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—Janine... —Keira se aproximó al escritorio de su asistente en la mañana-. ¿Por qué lo hiciste?
—¿Hacer qué?
—Elegir esa foto para la portada.
Janine sonrió. —¿Te gustó?
—¡Claro que no! ¿Por qué lo hiciste?
—Keira, te pedí que revisaras las fotos. Esa estaba entre ellas, y al final me ordenaste que lo hiciera yo.
Keira apretó los ojos. Janine tenía razón. —Es cierto... Perdón, no sé dónde tengo la cabeza.
—¿Quieres que te prepare un café?
—Por favor.
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Jackie no estaba ahí cuando Nicholas llegó a su piso. Le había pedido la mañana libre para atender algún asunto personal. No tenía porqué negárselo, especialmente cuando prácticamente tenía la mañana desocupada.
Notó que su puerta estaba entreabierta, y pensó que tal vez Jackie supondría que él no traería la llave. Sin embargo, su sorpresa fue indiscutible cuando vio a Blake sentada sobre su escritorio, trazando con un dedo las banderas de Alemania y Países Bajos que tenía allí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—¡Hola! —Lo saludó con una sonrisa, bajándose del escritorio-. Quería verte... ¿Me estás evitando?
—No. —Se metió las manos en los bolsillos-. Simplemente creo que no tenemos nada de qué hablar.
—Ni siquiera me preguntas cómo he estado...
—Blake, creo que has malinterpretado las cosas, y parte de eso es mi culpa. No debí mostrar interés por tu vida personal.
—Es que no puedes cambiar tu esencia... —Se acercó a él, acariciándole el rostro con una mano-. Ese eres tú...
—Blake...
—¿Vas a negar que desde que nos conocimos existe esta...carga sexual entre nosotros? No me importa que estés casado... No voy a decir nada.
Antes de que Nicholas pudiera volver a hablar, Emiel entró en la oficina.
—Abuelo... —Nicholas dijo, echándose el pelo hacia atrás, y alejándose de Blake.
Emiel la estudió detenidamente antes de hablar. Ella tampoco se atrevió a decir nada. Si alguna vez se sintió intimidada por Nicholas, aquello no se comparaba a la sensación que le causaba aquel hombre.
—¿Nos permites? —Dijo al fin Emiel.
Ella asintió, bajando la mirada al piso. —Te veo más tarde, jefe.
—¿Qué diablos estás haciendo? —Emiel le preguntó a su nieto cuando estuvieron solos.
—¿A qué te refieres?
—Nicholas... te pensaba un poco más inteligente. Entiendo que tengas necesidades, pero no lo hagas en la oficina.
Nicholas bufó. —¿Qué? ¿Blake? No. Entre Blake y yo no pasa nada.
Emiel enarcó las cejas como toda respuesta.
—Estoy harto de que tanto Keira como tú piensen lo mismo. La voy a despedir.
—No. Tú déjamelo a mi.
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—Me extraña que tu abuelo no haya venido a cenar. —Keira comentó.
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Disimula. -II-
RomanceEn el libro I de Disimula., Nicholas y Keira decidieron darle una oportunidad a su matrimonio. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Keira, indecisa entre dos amores, terminó marcada de por vida. Acompaña a Nicholas van der Voort y Keira Auguste s...