—¿Por qué...? —Preguntó extrañado.
—La firma hizo una reservación para todos en el equipo y... pienso que la cabeza de todo esto debería estar ahí... Además los chicos dicen que jamás has comido con ellos.
—¿Los chicos?
—Pues sí, los de publicidad.
—No creo tener tiempo para comer con ustedes. Lo siento, y gracias de todos modos.
—En algún momento tienes que comer, ¿No?
—Ordenaré algo de la cafetería, no es problema.
—Uy, esa comida asquerosa. —Arrugó la cara-. Vamos, Michael Hernández estará ahí. Se que con él si has salido a comer.
—Escucha, no necesito... ¿Acaso se pasan el tiempo comentando mi vida en lugar de trabajar?
—Digamos que... los chicos han dicho algunas cosas. —Volvió a sonreír-. Anda, ve a comer con nosotros.
—¿Si lo hago me dejarás en paz?
Blake se llevó la mano derecha al corazón con solemnidad sobreactuada. —Lo prometo, jefe.
Iba a contestar cuando su móvil comenzó a sonar. Por el tono, supo que era Keira antes de tomarlo.
—Debo contestar. —Le dijo a Blake, insinuando que ya debía irse.
—817 de la avenida Castleton. A la una.
Nicholas asintió, mientras Blake salía de la oficina.
—Mi vida... —Dijo como todo saludo al tomar el teléfono.
—¿Cómo estás?
—Bien, ¿Tú cómo te sientes?
—Un poco extraña, pero acostumbrándome. Tengo que ir con la terapeuta esta tarde. ¿Comemos juntos y luego me acompañas?
—Desearía que hubieras llamado cinco minutos antes, Keira.
—¿Y eso por qué?
—Porque acabo de dar mi palabra de comer con unos empleados de la empresa.
—¿No puedes cancelar?
—No, vida, ya di mi palabra.
Keira suspiró. —¿Nos vemos en casa entonces?
—Por supuesto. Espero que todo vaya bien con el médico.
______
Cerca de veinte empleados de la multinacional financiera y de la firma publicitaria se habían reunido para comer en un restaurante alemán en la ciudad de Nueva York.
Nicholas llegó acompañado de Michael. La cabeza de la mesa estaba otra vez reservada para él. Michael se sentó a su lado, y Blake al otro. A pesar de que las mesas estaban unidas en una sola, conversaciones diferentes tenían lugar.
—¿Quién tuvo la idea del restaurante alemán? —Michael preguntó.
—Yo. —Dijo Blake, descansando su mano en uno de los brazos de Nicholas-. Quería que se sintiera a gusto nuestro jefe.
Él se tensó, y Michael desvío su mirada hacia aquel gesto.
—¿Cuándo tendremos a Emiel por acá? —Preguntó luego de retirar la mano.
Nicholas se aclaró la garganta. —No lo sé, no suele venir a menudo. ¿Por qué no ordenamos ya? —Levantó la mano, con intenciones de llamar la atención de uno de los mesero.
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Disimula. -II-
RomanceEn el libro I de Disimula., Nicholas y Keira decidieron darle una oportunidad a su matrimonio. Sin embargo, no todo fue color de rosa. Keira, indecisa entre dos amores, terminó marcada de por vida. Acompaña a Nicholas van der Voort y Keira Auguste s...