CAPÍTULO 42

132 30 6
                                    

Abro los ojos cuando los primeros rayos de sol entran por la ventana. La mano de Alex está por encima de mi cuerpo mientras que yo le estoy dando la espaldas, me giro cuidadosamente y le escucho coger rápidamente aire y después soltarle por la nariz. Le observo detenidamente, tiene los ojos cerrados y no puedo evitar sonreír para mi misma al verle hacerlo a mi lado después de todo lo que ha montado por no hacerlo otras noches; acaricio su torso con mi dedo índice de una forma muy suave para que no se entere de mi contacto. Es realmente guapo, incluso cuando duerme. Me acerco a su oído y me inclino a él:

−Espero que me estés escuchando, porque sino... No te vas a enterar de que me voy a ir.

Hace un ruido con la boca y sonrío al verle. Observo sus labios, son realmente carnosos, y tengo muchas, pero que muchas ganas de besarle. Aún así me reprimo y me asiento en el borde de la cama, buscando desde allí mis zapatos. Rápidamente, los cojo y me decido a salir por el balcón y lo hago, para mi sorpresa con una gran habilidad.

Dejo los zapatillas a un lado de mi cama y me vuelvo a tumbar sobre esta, respirando hondamente.

Esto muy feliz, quizás demasiado para el chasco que me puedo llevar conociendo a Alejandro. Solo nos hemos besado un par de veces y estoy segura, a pesar de lo que él diga, que no significa mucho más que eso: un beso más, a otra chica más. Aunque, si no llega a ser porque le paré anoche... Hubiera pasado, nos hubiéramos dejado llevar.

−¡SONIA!

La voz de mi hermana me hace sobresaltarme de la cama y sentarme en ella, asustada, cuando caigo en que es ella... Intento relajarme.

−Jod... ¡Cris! Te tengo dicho que toques...

−¡He tocado! Pero no has contestado, me ha dado miedo...

Resoplo y miro a mi hermana, que mira mi ropa.

−¿Has dormido vestida?

−S-sí... No me dio tiempo a cambiarme, me quedé dormida. ¿Y... mamá?

−Nos ha dejado la comida preparada, me ha dicho que no te molestara pero como no bajabas...

−¿Q-qué hora es?

−No sé, tarde... Ya han pasado los Simpsons...

Me pongo en pie y saco una camiseta antigua, una ancha de color beige.

−Voy a ir a ducharme, ¿me esperas abajo o te quedas aquí?

−¡Estoy viendo una película!

Casi me dice eso cuando ya está en la planta baja. Corriendo me meto en la ducha y dejo que el agua limpie todo mi cuerpo, cara y pelo de algunos de los recuerdos de anoche, solo los que son posiblemente fácil de olvidar, que serán algunos pocos, quizás mínimos. Aunque no me puedo sacar a Alex de la cabeza, lo que va a ocurrir esta noche... No podré sacarlo de mi cabeza, nunca.

−Mamá, si necesitas algo...

−¡Sonia! ¿Te quedas o te vas ya? Pásatelo bien, por favor y despreocúpate.

Que mi madre me hable de esa forma me hace sentir una persona con una edad correcta a la que tengo, por una vez en mi vida sé, que ella quiere que recupere todo el tiempo que no he disfrutado de mi juventud.

Me despido de un beso y salgo a la calle, donde veo a Alex mirándome desde el coche, donde está con la ventanilla bajada. No nos hemos visto desde anoche, bueno realmente, no hemos hablado desde anoche porque yo esta mañana si que le he visto... Camino ligeramente hacia su coche y agacho mi falta de pana marrón, con cuidado de que la cremallera del medio no se abra, al subirme en el coche.

−Pensaba que no vendrías, ya me iba a ir.

Claro, como no, el verdadero Alex es el que habla.

−Bueno, si no te has ido es porque no has querido.

Le digo abrochando mi cinturón para finalmente mirarle con una sonrisa irónica. Él suelta una risa, también irónica parece ser, y niega con la cabeza mientras pone el coche en marcha. Durante el trayecto, hacia el bar donde estuvimos la última vez, el de pijos, no hemos intercambiado ninguna palabra, quizás ha sido uno de los momentos más incómodos que he tenido con él desde que le conozco. No tengo ganas de ver la cara de Petra, ni tampoco la de Adrián pero eso no impide que no quiera pasar tiempo con él... Aunque viendo nuestro estado ahora mismo, estoy dudando si ha sido una buena idea venir, porque no creo que nos hagamos mucho caso el uno al otro.

Bajamos del coche, y a lo lejos puedo ver como Adrián nos espera en la entrada del bar. Alex se apresura y coge mi muñeca, deteniéndome en mi paso.

−No estoy seguro de que quiera estar con ellos.

Suelto una pequeña risa sin mirarle.

−Eres tú el que ha hecho estos planes, son tus amigos. Ni siquiera sé qué hago aquí contigo, pareces que sólo sientes pena por mí porque no tengo amigos, porque no ligo o yo que sé por lo que lo haces; ahora vamos a entrar y tú te vas a liar con esa...

−Dios..., cállate. No sabes ni una puta mierda, tía.

Su voz suena ronca cuando me adelanta para encontrarse con Adrián, dejándome a mí por detrás de ellos dos.

Será imbécil, ¿quién coño se cree?

Me adelanto hasta Adrián, que me recibe con una sonrisa que rápidamente pierdo de vista porque besa mis dos mejillas, y yo lógicamente, intento devolverle los besos.

−Estás preciosa...,como siempre.

−Gracias Adrián.

−Vamos dentro, la esperamos ahí.

Supongo que se refiere a Petra.

No tardamos nada en entrar y acercarnos a la barra cuando Alex pide una primera ronda, en la que él se bebe el liquido de su copa casi al instante, pidiendo en el siguiente trago, la siguiente copa para él. No hago mucho caso de lo que Adrian me cuenta, cuando acerco mi cara hasta el oído de Alex.

−No bebas tan rápido, Alex...

Él me mira con una sonrisa pasiva y se termina de nuevo lo que le quedaba en su copa de un trago, para después imitar mi gesto y gritarme al oído por encima de la música.

−¡Yo no soy el que pierde el control si bebe mucho! Además, tú no me das ordenes pequeña.

La sangre me hierve, me giro de nuevo hacia Adrián, pero me detengo cuando veo a la muy zorra de Petra entrar en el bar. Y tal, como la califico, va vestida con un traje rojo de lo que parece ¿látex?, demasiado pegado a su cuerpo y con un gran escote subiendo sus enormes tetas casi a la garganta de esta. Cuando nos ve, sonríe y bajo la atenta mirada de varios tíos de su alrededor, se acerca a nosotros. Bebo el contenido de mi copa y cuando veo, que nada más llegar, besa los labios de Alex que parece pillarle por sorpresa, me pido mi segunda copa y mi atención va toda hacia Adrián, por no ver a la estúpida 'pareja'.

Creo que es cuando termino la tercera copa que no veo a Alex por ningún lado, y que casualidad, a Petra tampoco. Me disculpo con Adrián, que no hace nada más que insistir para que me tome otra copa con él, y desaparezco en el baño con la suerte de que no hay nadie cuando entro. Cuando hago mis necesidades y tiro de la cisterna, me detengo en el espejo mirándome. Me doy cuenta por mis mejillas que el alcohol me ha subido y por mis pensamientos, ya que mis ojos se empañan, al recordar el porqué estoy aquí: Alejandro. El estúpido niño que me trae loca la cabeza desde hace bastante tiempo, el mismo que me dijo que le gustaba y el mismo que me hizo creer que yo le había cambiado, el mismo que la noche anterior me besaba y más tarde dormiría abrazado a mí... El mismo chico que me gusta, ese puto idiota.

La puerta se abre y no me da tiempo a reaccionar a tiempo y disimular mientras limpio una lagrima, para mi sorpresa no es una persona desconocida, ni siquiera es una chica cosa que me incomoda ya que este baño es solo para nosotras.

−¿Qu-qué haces? 

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora