CAPÍTULO 40

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No creo que Alejandro sea tan cabrón de haberme traído aquí para eso... ¡Joder, claro que no! Él conmigo es genial, conmigo es... distinto.

−Alejandro, yo no soy como esas chicas...

Tengo la sensación de haberle dicho esto mil veces, pero creo que solo me he imaginado diciéndoselo, una y otra vez en mi cabeza.

Él me observa y acorta sentándose más cerca de mi cuerpo, la distancia, haciendo que nuestras piernas se choquen.

−Dios Sonia, claro que tú no eres como ellas. Tú me rechazas, tú me toreas a tu antojo, ¿no te das cuenta? Podrías hacer conmigo lo que quisieras, todo lo que quisieras.

Nuestras caras, y nuestros ojos, están los unos frente a los otros. Mis manos tiemblan, y no es precisamente por el frío.

−Yo no te toreo como quier...

Él niega con una sonrisa y me corta.

−No, quiero decir que tú me rechazas. ¿Cuántas veces lo has hecho en estos días? Da igual como o cuando lo haga, tengo la sensación de que tú eres conmigo como yo lo soy con una tía desconocida. Tú has conseguido mucho en mí, mucho de lo bueno.

−Alejandro, yo no paso de ti como tú de esas chicas... No me compares.

−Podrías hacerlo en cualquier momento y te juro, que me dolería. Me dolería de verdad.

−No podría hacer eso nunca, con nadie; y contigo, el que menos.

Mi voz ahora es la que tiembla.

Oh Dios, Sonia la estás liando mucho.

Alex apaga el cigarro a su lado contra una piedra pequeña y me mira, cosa que yo no puedo dejar de hacer con él.

−Nunca nadie me ha dicho que no, nadie se me ha encarado como tú lo hiciste el primer día que te vi, ni como en el segundo. Sin embargo ahí estabas tú, siendo mi vecina.

Ni siquiera me acordaba de nuestro primer encuentro, cuando le dije que no tenía por qué haberse metido en la discusión que estábamos teniendo Mathias y yo, ni siquiera cuando a la mañana siguiente me estaba cambiando y él estaba asomado en su balcón, ahí sí que se la líe bien liada. No puedo reprimir una sonrisa al recordar la situación.

−Y cuando vi tu primera pelea con tu padrastro... ¡Dios!

Remueve su pelo con sus dos manos y mira durante unos segundos hacia sus zapatillas, para después mirar hacia todas las pequeñas casitas con sus luces de la ciudad, aún encendidas. Atraigo su mano hacia mi pierna y él observa el movimiento, después se fija en mis ojos y sonríe con levedad.

−Sí te intento besar... ¿te alejarás?

Niego con la cabeza lentamente y soy yo la que inclina la cabeza hacia él, casi a la misma vez que él lo hace. Con su otra mano, me atrae la cara hacia la suya y posa sus labios, entreabiertos, sobre los míos que no tardan en acomodarse a los movimientos de los de este. Nuestro beso es lento y con cuidado, no me había imaginado un beso así nunca con una persona como Alex que he visto como devora a las otras tías, sí me hubiesen contado el primer día, después de conocerle, que le iba a besar, me hubiese reído en la cara de esa persona.

Separa sus labios durante unos segundos para sonreír y vuelve a darme esta vez, un corto beso.

−Vaya, esto es mejor de lo que me esperaba. Quizás, si lo hubiese sabido sí que te hubiera besado aquella noche que ibas borracha...

Mis ojos se abren como platos al recordar esa conversación que pensaba que era inventada, él se da cuenta y sonríe pícaramente.

−No me digas que eso pasó de verdad...

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora