Capítulo 2. Retratos, recuerdos y un regalo entre las rosas azules.

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El invierno había llegado temprano al imperio de York aquel año.

Los suaves copos de nieve rebotaban sobre los enormes techos elevados del palacio de Jade dentro del cual se escuchaba la voz suave del rey consorte quien tarareaba una canción de amor mientras llevaba a cabo una de sus actividades favoritas: llenar los pasillos del palacio de aquellas imágenes que nacían de su corazón como una fotografía de recuerdos.

Después de todo, al recuperar sus recuerdos, el rey Eiji había recuperado también esa habilidad que nadie más en el imperio tenía: la habilidad de reproducir en otra superficie material todos esos recuerdos que hacían de su corazón puro un lugar cálido. La primera vez que Eiji había grabado el recuerdo de su ceremonia de unión en una de las paredes de la habitación en la que dormía todas las noches al lado del rey imperial, Aslan había ordenado que le dieran absoluta libertad a su amado de plasmar cuantas cosas quisiera en las paredes del palacio.

Porque el rey consorte era tan dueño de las paredes de aquel sitio como Aslan y porque Eiji era feliz creando aquellas imágenes, casi tan feliz como cuando volaba a lomos de Yue entrenando a la nueva Guardia del Aire que con el paso de los días, había aumentado de forma exponencial el número de sus guerreros en solamente un año.

El rey Eiji era de nuevo el general de la Guardia del Aire y en el palacio todos los nobles y sirvientes se maravillaban con las imágenes que su rey había creado al respecto: el modo en el que ahora todos los generales de York tenían a su lado un compañero eterno, la sonrisa de Shorter Wong al darse cuenta de que la piel de su dragón era del mismo color purpura de su cabello;  el primer vuelo de Aslan a lomos de Nadezhda, la primera llama de Lao y en fin, un montón de recuerdos que poco a poco iban transformando el palacio de jade en una galería de arte.

Eiji despertaba cada mañana simplemente para pasear por los pasillos de su palacio, sonriendo al contemplar todas las cosas que habían sucedido en un año, el rey de los dragones solía gastar mucho de su tiempo en su caminata matinal observando los retratos del rey de su corazón, esos retratos que le mostraban al imperio entero la belleza inalterable del rostro de su amado. Y es que el rostro del rey imperial lucía mil veces más hermoso en los retratos de Eiji, como si la mirada de sus ojos oscuros le agregara a las cualidades de Ash cierta magia. De hecho, Aslan solía sonrojarse al mirar los retratos de su amado porque él podía distinguir en cada una de las imágenes de Eiji que aquella era la mirada llena de amor de quien había sido su amor por siempre y su esposo por un año.

—Hoy es nuestro primer aniversario como reyes de York, Aslan— susurró el rey de los dragones, quedándose de pie delante de un enorme retrato que mostraba a Aslan sonriendo en medio del jardín de las rosas azules—. Es increíble que no hayamos tenido nada de qué preocuparnos en los días pasados ¿no crees? ¿Qué regalo podré darte, mi amado? ¿Qué puedo darte ahora que nadie más, ni siquiera yo, te haya dado ya?

Eiji sonrió de forma nerviosa y dirigió sus pasos a través del largo pasillo para acercarse a un pequeño balcón que daba directamente a los jardines del palacio, esos jardines que estaban ahora cubiertos de nieve y sobre los cuales, sin embargo, correteaban dos adolescentes. Lao era un chico alto y de semblante huraño y serio que sin embargo era extrañamente amable y dulce cuando hablaba con alguno de los habitantes del palacio de Jade. El dragón del general Sing no era tan extrovertido como la chica que correteaba a su lado intentando hacerlo reír. Eiji podía escuchar la risa burlona y alegre de Nadezhda, una chica de largo cabello rubio y ojos verdes, quien estaba feliz de poder por fin molestar a Lao en su forma humana. Después de todo, ellos dos eran los únicos dragones que habían cumplido un año humano fuera de su huevo y por tanto, eran los únicos dos dragones de la Guardia del Aire que habían tomado por fin su forma humana.

King of my heart.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora