CAPÍTULO 5

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−¿Dónde vas?

Escucha mi voz que se dirige a él con gritos. Alza su vista hacía mí pero no se detiene, se está mojando, y el idiota sigue andando hacia mi puerta. Ando hacia la esquina más cercana a él y le vuelvo a hacer la misma pregunta pero esta vez no se detiene ni en mirarme. Acorta por encima del césped mojado.

−¡Por favor, no! ¡No empeores las cosas! ¡No lo has por favor!

Se detiene y alza la vista hacia mí, realmente me veo apenada pero no lo estoy, lo único que tengo es miedo, miedo de lo que puede pasar si hace lo que tiene en mente.

−Por favor...

Creo que no llega a escuchar mis palabras pero lee mis labios porque puedo notar su mirada clavada en mi. Cierra sus ojos durante unos segundos y retrocede removiendo su pelo hasta meterse en su casa, finalmente suspiro aliviada dejando que algunas gotas caigan sobre mi cara.

¿Qué pretendía? ¿Decirle a mi madre lo que vio? ¿Está loco o qué?

Entro en mi habitación, empapada. y me percato de algo justo cuando voy a cerrar las hojas. Salgo y lo cojo, parece una pelota de ping-pong pero esta se abre. Vuelvo a cerrar las ventanas y esta vez las cortinas y me quito la ropa que llevo, poniéndome una camiseta por si al imbécil de mi padrastro se le antoja entrar de golpe a mi habitación, por eso mismo me prohibió poner cerradura en mi habitación. Termino sentándome en la cama, junto a la pelotita, la que abro y sale un papel con una letra tan mal escrita que reconozco rápidamente:

NO ME DES LAS GRACIAS POR SER UN 'SALIDO', DÁMELAS POR SER TU VECINO. -A.

Sonrío entendiéndolo todo. Esta es la supuesta piedra que tiró esta mañana para espantar a Carlos y que ha hecho que se separe de mi de esa forma tan brusca.

Termino encendiendo el portátil y busco algunos de mis apuntes estropeados en un archivo PDF de este y comienzo a pasarlos a un folio, a mano. Siempre voy a adorar estudiar en hojas sueltas y no a través de una pantalla. Ya que estoy castigada, voy a intentar hacer algo para mi provecho.

Pongo algo de música, The NeverEnding Story de Limahl, y la tarde se me hace más amena mientras estoy en mi tarea de escribir de nuevo todo lo posible de mis apuntes destrozados. A las horas, dejo hundir mi cabeza en mis dos brazos, mi hermana ha tocado hace unos minutos a mi puerta: iban a cenar, pero por lo que he oído, el idiota de Carlos se la ha llevado diciéndole que estaba castigada y que hoy no tenía hambre, ni ganas de cenar.

Giro mi cabeza hacia el lado contrario a la puerta y automáticamente mis ojos se abren como platos al fijarme en las siluetas del otro balcón de en frente: mi vecino liándose con una chica, la cual está apoyada a su espalda sobre la puerta de su habitación cerrada. Él está de espalda a mí, por lo que solo puedo ver su musculosa espalda desnuda y una de sus manos, sujetando con fuerza la cara de la rubia desconocida que está en sujetador. La chica comienza a acariciar su espalda con las yemas de sus dedos pero él la detiene cogiéndole con sus dos manos y pone sus brazos encima con solo una de las suyas. Él comienza a besar su cuello sin nada de delicadeza.

Rápidamente me levanto de la cama y corro las cortinas, terminando el espectáculo que acabo de ver.

¿A quién se le ocurre darse el puto lote con la ventana abierta? ¡Será idiota!

Vuelvo a mi cama y miro algunos vídeos, hasta que miro el reloj: las una y media de la mañana. Decido empezar otro tema de mis apuntes, justo cuando tocan a la puerta con suavidad y seguidamente abriéndose, apareciendo mi madre. Aparto la mirada de su figura y dejo que siga entrando.

−Te he guardado un trozo de pastel. Hoy era el cumpleaños de Carlos y he comprado, esta mañan...

−Llévatelo, no quiero cenar nada.

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora