el único dragón adulto vivo en todo el imperio y tendría que convertirse en mentor de los dragones jóvenes para formar una nueva Guardia del Aire al lado de Eiji y sin embargo, nada de eso importaba cuando en sus ojos oscuros volvía a dibujarse la imagen de su compañero eterno perdido en los ojos verdes de aquel estúpido futuro rey de pacotilla que no hacía más que entrometerse en su vida desde que había nacido. Yue lo odiaba, Yue odiaba el hecho de saber que todo su odio era inútil porque nada de eso cambiaría su destino, ese triste destino que ahora era más real que antes.

Él ya sabía que su corazón había estado maldito desde el mismo momento en el que su corazón inmortal había puesto en Eiji esperanzas que no se cumplirían. Yue sabía de la profecía y respetaba el poder de los dioses y aun así, había existido el tiempo en el que el joven dragón había volado hacia uno de los templos de Izumo donde había hablado con la diosa Luna pidiéndole que cambiara su destino a cambio de su inmortalidad: él no quería vivir por siempre en un mundo donde Eiji Okumura no pudiera amarlo como algo más que su compañero de vuelos y de guerras.

—El corazón enamorado de un dragón es complejo y a veces se convierte en una carga para los humanos que no pueden responder a esos sentimientos— había respondido la diosa madre de los dragones, una diosa que en el lenguaje de la magia tenía un nombre: Auryn.

—Pero Eiji es un humano distinto— había dicho Yut-Lung con una fe enorme que la diosa de la Luna podía mirar en los ojos negros del dragón—. Por favor, tú eres la única que puede cambiar mi destino, madre.

—No puedo, hijo mío— había dicho Auryn quien se había presentado ante Yut-Lung en la forma de una mujer de largo cabello color plata y ojos de un azul intenso—. Así como tu compañero tiene que cumplir con su misión, llegará el momento en el que tú has de cumplir con la tuya. Además, tú también encontrarás un alma afín a la tuya, un alma que no esté ya destinada a amar a otra.

— ¡Eiji y yo podemos construir el mundo que tú deseas!— había gritado Yue con lágrimas en los ojos—. Madre, amar a Eiji así me duele en lo más hondo. Mirarlo ser feliz al lado del príncipe de York es como se atravesado por una espada una y mil veces y ¿sabes qué es lo peor? Que sería más terrible no poder mirarlo. Sé que Aslan y él fueron tus elegidos pero ¿por qué no yo? ¿Por qué sigues confiando en los humanos cuando son ellos mismos los que se encargan de destruirse los unos a los otros? No lo entiendo madre, no entiendo por qué me dejaste sentir amor por Eiji si mi amor siempre será una herida abierta en mi corazón...

—Tú mismo eres quien se ha infringido la herida, Yue— había dicho Auryn acercándose a él para acariciar su cabello negro—. Eres demasiado joven para entenderlo pero lo que tu corazón siente por Eiji es un amor distinto al que crees que sientes. Amas a tu compañero eterno y él te ama a ti con la misma intensidad y ese amor debe ser suficiente para ti. Tienes que protegerlo, Yue, tienes que ser parte de la historia de este imperio a su lado. No voy a quitarte tu inmortalidad ni tu magia porque el mundo las necesita. Tu herida sanará ¿sabes? Cuando tu herida sane y tus ojos puedan ver más allá de lo que crees que quieres, entonces dejarás de sentir que tu corazón está maldito. No lo estás, pequeño, simplemente estás confundido...

King of my heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora