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Keira despertó esposada a la cabecera de metal de una cama. Ya no traía puesta la ropa del día anterior, sino solo su ropa interior. Trató otra vez de gritar, pero luego notó la cinta adhesiva que cubría sus labios.
No pasó mucho tiempo antes de que Neal entrara en la habitación. Traía una bandeja en manos.
—Ah, me imaginé que ya estarías despierta. —Dejó la bandeja en la mesa de luz junto a ella, y se sentó al borde de la cama-. Debes tener hambre... No puedo seguir sedándote con el estomago vacío.
Ella giró la cabeza hacia la bandeja: Avena con frutas, y un vaso de leche. Odiaba la leche.
—Sabes... —Neal continuó, acariciáandole el estómago con delicadeza, deteniendose justo en el borde de sus bragas-. Tenía...tantas ganas de hacerte mía anoche... mientras dormías, pero... Yo no quiero volver a hacer eso, Keira... Quiero tener tu consentimiento la próxima vez.
Ella se quejó, mirándolo con dureza.
—Voy a retirar la cinta... Tienes que comer. Pero desde ahora te advierto que si gritas, te voy a llevar al sótano... No quieres estar en el sótano. Es muy húmedo y asqueroso allí abajo.
Como dijo, retiró la cinta de su boca, ocasionándole un gesto de dolor.
—Déjame ir. —Fue lo primero que Keira dijo.
—No pierdas tu tiempo y energías, mi amor. Estás justo donde debes estar, donde perteneces... Nunca debiste separarte de mi.
Tomó el tazón de avena, sirvió una cucharada, y la llevó a la boca de Keira.
—Abre. —Le dijo.
Ella obedeció luego de unos segundos, y cuando tuvo la comida en su boca, la escupió justo a la cara de Neal. —¡Ayuda! —Gritó.
Neal apretó los ojos. Dejó el tazón sobre la mesa, y golpeó a Keira en la cara, ocasionando que su cabeza chocara contra la cabezera de la cama. —¡Perra maldita!
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Nicholas despertó sobresaltado. Él sol entraba por las puertas del balcón. Había olvidado cerrar las cortinas, eso siempre lo hacía Keira.
Keira. Dormido no recordaba el desconcierto que estaba sintiendo, pero tan pronto despertó, volvió a él, invadiendolo.
Tomó una bocanada de aire, recordando el incidente de la noche anterior. ¿Qué diablos le había pasado?
Tomó su móvil de la mesilla junto a él. 6:02. No tenía mensajes de Keira, ni llamadas perdidas, ni correos nuevos en su cuenta personal.
No se levantó, no iría a la compañía.
Acarició el lado de la cama junto a él. Apenas hace un día que el cuerpo de Keira descansaba sobre aquellas mismas sábanas. Hace apenas unos días que habían hecho el amor por última vez.
Ahora que volvía a aquel recuerdo, claro que la notó distante. Él había iniciado el encuentro, y tal vez estaba tan deseoso de tenerla que no se dio cuenta en ese instante de que algo no andaba bien.
Volvió a su móvil y releyó el correo de Keira de la noche anterior tratando de encontrar algún detalle fuera de lugar. ¿Por qué estaba renunciando a Lucille? Uno de sus mayores deseos era ser madre, ¿Era posible que eso hubiese sido una mentira también? ¿Y no lo amaba? ¿En realidad era solo deslumbramiento?
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Trataba de trabajar en su estudio, por mantenerse distraído, cuando Yuko tocó a la puerta.
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Disimula. -II-
RomanceEn el libro I de Disimula., Nicholas y Keira decidieron darle una oportunidad a su matrimonio. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Keira, indecisa entre dos amores, terminó marcada de por vida. Acompaña a Nicholas van der Voort y Keira Auguste s...