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*Antes de leer: A las lectoras que voy a perder con este capitulo, gracias por todo su apoyo hasta ahora <3

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Keira despertó al sentir los besos de Neal en su cuello y en su pecho. Había esposado su mano libre a la cabecera de la cama. Eso significaba que iba a forzarla. Bueno, no podía referirse a ello como "forzar" porque Keira ya no se resistía. Solo se quedaba allí, en silencio, como un recipiente para ser llenado.

Hace... no sabía hace cuánto, pero hace un tiempo, el mismo médico que la había atendido cuando enfermó, regresó para insertarle un diminuto implante bajo la piel del brazo, le explicó que era para evitar un embarazo no deseado. Con eso Keira entendió que aquel extraño no la ayudaría nunca, que era un desalmado igual o peor que Neal.

Los besos de Neal le causaban asco, rabia, impotencia. No pudo controlar sus lágrimas cuando sintió sus labios, su lengua, en medio de sus pechos.

Neal levantó la vista, mirándola. —Extrañé tanto tu cuerpo que... no sé cómo hubiese podido pasar más tiempo sin tenerte.

Keira sintió como su labio inferior comenzaba a temblar, pero no abrió la boca. Apretó los ojos, necesitaba buscar en su mente un momento feliz, algo con lo que pudiera sobrellevar aquella situación.

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Nicholas y ella estaban en la cama, por aquellos días que pasaron en Amsterdam. Lucille dormía placidamente en medio de los dos.

—Es perfecta. —Nicholas dijo, acariciando con su índice la pequeña nariz de Lucille.

Keira sonrió al ver aquel gesto. —Nunca pensé que...

—¿Qué, vida? ¿Que la quisiera como si fuera nuestra?

Ella asintió.

—Claro que la quiero como si fuera nuestra. Pero... Te voy a confesar algo, no te burles..

—A ver. —Dijo, riendo.

Ahora Nicholas no la veía a ella. Estaba tumbado en la cama, mirando fijamente al techo sobre ellos, con una media sonrisa en sus labios.

—Quiero... Últimamente he pensado mucho en ti...embarazada... ver cómo crece un pedacito de los dos dentro de ti...

—¿Has...pensado en eso?

—Antes no, pero... Me he descubierto pensádolo con más frecuencia.

—Yo también lo he pensado mucho... Quiero que tenga tus ojos...

—No... Yo quiero que tenga los tuyos. Estoy enamorado de tus ojos, Keira... Los veo e inmediatamente pienso en el mar cuando ha llovido.

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Volvió a su realidad cuando sintió a Neal embestirla con fuerza, y no pudo evitar que un gemido de dolor se escapara de su garganta.

—Así me gusta... —Neal susurró contra sus labios-. Escucharte...

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Nicholas estaba en su oficina, cocaína esparcida sobre su escritorio, que estaba a punto de inhalar, cuando sonó el teléfono junto a él.

—¿Qué sucede, Jackie? —Preguntó de mala gana.

Señor, acaba de llegar una invitación para usted de la Sociedad de Empresarios de Nueva York. Es el invitado de honor este año a la gala.

Disimula. -II-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora