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Pide y se te dará ;)

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Nicholas apretó los ojos.

—Sé que hice mal en ocultartelo, pero no me arrepiento de que haya nacido. Él es la razón de toda mi vida.

Él. Tenía un hijo. Sangre de su sangre.

—No tienes que ser parte de su vida, pero te pido que me escuches y no te niegues a ayudarme. A ayudarlo a él.

Nicholas se levantó, se dirigió al minibar, y se sirvió un poco de ginebra sobre hielo, y luego de girarse de vuelta a Amber volvió a hablar.

—¿Cómo se llama?

—Aiden... —Sonrió-. Mi papá lo eligió.

Aiden van der Voort. Qué nombre tan ridículo. Siempre quiso un nombre que sonara neerlandés para su primer hijo: Bram, o Levi, o hasta Ruben, pero... ¿Aiden?

—¿Por qué no me dijiste nada? —Preguntó calmado.

—Estaba dispuesta a abortar, te lo juro. Pero no pude hacerlo.

—Me llamaste para decirme que ya lo habías hecho.

—Sabía lo comprometido que estabas con tu matrimonio... Y aún no estaba segura de que no iba a hacerlo nunca, o de qué no iba a darlo en adopción cuando naciera. Pero tan pronto vi su cara, sus...sus ojos azules, yo... yo no pude separarme de él.

—Quiero conocerlo. —Se sorprendió a si mismo al escuchar esas palabras.

—Por supuesto, pero... necesito que escuches lo que vine a decirte.

Nicholas no habló.

—Aiden nació con problemas serios en el hígado... Habíamos podido mantenerlo bajo control, pero hace unas semanas que empeoró. Necesita un transplante, y nadie en mi familia es compatible. Si resultas ser compatible, solo necesitaría una porción de tu hígado. Se te regeneraría en semanas, y a él también.

Él fijó la mirada en el vaso en su mano. Su hijo necesitaba su hígado, pero desde hace un par de meses él no había estado preocupado por la salud de aquel órgano.

—Yo... No creo que sea la mejor opción.

—Nicholas, por favor, solo hazte los exámenes. Aiden está en una lista de espera, pero cada día empeora... los doctores no me dan muchas esperanzas.

Nicholas asintió con amargura. —¿Tienes una foto suya?

—Por supuesto.

Amber sacó su móvil del bolso que traía, y luego de encontrar la foto se lo dio a Nicholas.

Era un niño delgado sentado sobre una alfombra de colores, rodeado por bloques y figurines. Tenía escaso pelo castaño y brillantes ojos azules. Tenía la piel blanca un tanto amarillenta.

Nicholas sintió su corazón expandirse dentro de su pecho. Si hubiese tenido que describir la sensación, no habría podido encontrar las palabras.

—Es mi hijo... —Pensó en voz alta, no pudo evitar sonreír-. ¿Cuándo puedo verlo?

—Podemos ir ahora al hospital y así puedes hablar con el médico sobre los exámenes.

—¿Lo tienes aquí?

—Sí.... Lo transferimos al hospital de niños desde Dallas hace un par de días.

—Vamos entonces.

Disimula. -II-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora