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Keira los observó con preocupación. —¿No les agrada la idea?

Edmund masculló unas palabras, se levantó, tomó su vaso de limonada, y se encaminó hacia su habitación.

—¿Que le sucede? —Keira preguntó, incrédula.

—Cielo... Es algo muy noble lo que piensas hacer, pero.... ¿Lo has pensado bien?

—Sí, Nicholas y yo tomamos la decisión...

—Keira, los hombres no son como nosotras. Les causa satisfacción saber que su sangre permanece... Nicholas no va a sentir eso con un niño adoptado.

—Mamá, estás generalizando... Nicholas no es así. Hablamos de todo eso y finalmente se convenció de que...

Zira enarcó las cejas. —¿Se convenció?

—No estaba seguro al principio, pero...

—¿Tú de verdad crees que el va a amar a ese bebé como si fuera suyo?

—Claro que sí, yo conozco su corazón, mamá. Además es muy poco probable que pueda embarazarme.

—¡No sabes eso! ¡No has hecho los tratamientos!... Es un error, hija...

Keira negó con incredulidad. —No puedo creer que me estés haciendo esto.

Se levantó y tomó su bolso y su maleta de la sala.

—¿Adonde vas?

—No quiero estar aquí. Lo que menos necesito ahora es negatividad que nuble mis decisiones.

_____

Nicholas entró en la habitación sin encender la luz. La que se colaba entre las cortinas era suficiente. Se dejó caer en uno de los sofás, su mirada fija en la cama frente a él. Tenía algunos tragos en la cabeza, y no podía dejar de pensar.

Luego de considerarlo, y que aquella idea no abandonara su mente, se sacó el móvil del bolsillo, y marcó a Amber. Segundos después, una voz del otro lado dijo: "el número que ha marcado no está en servicio", y se desconectó.

Suspiró, peinándose el pelo hacia atrás. ¿Qué estuvo a punto de hacer?

Él había decidido que aquel bebé no naciera para no poner en riesgo su matrimonio. ¿Por qué ahora pensaba diferente?


Keira le llamó minutos después.

—Hola, vida... —Dijo luego de aclararse la garganta.

Hey... ¿Que haces?

—Acabo de llegar a casa... Estaba tomando unos tragos con Michael. ¿Tú? Te escuchas desanimada.

No, estoy bien.

—¿Estás en casa de tus padres?

De hecho.... Decidí venir a un hotel.

—¿Y eso por qué?

—Iba a tener que hacerlo de todas maneras, cuando vinieras... No hay mucho espacio allí.

—Entiendo, vida.

Mañana iré al orfanato... y luego me reuniré con Frank.

—¿Cómo te sientes? Finalmente vas a ver a todos los niños en persona.

Ella río, sin muchas ganas. —Si, estoy emocionada. Pero desearía que estuvieras aquí... la primera impresión es muy importante.

—Estaré allí pronto, mi amor. Tranquila.

Disimula. -II-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora