CAPÍTULO 41

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Llevo un rato en mi puerta buscando las llaves de mi casa, Alex me mira apoyado desde su coche y yo me desespero aún más de notar sus ojos fijos en mí. Finalmente opto por mirarle y decirle algo:

−¿Vas a estar ahí hasta que me meta dentro? Porque voy a tener que despertar a mi madre, te llevará un rato.

Alex se encoje de hombros pero sigue inmóvil en la misma posición.

Este tío es un autentico gilipollas.

Me arrodillo en el escalón que sube a mi puerta y vacio toda mi mochila, sacando la sudadera de nuevo y todo lo demás, todo menos las llaves que no hay ni rastro de ellas. Me las he tenido que dejar dentro, o eso espero. Miro hacia mi vecino para comprobar que sigue ahí, y efectivamente. Resoplo poniéndome en pie, me da mucha pena despertar a mi madre, sobre todo porque se va a levantar en un par de horas y se ha tenido que acostar ya hace rato bastante cansada, como siempre. Imagino las formas de entrar y caigo en que mi balcón tendría que estar abierto, rápidamente retomo el camino hacia Alejandro y este se incorpora del coche.

−¿Me dejas cruzar por tu habitación?

Él sonríe al escuchar mi voz avergonzada preguntándole eso. No hemos hablando durante todo el trayecto y que le tenga que hablar yo, me revienta por dentro. Me hace un gesto mientras comienza a andar hasta su casa y tras él mientras miro el suelo, pensando en lo sumamente idiota que soy para dejarme las llaves en mi casa, justamente, en un momento como este.

La madre de Alex duerme en el sillón y nosotros hacemos caso omiso al televisor encendido. Subimos lentamente por las escaleras y nos introducimos en la habitación del chico, que está ligeramente hacia arriba.

−Ya te sabes el camino, pues.

Asiento con la cabeza mientras observo como el chico se quita la camiseta blanca, sin darme tiempo a salir antes de hacerlo. Resignada por su comportamiento, abro su balcón y salgo a la calle, acercándome a la baranda y tirando mi mochila al otro lado de muy mala leche, no quiero tener la mala suerte de caerme por llevarla encima y más vale prevenir. Paso un pie por encima de la baranda, colocando un pie a cada lado de esta. Respiro hondo antes de intentar pasar el otro pie, pero Alex me detiene, poniéndome una mano sobre esta pierna y con otra pega sus labios a los míos mientras pega su cuerpo hacia mí. Me agarro a su cuello con una de mis manos, buscando el equilibrio para no caer hacia el vacio, pero él me coge de la cintura haciendo que mis piernas se enlacen su cintura. Sus labios y los míos siguen besándose variando entre cortos y largos besos, descansos que aprovechamos para pillar el aire necesario. Me introduce de nuevo en su habitación y me deja con cuidado sobre su cama.

−Siento haberte hablado así, soy un imbécil.

Todo lo que ha pasado me pilla tan por sorpresa que apenas me sorprende su arrepentimiento de palabras. Me siento en la cama y me arrodillo en esta, poniéndome frente a él y agarrando su cuello y atraerlo a mí de nuevo. Su boca se adapta a la mía en cuestión de segundos y sube con sus rodillas a su cama mientras nos besamos.

No sé muy bien que estoy haciendo y sé que estoy echando a perder todo lo que había entre él y yo respecto a nuestra estrecha amistad de varios meses, pero es que llevaba deseando hacer esto desde hace mucho tiempo y por lo que veo, él también tenía sus ganas guardadas.

Pega su cuerpo al mío y viceversa, con ayuda de una de sus manos en mi espalda, atrayéndome a él, acaricio su musculosa espalda, esa que tanto he visto desde mi ventana ahora es la que acaricio de arriba a abajo mientras nos besamos. Su lengua busca la mía como si la vida le fuera en ello y la mía es la encargada en encontrarla. Su cuerpo me empuja hacia atrás en la cama y él se sube encima mía, apartándome el pelo y bajando hacia mi cuello, mientras sus manos acarician mi vientre y baja, peligrosamente hacia mis piernas, donde cuando sube el vestido, yo le detengo y es cuando sus ojos se clavan en mí.

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora