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Él asintió. —Me alegro por ti.

—¿Por qué estás actuando tan extraño?

—Estoy ocupado.

—Está bien... Hablamos más tarde.

_____

—¿Desde cuándo estás sangrando? —La doctora le preguntó a Keira.

—Me di cuenta a medianoche.

—¿No habías tenido ningún síntoma en días anteriores?

Ella negó con la cabeza.

—Y dices que tu regla estaba retrasada.

—Sí... bueno, luego del accidente sobre el que le conté, tuve que hacer un tratamiento para regularizar mi periodo. En los últimos meses todo estaba volviendo a la normalidad.

—¿Hay posibilidad de un embarazo?

Keira sonrió con amargura. —No, según mi médico mi única opción para embarazarme son tratamientos de los que ni siquiera he investigado nada.

—De acuerdo... Hagamos algo, voy a pedirle a la enfermera que te tome unas muestras de sangre, y vamos a realizarte un ultrasonido para ver cómo anda todo ahí dentro. ¿Te parece bien?


Luego de los exámenes, Keira se encontraba sola en el consultorio. Se sentía vulnerable por no saber con exactitud lo que estaba ocurriendo en su cuerpo.

Revisó su teléfono, Nicholas la había llamado un par de veces. No quería hablar con él, no quería mentirle. Pero si no lo hacía, solo lograría que se preocupara.

¿Si? —Contestó el.

—Hola, me llamaste varias veces...

Sí, hace horas.

—Lo siento, me he tardado más de lo que esperaba.

¿Con el dentista?

—Ah... sí. Tengo una caries.

De acuerdo... Tal vez te vea para cenar.


Minutos después, la doctora entró en la habitación. Traía un sobre de manila, y varios papeles. Se sentó en un taburete junto a la camilla.

—¿Y bien? —Keira preguntó.

—Keira... Estamos ante lo que parece ser un aborto espontáneo.

Keira sonrió, incrédula. —¿Un...qué?

—Un aborto espontáneo. Posiblemente debido al trauma por el que pasó tu útero y...

—No, yo no puedo tener hijos.

La doctora asintió. —Entiendo la sorpresa, Keira. Estabas de aproximadamente seis semanas...

—Pero... yo no tenía síntomas, no me cuidé... Estoy segura de que tomé alcohol en varias ocasiones y...

—Esto no es tu culpa. Usualmente los abortos espontáneos no se pueden evitar... son más comunes de lo que crees.

—Pero, mi médico me aseguró que yo no podría concebir de manera natural.

—A veces nos equivocamos... —dijo-. Además, si hiciste el tratamiento de las pastillas, aparentemente funcionó.

Keira se llevó las manos al vientre en una manera protectora. —No lo puedo creer...

—Lo que tenemos que hacer ahora es actuar. Voy a prescribirte un medicamento para eliminar los restos...en tu útero. Te va a causar dolor, y sangrado por un par de semanas...pero vas a estar bien. Nada de relaciones sexuales durante ese tiempo, habría riesgos tanto para ti como para tu pareja. Luego de eso, si lo decides, nos enfocaremos en prepararte para un embarazo saludable.

Disimula. -II-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora