CAPÍTULO 31

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Desde que hemos llegado a este lugar no he podido dejar la boca cerrada ni un solo segundo, es espectacular, nunca había estado en un sitio como este. La luz que entra por las enormes ventanas es toda la que necesita el restaurante para mantener todas las mesas alumbradas con suficiente iluminación, las mesas están perfectamente ordenadas y el servicio está increíblemente estudiado. La comida está buenísima, hacía mucho tiempo que no comía fuera de casa algo tan bueno como lo que nos han puesto en este lugar.

La conversación de lo que buscaba Carlos como trabajador ha pasado a lo que buscan en la empresa del padre de Alex, he conseguido no reírme mientras que Carlos se describía como una persona alegre y con mucho sentido del compañerismo.

−Pues que te parece sí comienzas en una pequeña empresa que tengo en la ciudad, como si fuesen unas pequeñas prácticas para ver cómo te desenvuelves.

−Sería estupendo, Alberto. Me encantaría.

Alejandro, a mi lado, mira a Carlos con cara de tener pocos amigos. Hoy ha hablado poco conmigo pero le noto más distante de lo normal, le puedo notar, inclusive, nervioso.

−Estoy seguro de que este periodo será más corto de lo normal. Sí todo sale como tengo previsto, en dos semanas podrás terminar y bueno, te trasladaríamos a Londres ¿Sabéis inglés?

Esta vez casi me atraganto con el postre. Comienzo a toser mientras me pongo la servilleta en la boca, Alejandro sale de su mundo alienígena echando su silla hacia atrás para colocarse más cerca de mí con la mano en mi espalda dándome suave golpecitos.

−Eh Sonia, respira... Respira.

Cuando consigo coger aire, miro a Alex lentamente y asiento con la cabeza una vez, dándole a entender que estoy bien. Rápidamente me giro hacia Alberto, sin hacer caso de la mirada de Carlos.

−¿Nosotras también nos iríamos? Quiero decir...

−Bueno, tú tendrás tus estudios aquí y según me han contado tus padres por el camino, estudias psicología y ahora te estás especializando, sería una pena perder estos años. Pero Carlos vivirá allí durante mucho tiempo, vamos, si todo va bien se quedará definitivamente.

−Podrías retomar tus estudios allí, tú sabes mucho de inglés...

Eso es lo que tú quisieras, imbécil.

−Y podría terminarlos aquí, yo tengo mis propios ahorros.

−Podrías. Pero sí yo me voy, os venís conmigo.

Aprieto mi mano, encima de mi pierna mientras que asiento con la cabeza. No quiero seguir esta conversación y dar el espectáculo aquí, delante de ellos. Aunque no soy yo, la que por una vez lo da.

−Ella no se va. Sé lo que es empezar de cero en otros lugares, es duro y una verdadera mierda.

Alejandro se encara a mi padrastro, cosa que no me sorprende pero que sí que me asusta. Le intento mirar, buscando su mirada para que no siga, pero no me mira en ningún momento. Su padre intenta detener sus palabras:

−Alejandro.

−No papá, Alejandro no. ¿Qué le queda? ¿Un año? ¿Dos? Ella es mayorcita, puede elegir su vida, ¿no crees? ¿no es eso lo que me enseñaste tú? Por favor señora, a usted se le ve más razonable. ¿De verdad merece la pena que haga lo que él quiere?

Alejandro mira a mi madre, ella parece pillar el doble sentido con el que formula la pregunta. Esta mira a Carlos y después a mí, ella asiente con una sonrisa sorprendida por la situación.

−Quizás tenga razón, Carlos. Es mejor que nos quedemos nosotras con ella, iremos a verte cada equis tiempo...

−¿Begoña, estás tonta?

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora