Keira iba a responder, pero en ese momento Nicholas recibió una llamada.
—Dame un segundo, vida. —Dijo al levantarse-. Es Jackson con algo importante.
Se alejó un poco de Keira, y contestó. —Te escucho.
—Disculpe la tardanza, señor. Solo hasta ahora recibí la llamada del administrador de la floristería.
—¿Y bien?
—El arreglo fue ordenado por medio de una página web intermediaria. El pago se hizo con una tarjeta de regalo, y no dejó remitente.
—Maldita sea. —Masculló.
—¿Quiere que me contacte con el detective de la policía que lleva su caso?
—No, ya veré qué hacemos.
Keira ya no estaba cuando se dio la vuelta. No se molestó en ir a buscarla. Saco de sus bolsillos una caja de cigarrillos, se puso uno entre los labios y lo encendió.
Habían pasado cerca de dos horas cuando volvió a entrar en el departamento. Keira estaba dormida, en una diminuta tanga y una camiseta desgastada que se le había subido hasta el ombligo.
Solo con verla sentía que endurecía entre las piernas. Tenía ganas de tocarla, de besarla, de sentirla. Y planeaba hacerlo.
Sin quitarle los ojos de encima, se quitó las alpargatas con los pies, pateándolas hacia un lado. Se deshizo el botón de las bermudas, quitándoselas rápidamente, y luego se sacó la camiseta.
Se sentó junto a Keira, acarició con la punta de sus dedos la piel de su muslo, subiendo delicadamente hacia la tela de su ropa interior. Se inclinó hacia ella, plantando húmedos besos contra su cadera. Keira comenzó a moverse.
Nicholas, sin embargo, no se detuvo. Levantó la camiseta lentamente, subiendo los besos por su abdomen.
Keira volvió a moverse, y está vez abrió los ojos. —¿Qué haces? —Le preguntó, incorporándose.
Él suspiro. —Vida...
Ella se echó a un lado, apartándose de él. —No quiero que me toques... No estoy lista.
La cara de Nicholas se descompuso. —¿Lista para qué...?
—Yo no quiero que me toques, Nicholas. No confío en ti...
—Keira...
—¿Cómo sé que no te acostaste con esa mujer?
—Porque te lo estoy diciendo yo, soy tu esposo... Me amas, ¿No?
Ella asintió. —Claro que te amo...
—¿Entonces por qué no puedes creer en mí?
—Porque Neal también me dijo que me amaba...
Nicholas se levantó de inmediato. —Si me vuelves a comparar con ese maldito infeliz, te juro que...
—¿Qué? ¿Me vas a pegar?
—Keira, por Dios... ¿Qué es lo que necesitas? ¿Quieres llamar a Blake y que ella misma te diga que no tenemos nada?
Keira se levantó de la cama, tomó una de las almohadas, y una manta. —Solo necesito un poco de espacio. Es todo.
_____
Keira despertó en el sofá del balcón a la mañana siguiente. Le había hecho bien quedarse dormida con el sonido del mar. Entró en la casa aun envuelta en la manta. Nicholas no estaba en la habitación, pero la cama estaba desarreglada, había restos de café en la cafetera, y una taza en el lavabo.
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Disimula. -II-
RomanceEn el libro I de Disimula., Nicholas y Keira decidieron darle una oportunidad a su matrimonio. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Keira, indecisa entre dos amores, terminó marcada de por vida. Acompaña a Nicholas van der Voort y Keira Auguste s...