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Esa noche trataron de dormir, pero no lo consiguieron. Ambos se la pasaron moviéndose incesantemente en la cama, sin resultado más que la frustración.

Nicholas abrió los ojos cuando escuchó su alarma de todos los días a las seis. Estaba seguro de que no había dormido más de cinco minutos. Se levantó de prisa al escuchar los sollozos de Keira desde el baño.


Estaba sentada sobre el váter con los codos apoyados de las piernas y la cabeza entre las manos.

—Vida... —Se arrodilló frente a ella-. Tienes que ser fuerte... Vamos a traer a Lucy de vuelta, te lo prometo.

Era la culpa. Lloraba por la culpa.

—¿Tú crees que la estén cuidando bien? —Ella le preguntó entre lágrimas.

—Considerando que quieran cobrar un rescate, estoy seguro que sí.

—Seguro que ha estado llorando bastante, Nicholas...

—Con la actitud que tiene nuestra hija, no lo dudo. —Se forzó a sonreír para ella-. Con lo mucho que le ha estado costando acostumbrarse a personas nuevas, te aseguro que les estará haciendo la estadía imposible, nuestra pequeña guerrera.

Keira no pudo evitar reír, ocasionando que fluidos escaparan de su nariz.

Nicholas la limpió delicadamente con su camiseta que ella traía puesta. —Mocosa. —Le dijo antes de besarla-. Todo va a volver a la normalidad.

Él la amaba, no tenía la más mínima duda. Amaba también la vida que llevaban juntos, y no dudaba en demostrárselo. Era un verdadero compañero, no como ella. Ella lo estaba engañando.

Fijó su vista en el tatuaje que se había hecho durante su viaje a Alemania, un poco más arriba de la flexura del codo, aun estaba sanando. Eran sus cejas y sus ojos verdes, debajo de los cuales se encontraban las palabras: "mijn leven" en pequeñas y delicadas letras cursivas. Era la traducción literal al neerlandés de "mi vida".

_____

Había pasado una semana completa desde aquel día, y todavía no habían recibido una sola llamada. Hace dos días que Keira se rehusaba a salir de la habitación, y no había comido más que lo que Nicholas la forzaba. Estaba perdiendo las esperanzas, ¿Y si Neal estaba tan enfadado que le hacía daño a Lucille?

Escuchó la puerta de la habitación abrirse y luego cerrarse. Seguro que era Nicholas. Él era quien tenía contacto con la policía todos los días, y rara vez estaba con ella.

—Está abajo Janine. —Le dijo.

—No quiero ver a nadie. —Keira respondió.

—Entonces tendrás que ir a decírselo tú.

Ella suspiró, incorporándose en la cama. —¿No puedes, por favor, decirle que se vaya? ¿Por qué tienes que hacerlo todo tan difícil?

—¿Por qué tienes que hacerlo todo tan difícil tú?

—Nicholas....

—¿Crees que yo tengo ganas levantarme y enfrentar un día más sin saber dónde está mi hija?

Keira lo observó con detenimiento, la primera vez en varios días. Tenía bolsas bajo los ojos. Nicholas nunca tenía bolsas bajo los ojos. Su rostro lucía siempre tan bien cuidado como el de un bebé, pero ahora comenzaban a notársele los años.

Keira no tuvo la oportunidad de decir nada más, porque el móvil de Nicholas comenzó a sonar en su mano. Se giró a las puertas de cristal que daban al balcón y contestó.

Disimula. -II-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora