Los ojos dorados de Auryn miraban con regocijo a la pareja que bailaba en medio del salón de fiestas del castillo de jade que aquella noche estaba engalanado con un millar de rosas azules colgando de las paredes y del alto techo de cristal por el cual se colaba la luz de la aurora boreal y de las cientos de estrellas que se reflejaban en los ojos de los amantes que aquel día, festejaban con el pueblo entero del reino de York aquella unión que había acontecido aquella misma noche en las cumbres heladas de las montañas.
El rey Aslan y el rey Eiji estaban bailando en medio del reconstruido salón de baile que nunca antes había lucido tan hermoso como aquella tarde. Ambos hombres se movían al compás de una canción lenta y dulce, los dos sonriendo mientras se miraban a los ojos, ajenos a los buenos deseos de dicha y longevidad que los asistentes a la fiesta lanzaban a su alrededor mientras los ojos de Yut-Lung se quedaban quietos sobre aquella escena pensando en que el amor tenía formas misteriosas de presentarse en la vida de los mortales y que él era afortunado al presenciar aquel encuentro que la mismísima madre de los dragones parecía bendecir y respaldar con aquel silencio apacible y dulce en el que solían sumirse los seres que habían vivido desde el inicio mismo del mundo.
Auryn sonreía en su forma humana a su lado, vestía sus ropajes del color de las perlas sin comentar demasiado al hijo de su corazón quien no podía evitar sonreía al mirar los rostros azorados de los nobles que habían acudido al enorme festejo aquella noche pues Yue estaba seguro de que ninguno de ellos había mirado a una diosa antes de aquella noche.
Y es que todo el mundo se sentía festivo, la felicidad de los reyes del imperio era enorme y bastaba para colarse en el alma de todos los que podían mirarlos perdidos en su canción de amor, aquel amor que era legendario porque de verdad había vencido a la muerte, a la oscuridad y al olvido hasta volverse puro y eterno como la luz de las estrellas de aquella noche en la que los dos monarcas del reino del York bailaban ajenos a todo, bailaban perdidos en aquel amor del que se alimentaban las rosas azules.
— ¿Recuerdas aquella noche, la noche en la que volvieron a ti las memorias que Kaori había borrado de nuestras mentes?— dijo Aslan en un susurro bajo que hizo que los ojos de Eiji se clavaran en los suyos.
— ¿La noche en la que casi te pierdo en el mundo de las sombras?— dijo Eiji con una sonrisa triste—. Aslan, ¿por qué sigues pensando en eso?
—Es que he querido contarte algo que no te he dicho— dijo el Rey de York besando la frente de su esposo con delicadeza.
— ¿Qué cosa, Ash?
—Es solo que desde aquel día me he preguntado si la magia del corazón de Izumo habría bastado para sacarme de las entrañas de la oscuridad. Es decir, comprendo que usaste magia poderosa, Eiji, pero creo que lo que nos sacó ahí fue la fuerza de tu amor, no el deseo que el corazón cumplió para ti y si eso fue así, creo que entendí también algo importante.
— ¿Qué entendiste?— preguntó Eiji sin comprender muy bien a dónde quería llegar Ash con todo eso.
—Entendí que mi destino era convertirme en luz y derrocar a la oscuridad y enfrenté a la muerte sin temor, me enfrenté a los espíritus pensando en ti, en tu voz, en todo el amor que siempre está en tu mirada. La gente me llama valiente por eso, pero tener valor para morir por alguien que amas no es lo que nos define, Eiji. Lo que nos define es tener valor para vivir y para poder amar porque amar exige todo tu coraje, todo lo que eres y cuando comprendí que mi amor por ti era más importante que todo lo demás, decidí volver a tus brazos, me liberé de los espíritus porque no quería volver a perderte jamás...
—Tú jamás vas a perderme, mi alma está unida a la tuya— dijo Eiji y besó los labios del rey de York provocando que toda la corte y Auryn, la diosa de la luna y madre de los dragones, aplaudieran alegremente a la escena aquella que hacía que las rosas azules de todo el palacio inundaran todo con el perfume del amor.
—Es por eso que creo, mi amor, que el poder del corazón de Izumo sigue intacto— declaró Aslan y Eiji supo que ese era el punto al que su amado había querido llegar—. Creo que los espíritus estaban demasiado débiles después de que tu amor los venció, Eiji, y que tomaron la vida del señor Ibe como venganza, no como el pago por una batalla que no pudieron ganar.
—Entonces, si el poder del corazón de Izumo está intacto...
—Podemos proteger nuestro imperio con él si llega el momento de hacerlo— dijo Aslan con una sonrisa resplandeciente—. No dejaremos que ninguna maldad venga a nosotros si podemos evitarlo y creo, mi amor, que con la nueva Guardia del Aire y el poder del corazón de Izumo, podremos evitar una catástrofe mayor.
—Eres brillante, Aslan— dijo Eiji sintiéndose aún más feliz si eso era posible en un día como aquel—. Qué suerte haber nacido en un mundo donde pude encontrarte para compartir todo lo que hay en mí contigo.
—Qué suerte haberte encontrado para no perderte jamás— dijo Aslan y los dos reyes se perdieron en un nuevo beso cálido.
Auryn tomó la mano de Yue entre la suya. Los dos habían escuchado la plática entre los dos reyes y ambos sabían que Aslan tenía algo de razón. Saber aquello era como encontrarse con una felicidad completa, esa felicidad donde siempre hay lugar para un poco más de esperanza.
—Tus elegidos son felices ahora, madre— dijo Yue dirigiéndose a Auryn con calidez, después de lo que había pasado con él, el dragón sentía que su relación con la diosa de la luna por fin estaba en paz.
—Eiji y Aslan merecen cada segundo de esta felicidad, Yue— dijo Auryn con alegría—. El tiempo de la oscuridad ha terminado, es hora de que la luz reine en esta nueva edad dorada, ¿no crees?
— ¿Será para siempre?— preguntó Yut-Lung cuyos ojos no estaban acostumbrados a ser testigos de ocasiones felices como la que celebraban aquella noche pues por más de cinco años no había mirado más que guerra y destrucción.
—Nada es para siempre, querido mío— dijo Auryn con voz serena y triste—. Ni siquiera nosotros los guerreros del aire y del fuego existiremos para siempre pero ¿Para qué preocuparnos de algo que vendrá lo queramos o no? Si hay luz ahora, debemos regocijarnos y hablarles a todos de los tiempos en los que hubo oscuridad. De ese modo no olvidaremos que el corazón de toda criatura de este continente está formado de las dos sustancias. Siempre habrá guerras por luchar pero ¿sabes algo?
— ¿Qué cosa, madre?
—Sospecho que además de ser la edad de la luz, esta época se recordará por ser también la estación del amor ¿no lo notas?— dijo la mujer con una sonrisa deslumbrante que nacía de contemplar a los dos reyes besándose bajo la luz de mil estrellas—. Los elegidos por el amor de mi profecía han traído el amor a esta tierra y créeme, Yue, no hay oscuridad que pueda derrotar al amor. Tú mismo lo vives ahora ¿no es así? Yue, tú y el general Sing hacen una pareja formidable.
—Auryn...—susurró Yue con las mejillas sonrojadas.
—No te avergüences de amar, Yue. Toda criatura capaz de amar contribuirá a alejar la oscuridad por un tiempo y cuando vuelva, hijo mío, tendremos la fuerza suficiente para enfrentarla.
Los ojos de Yue resplandecieron también al darse cuenta de que las palabras de la madre de los dragones eran verdad. En aquel momento de nada valía preocuparse por lo que depararía el mañana, no cuando Yut-Lung podía sentir aquel amor del que Auryn hablaba rodeando a todo el pueblo de York con aquella aura de fantasía que hacía pensar que el dolor y la guerra jamás habían existido.
Sin embargo existían, de verdad lo hacían y aunque seguramente más temprano que tarde la maldad volvería a hacer presencia en el imperio, el dragón estaba seguro de que la próxima vez todo el mundo recordaría el amor de Eiji y Aslan y con ese sentimiento en sus corazones lucharían por traer de nuevo la luz al mundo si era necesario hacerlo.
Pero en aquel instante, mientras los dos reyes, seguían girando juntos y abrazados el uno al otro, no había nada que temer. Porque los ojos de Eiji le decían a su amado que aquella nueva época de estrellas, fuego y promesas de amor eterno que se insinuaba en la mirada de la persona a la que amaban de forma incondicional y eterna, era una época que nadie se llevaría fácilmente.
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King of my heart.
FanfictionROYALTY AU: El príncipe de Izumo y el príncipe de York han estado unidos desde el principio de los tiempos. Un lazo mágico ha unido sus destinos desde antes de la guerra, un lazo mágico que pende de una condición: el príncipe Aslan de York debe amar...