No sé nada de Mathias desde la tarde del otro día, cuando casi me obliga a irme con él. Sinceramente, no le echo de menos, estoy realmente bien. No echo de menos sus peleas con toda la gente por el dinero, ni por los porros, ni por nada. No le echo de menos a él, cosa que pensaba que no podría llegar a pasar cuando le conocí. Bueno... Cuando nos presentó Alicia, la chica que era mi mejor amiga hasta que se marchó a Andalucía por motivos del trabajo de sus padres. Cuando conocí a Mathias, no me imaginé que podría llegar a convertirse en lo que es ahora. Mi abuela, la que es madre de mi difunto padre, a la cual no veo porque el idiota de mi padrastro me lo prohíbe, siempre me decía: tus amigos influyen mucho en tu futuro, ellos te van a ayudar a convertirte en lo que vas a ser como persona. Y qué razón tenía en esas palabras. Mathias cambió a raíz de dejar las clases, también por sus amistades, he intentado que trabaje pero sin frutos, y dejé de intentarlo, cansada y derrotada, así perdí el interés por una persona a la que solo parecía importarle de que calidad era la hierba que se fumaba cada día.
Cuando llegamos a casa busco a mi madre mientras Cris toma asiento junto a Carlos en la mesa para empezar a comer. Subo a mi habitación, donde me temo y finalmente es así, encontrarme a mi madre.
−¿Me vas a decir que ha pasado?
Cruza sus brazos, aunque no me mira, sino que observa cada trozo y cada detalle de lo que en la habitación.
−Yo no he...
−¡No! ¡No me vengas otra vez con tus cuentos otra vez! Sé lo que ha pasado porque ya me ha dicho todo Carlos.
Se gira hacia mí, asustándome.
−Lo ha hecho él.
Mi voz se vuelve ronca. Pocas veces he visto a mi madre tan enfadada.
−¡Cállate, Sonia! Lo único que vas a ver estas vacaciones son estas cuatro paredes, así que espero que no te canses de ellas. Mira todo este destrozo, te crees que tenemos dinero para esto, para tus estúpidos arrebatos. No quiero... No quiero que salgas de aquí.
Mi madre sale y cierra la puerta tras de ella.
No sirve la pena decirle nada, sobre todo cuando no lleva razón. Pero de la forma en la que se ha expresado hoy conmigo... Nunca lo había hecho. No me quiero ni imaginar lo que le ha contado el imbécil de su marido para que me líe todo lo que me ha liado en un momento. Mis ojos empiezan a soltar varias gotas a la vez que las voy limpiando con el dorso de mi mano.
Miro de nuevo a mi alrededor y decido que va a ser lo primero que voy a quitar de en medio. El portátil ha sido lo único que he recogido antes de salir de casa cuando he ido a por Cristina al colegio. Miro hacia el balcón, que bien, hoy no he tenido espectadores en el palco. La luz está apagada.
Empiezo por recoger los pocos pedazos sueltos de madera del suelo y los junto con el resto de la mesa intentando juntarlo buscando una solución pero nefastamente, así que lo saco al balcón para quitarlo del medio mientras recojo los papeles y volviéndolos a separar de nuevo, sentándome junto a todos los papeles para clasificarlos y después poder secarlos con un secador. Son todos los apuntes de dos años de carrera, no me puedo permitir tirarlos.
Un relámpago ilumina toda mi habitación y amenaza con lluvia.
¡Qué coñazo!
Busco, bajo la caja que tengo bajo mi cama, la funda de plástico trasparente que lleva varias caras de gatitos de diferentes colores, Cris me la regaló en uno de mis cumpleaños para cubrir el banco de madera en días como los de hoy y que no se estropee. Junto los restos de la mesa al banco y se la echo por encima a ambos. Las primeras gotas caen lentamente sobre mí y sobre la funda.
Rápidamente entro en mi habitación y cuando voy a cerrar la cortina, las de mi vecino se abren y me encuentro con sus ojos clavados en mi a través de todas las gotas de agua que ahora caen entre ambas casas. Le dedico una sonrisa y él no tarda en dedicarme otra, pero no por nada en especial sino cuando lleva sus ojos a la funda que está en mi balcón, entonces su sonrisa se amplifica aún más. Busca algo con la mirada a su derecha, dentro de su habitación y desaparece durante unos pocos segundos con un papel que apoya sobre el cristal y parece escribir sobre él. Después lo gira hacia mí y con letras grandes, y por cierto horribles, puedo leer lo que ha escrito:
BONITA FUNDA DE GATITOS, TIMOTHY.
Le imito cogiendo uno de los papeles en sucio que tengo y escribiéndole algo que después le muestro:
BONITA LETRA, MIKE.
Al momento me contesta. Mientras está escribiendo puedo ver como muerde su lengua con una sonrisa, fijándome en sus detalles faciales. Sin darme cuenta, estoy sonriendo.
TOUCHÉ. HAS GANADO (AUNQUE SOLO ESTA VEZ)
Relamo mis labios y aparto la vista girando mi cabeza hacia un lado de mi habitación. No quiero que vea mi sonrisa de estúpida máxima. Después escribo.
ES TARDE YA, ¿NO SALES ESTA NOCHE?
Él mira mi papel achinando sus ojos. Necesita gafas, estoy segura. Después, me contesta:
¿HAS VISTO EL TIEMPO? NO ACOMPAÑA. ¿TÚ?
Otro relámpago, acompañado de un trueno me hace volver a mi papel:
NO, ADEMÁS, ESTOY CASTIGADA.
Él alza sus cejas y clava sus ojos en mí aún con su gesto. Después escribe algo con letra más pequeña pero legible:
¿TODAVÍA TE CASTIGAN? ¿QUÉ HAS HECHO PARA ESO?
Suelto una leve risa y le señalo, tocando el cristal hacia el exterior, señalando la mesa cubierta en la funda que tanto le ha impresionado.
Él frunce el ceño y gira la misma hoja donde ha escrito su último mensaje y mientras escribe, niega con la cabeza:
PERO TÚ NO HAS SIDO.
Me encojo de hombros levemente con una pequeña sonrisa y pronuncio un muy bien y definido: da igual. Él me entiende a la perfección y vuelve a negar con la cabeza, esta vez con más lentitud y también parece pronunciar un no. Pero se dirige al escritorio y deja los folios sobre el escritorio, me vuelve a mirar antes de salir de la habitación.
¿Qué hace? ¿Qué va a hacer?
Abro el balcón con poca destreza. No me importa la lluvia, dejo que moje mi cara y también, consiguiente mi pelo, de todas nunca ha sido un problema que este último se me mojara ya que siempre permanece liso, caiga el agua que le caiga. Me asomo, inclinándome desde la baranda, hacia la casa de mi vecino, donde aún se ven como los encargados en descargar las cajas están haciendo su trabajo. En cuestión de segundos, aparece él, con paso decidido y dirección a mi casa.
No me lo puedo creer, no me lo puedo creer.
¿Dónde coño va?
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HEY, VECINO. {COMPLETA}
ChickLitCuando mi mayor problema era Mathias, me deshice de él. Aún así me persigue a día de hoy. Cuando supe que otro de mis problemas era mi padrastro, intenté evitarlo a toda costa. Aún así, él me buscaba sin importar las consecuencias. Estos dos, junt...