Cris, Alex y yo hemos estado todo el día dando vueltas por varios parques y hemos ido a comer, como no, en el lugar favorito de mi pequeña y adorable hermana, la cual ha estado jugando y bromeando todo el día con Alex. Realmente, los dos son adorables y ver que mi... ¿vecino?, se lleva de esta forma con él me hace sentir más cosas de las que he descubierto que siento por él, aunque aún no estoy preparada para dejar que esos sentimientos..., afloren al exterior.
Cris se baja del coche y espera a que yo lo haga para coger las llaves de nuestra casa y correr hacia su interior, lleva quejándose media hora de que necesitaba ir al baño a hacer sus necesidades. Espero a que Alejandro se baje para despedirme de él, al que abrazo casi al momento, dándole las gracias por este maravilloso día.
−Podríamos empezar algo..., ¿no crees?
Me hace mirarle de golpe, desenvolviéndome de sus brazos. Arqueo una ceja con una sonrisa.
No me puedo creer que él, me esté pidiendo empezar algo... Algo conmigo.
−¿Algo cómo...?
Él ríe mirando a otro lado, su risa es nerviosa lo sé. Vuelve a mirarme, y esta vez es él quien arquea una de sus cejas.
−Vamos, sabes a lo que me refiero.
−Vale...
Termino sonriendo, me frunce el ceño lo que hace reír levemente.
−¿Vale?
−Sí, vale. Podríamos ser algo más, pero ya sabes que cambiaría muchas cosas en tu vida. Tantas tías en tu habitación en tan poco tiempo.
Me corta besándome varias veces en los labios.
−A la única tía que quiero en mi habitación es a ti. Lo tenía claro desde hace mucho, pero desde anoche... Lo tengo más claro aún.
Mis mejillas rápidamente se sonrojan y empujo su pecho después de darle un pequeño pico. Él sonríe y coge mi mano, pegándome a él.
−Me tengo que ir, pero nos veremos más tarde ¿no?
−¿Hemos quedado? Mmm, que bien.
Acaricia mi espalda hasta llegar a mi culo, el que aprieta.
Pego mis labios a los suyos y le susurro.
−No te emociones, es por lo de la carta ¿recuerdas?
Su gesto cambia, sonríe levemente aunque estoy segura de que no tiene nada de ganas de hacerlo y que solo intenta disimularlo.
−¿La leerás cuando llegues? ¿Ahora?
Asiento con la cabeza y frunzo el ceño.
−¿Qué pone, Alejandro?
−Lo leerás ahora...
Frunzo mi boca y suspiro. Él agarra mi mano y besa el dorso de esta.
−Te espero arriba, y quiero que sepas..., que no quiero joder esto.
Vuelvo a besar sus labios y le sonrío, dedicándole una despedida en forma de broma:
−No te ha dado tiempo todavía.
Dejo que mis piernas suban de dos en dos las escaleras mientras Cris se queda en el salón con la televisión y cenando. Le he dado un respiro a mi mente sobre esa misteriosa carta mientras cenaba rápidamente. Busco en mi bolso la carta y me dejo caer en la cama mientras comienzo a leer las primeras palabras. Al principio me resulta bonito, divertido, interesante y quizás algo vintage estar leyendo una carta de Alejandro, sabiendo que quizás, a esto no le vaya mucho, aunque no sé el porqué, quizás por su letra ilegible o no sé por qué... Pero se expresa bastante bien y entendible.
La carta me deja sin aliento, la boca se me seca y las lagrimas junto con mis temblores de manos se apoderan por completo de mi subconsciente, haciendo que pierda por completo el control. cuando termino de leerla, lo único que tengo ganas es de gritarle, de insultarle, de decirle lo muy imbécil que es. No me puedo creer que lo que había empezado tan bien, acabe como va a acabar y tan pronto, porque esto..., esto no lo voy a dejar así. Bajo a toda prisa las escaleras con la carta, ahora arrugada por mi impotencia, y cuando abro esta casi me doy la vuelta a coger un paraguas, aunque no lo hago, me da igual mojarme de aquí a la casa de este imbécil, me da igual que me vea así, de esta forma.
La madre de Alex no está, el mismo nos lo comentó a Cris y a mí, así que Alejandro no tarda nada en abrir, casi ni me da tiempo a pensar por dónde empezar. Aunque no tardo en reaccionar ante su cara triste, aunque de sorpresa. Pero él se adelanta a hablar, aunque más tarde le corte:
−So..., lo siento... Pensaba decírtelo pero...
−¿Pero qué, Alejandro? ¡¿Pero qué?!
Arrugo la hoja de papel y se la tiro al pecho.
−¡Yo no soy como esa chica, yo no soy como todas esas estúpidas chicas a las que te follabas!
−No Sonia, claro que no...
Le empujo del pecho, aunque no consigo gran efecto.
−No me puedo creer que...
−¡Lo siento Sonia, joder! Lo siento mucho, estaba asustado, no quería que...
−¿No querías qué, eh? ¿Qué me fijara en ti por lo que eres? ¡Dios!
Me giro dándole la espalda durante unos segundos y limpio mis lágrimas que empezaban a caer por mi mandíbula. Su mano intenta agarrar la mía pero lo evito a toda costa y me giro de nuevo hacia él.
−Me pedías confianza, la misma que yo te ofrecí anoche y pensabas que yo...
−No sabía que tú y yo..., llegaríamos a esto.
Su confesión me hace soltar una lágrima que no puedo atrapar, aunque Alex se acerca y la limpia, yo me niego a que siga con su caricia girando mi cara y volviéndola de nuevo hacia él, observando sus brillantes ojos.
−Ahora dudo mucho que pensaras eso.
Muerde su labio, aunque no tarda en soltarlo.
−Te necesito conmigo, me has hecho dependiente de ti.
Intento sonreírle y otra lágrima aparece resbalando por mi mejilla.
−La solución a eso, es aprender a vivir sin mí. Terapia de choque, yo me alejo y tú me olvidas; yo haré lo mismo contigo.
Me doy la vuelta tras analizarlo por última vez. Él coge mi mano, saliendo detrás de mí bajo la lluvia y sin que ni siquiera me dé cuenta, mete la bola de papel que le he tirado, su carta, en el bolsillo de mi chaqueta. Me deshago de él y le miro.
−Te quiero.
Niego con la cabeza y esbozo una tímida sonrisa.
−Yo también te quiero, desde hace mucho. Pero quiero que sepas que te quiero a ti, no a... Da igual, olvídalo. Buenas noches.
−¡No! Ven a casa, duerme conmigo So.
−Me llamo Sonia, Alex.
Da pasos hacia mí e intenta besarme.
−Llámame Alejandro, llámame sólo como tú sabes llamarme, pequeña.
−No te llamaré de ninguna forma ni de ningún modo. Me voy, tengo a Cris sola.
Asiente con la cabeza, creo que realmente vencido de nuestra conversación. Analizo por última vez su cara, su preciosa cara y sus bonitos ojos negros; cuando me giro hacia mi casa de mis ojos, ahora sí, brotan todas las lágrimas retenidas durante nuestra intensa charla de despedida. Entro a casa y me apoyo sobre la puerta, resbalando hacia abajo y tan sumida en lo que acaba de pasar que ni siquiera me doy cuenta de que Cris viene a mi lado y se asienta junto a mí, abrazándose a una de mis manos. Realmente un gran apoyo, después de todo lo que acabo de vivir por culpa de esa maldita carta...
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HEY, VECINO. {COMPLETA}
ChickLitCuando mi mayor problema era Mathias, me deshice de él. Aún así me persigue a día de hoy. Cuando supe que otro de mis problemas era mi padrastro, intenté evitarlo a toda costa. Aún así, él me buscaba sin importar las consecuencias. Estos dos, junt...