Eran las 6:40 cuando Keira llegó a la casa acompañada de Héctor. Yuko la recibió con una limonada.
—Hizo algo de calor hoy… —Dijo Yuko como excusa.
Keira tomó el vaso y la miró a los ojos. Seguramente que había comentarios entre los empleados sobre la discusión que Nicholas y ella habían tenido la noche anterior.
—Gracias… ¿No ha venido Nicholas en todo el día?
—No… ¿Qué quiere que prepare de cenar?
—Lo que sea estará bien, Yuko. No te preocupes.
______
En su habitación, preparó un baño caliente con sales y se sumergió en la tina. Su mente comenzó a escaparse de la realidad, y antes de darse cuenta se había quedado dormida.
Cuando volvió a despertar, el agua comenzaba a enfriarse. Miró la hora en su celular, no había dormido más de 30 minutos. Se puso de pie, salió de la tina, y se envolvió en una gruesa toalla.
En la habitación, Nicholas estaba quitándose el reloj frente a la cómoda. No usaba nada más que ropa interior.
—No te escuché llegar… —Ella comentó.
Él no dijo nada.
—¿Vas a aplicarme la ley del hielo ahora?
Nicholas rodó los ojos. —No, Keira, simplemente no tengo nada que decir.
En un movimiento rápido, ella dejó su toalla caer al piso, quedando completamente desnuda frente a él.
—¿Esto es lo que quieres para ser feliz? ¡Anda, tómalo!
Él la miró con ojos cansados y pasó junto a ella para entrar en el baño.
Cuando volvió a salir, Keira no estaba ya en la habitación. La encontró en el comedor, ayudando a Yuko a poner la mesa.
Estaba riendo de algo que Yuko le decía. Se veía libre, despreocupada, y feliz. Así quería verla todos los días.
—¿Desean algo más? —Yuko preguntó antes de retirarse.
Keira miró a Nicholas, y luego desvío la vista hacia la mesa.
—No, Yuko, gracias.
Cuando estuvieron solos, ella hizo intento de sentarse pero Nicholas de apresuró a correr la silla para ella.
—Gracias. —Dijo con media sonrisa.
—Lamento si…me comporte como un patán hace rato. —Nicholas habló luego de que estuvo sentado.
—Tienes todo el derecho de actuar como lo hiciste. En tu lugar creo que ya….ya no estuviera a tu lado.
—Vaya…
—Esto es un infierno, Nicholas, y lo sabes.
—Lo que me hace pensar que…toda esta mierda comenzó cuando decidimos estar juntos.
—¿A qué te refieres?
—A que si nos hubiéramos limitado a una relación cordial… viviendo bajo el mismo techo… si no nos hubiéramos dejado invadir por la lujuria, nada de esto hubiese pasado.
Keira frunció el ceño. —¿Lujuria?
—¿Qué? ¿Vas a decir que la primera vez que nos tocamos fue por amor?
Ella guardó silencio por un momento, luego volvió a hablar. —¿Estás arrepentido?
Cómo toda respuesta, él se inclinó hacia ella y le cubrió los labios con los suyos.
ESTÁS LEYENDO
Disimula. -II-
RomanceEn el libro I de Disimula., Nicholas y Keira decidieron darle una oportunidad a su matrimonio. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Keira, indecisa entre dos amores, terminó marcada de por vida. Acompaña a Nicholas van der Voort y Keira Auguste s...