El dragón se sentía perdido. Sus alas que brillaban bajo la luz de un sol otoñal parecían estar a punto de rendirse debido al cansancio enorme que Yut-Lung estaba experimentando. Se había sentido así desde que había dejado el reino de York horas atrás. Su cuerpo le resultaba pesado, casi ajeno. Yut-Lung sabía que algo había sucedido, algo grave puesto que el cotidiano desfile de imágenes donde Eiji era el protagonista había cesado de repente dentro de su mente. Y aquella ausencia le causaba aquella debilidad porque incluso su magia, algo que él siempre había sentido como un torrente abrasador de lava en sus venas parecía haberse vuelto lodo ante la ausencia del príncipe de Izumo.
El lazo, pensó Yut-Lung sintiendo terror al darse cuenta de lo que había pasado, alguien rompió mi lazo con Eiji, alguien....
El pensamiento se detuvo con la misma rapidez con la que había llegado a su mente y el miedo enorme que había sentido se convirtió en oscuridad, una oscuridad fría como los hielos eternos del continente blanco, una oscuridad horrible que venía del hecho de saber que los dioses estaban castigándolo por haber faltado a su palabra de proteger, amar y servir al humano al que la reina madre de los dragones lo había unido quizá, desde antes de que su huevo existiera en el imperio de York.
Yut-Lung se dejó llevar por la oscuridad, dejó que el viento le diera un último impulso a sus alas antes de derrumbarse por fin. Caía, estaba a punto de estrellarse con el suelo pero eso ya no importaba más. Él merecía aquel castigo. Él había abandonado al príncipe de Izumo, era justo que los dioses lo abandonaran a él. El cuerpo del dragón de escamas iridiscentes, impactó en medio de la laguna que se había formado en el centro del cráter del volcán de Medora, esa enorme montaña de fuego que ahora dormía pero la cual despertaba de vez en cuando destruyendo todo a su alrededor como había hecho al nacer.
Yut-Lung sintió el impacto del agua hirviente en su piel y aquel calor resultó reconfortante de algún modo porque el mundo sin un compañero eterno era frío, desolado, casi imposible de soportar. Quizá era mejor morir, Eiji podría soportar su ausencia mejor de ese modo y siendo el príncipe de los dragones, Yue estaba seguro de que Auryn le permitiría elegir a otro compañero eterno, a otro dragón guerrero que no fuera tan estúpido como él mismo había sido.
Aquel pensamiento le provocó más paz y el dragón más poderoso del imperio, el dragón que había sido elegido para acompañar al príncipe del corazón puro que había profetizado Auryn pensó que morir en aquella laguna cálida no era una mala forma de morir. Eiji estaría bien. Su último pensamiento fue la sonrisa de Eiji al abrazarlo y al llamarlo por su nombre. Y entonces, antes de perderse en la inconciencia el dragón lloró. El dragón lloró y el cráter de Medora rugió desde sus entrañas sintiendo el dolor de aquella criatura cuya pena quedaría atrapado en aquella montaña sin dañar a nadie.
Eiji, siempre Eiji, pensó Yut-Lung y sus lágrimas confundiéndose con el agua no lo avergonzaron. Eiji, te amaré siempre Eiji.
***
Yut-Lung pensó que la muerte no era del todo mala. La muerte era suave y cálida y sin abrir los ojos, Yut-Lung sintió que estaba rodeado de un sinfín de corazones eternos como el suyo. En la muerte, fuera lo que fuera, no estaría solo porque la piel del dragón iridiscente sentía que estaba rodeado de cientos y cientos de dragones, todos hermanos suyos. No estaría solo, ya jamás estaría solo y aquel pensamiento alegre hizo que sus ojos oscuros se abrieran de par en par.
Y al hacerlo, Yut-Lung se dio cuenta de que había adoptado su forma humana sin haber sido consciente de ello y que se encontraba arropado por pieles de textura suave las cuales estaban tendidas sobre el suelo de piedra brillante de una caverna que solo podía ser uno de los túneles del volcán dormido. Las paredes del lugar brillaban atestadas de piedras preciosas que se habían formado debido a la erosión del agua caliente y los minerales de la roca y algo dentro de Yut-Lung sintió que aquel lugar era de sobra conocido así que no podía ser la muerte.
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King of my heart.
FanfictionROYALTY AU: El príncipe de Izumo y el príncipe de York han estado unidos desde el principio de los tiempos. Un lazo mágico ha unido sus destinos desde antes de la guerra, un lazo mágico que pende de una condición: el príncipe Aslan de York debe amar...