Capítulo 7. Las rosas azules de York.

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— ¿Él es el príncipe Eiji?— preguntó el pequeño Michael, un chico de cabello castaño y vivaces ojos azules.

El adolescente y el futuro rey de York estaban vestidos con los trajes dorados que la nobleza solía usar solamente en las festividades especiales del reino y aquella noche, todo el pueblo de York estaba celebrando algo verdaderamente especial: la llegada del príncipe de Izumo.

Michael estaba parado justo al lado del próximo rey de York quien también miraba al príncipe de Izumo sin poder creer que una visión tan hermosa como verlo caminando mientras usaba aquel traje azul media noche que estaba decorado con pequeños bordados de plata, fuera real. El largo cabello de Eiji caía por su espalda y una pequeña tiara plateada incrustada de pequeños zafiros azules le daba al príncipe de Izumo una apariencia gallarda y orgullosa que contrastaba con la sonrisa amable de sus labios que sonreían a todo aquel que se inclinaba ante él.

—Él es el príncipe Eiji— confirmó Ash sintiendo que todo el mundo reunido en aquel salón de baile donde estaban festejando el fin de la guerra y la llegada del futuro rey consorte a York, estaba hablando de lo perfecto que era su prometido el cual caminaba al lado del siempre orgulloso dragón quien parecía ajeno a la presencia de los demás y quien parecía estar haciendo un soberano esfuerzo por no tomar su verdadera forma para exterminarlos a todos.

— ¿Vas a unir tu alma a la suya?— preguntó Michael sin apartar sus ojos del joven príncipe—. Papá dice que los dos van a casarse pronto y que su amor es legendario, que es un amor que salvará al mundo entero.

—Sí, es mi prometido y nos casaremos pronto— dijo Aslan con una sonrisa llena de alegría al decir aquellas palabras en voz alta.

— ¡Wow!— dijo el chico con una sonrisa brillante—. Me gustaría casarme con alguien tan hermoso como él. Además el príncipe Eiji era el general de la Guardia del aire ¿cierto? Tu príncipe es fuerte, es guapo, es... es como un sueño hecho realidad, Ash.

—Oye, no digas todas esas cosas de Eiji, puedo ponerme celoso— dijo Ash riendo alegremente ante las mejillas sonrojadas del niño—. Lo siento, Michael, el príncipe Eiji y yo hemos estado prometidos desde que nací así que no puedo permitir que digas estas cosas en mi presencia.

—Lo sé, lo sé pero no puedes culparme por decir la verdad— dijo Michael riendo también—. Creo que todos aquí piensan lo mismo, Ash, el príncipe Eiji es como una bendición enviada a nosotros por la diosa de Izumo ¿no crees?

Sí, Aslan lo creía. Mientras Eiji seguía caminando con calma en medio de todas esas personas que se habían reunido aquella noche para conocerlo y celebrarlo, así como conmemorar la desaparición de Izumo y honrar la memoria de los caídos en la batalla, Aslan solo podía pensar que el reino de York estaba completamente prendado del príncipe de Izumo. Y es que era imposible no hacerlo, pensaba el futuro rey de York, era imposible no desear estar cerca de aquel príncipe que desplegaba poder y calidez a su paso.

Los ojos verdes de Ash estaban pegados a la piel de su prometido quien estaría a su lado en cuestión de minutos. Eiji lucia menos cansado y en sus mejillas había cierto rubor que le dio idea a Ash de que su prometido no estaba ya tan débil como cuando había llegado al palacio de jade días atrás. Sus ojos oscuros brillaban con un poco más de brío y al mirar a Yut-Lung quien caminaba muy cerca del príncipe de Izumo y Aslan supuso que aquella vitalidad tenía que ver con el hecho de que Eiji y su dragón habían pasado varias horas volando en un ritual que el príncipe de York, suponía, siempre tendría un efecto vivificante en Eiji. Y aunque ciertamente aquello le producía un tanto de molestia, Ash pensó también que era mejor que su prometido obtuviera energía y fuerza de donde fuera posible.

King of my heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora