CAPÍTULO 35

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−¿Vamos a salir fuera a comer todos los días o solo es porque Carlos quiere arreglar todas las cosas malas para que nos vayamos con él a donde le depare el padre de Alejandro?

Miro a mi madre, que me mira casi sonriendo, sabe tanto como yo lo sé, que es por la segunda de las opciones que he nombrado. Carlos ha ido al baño del bar en el que estamos comiendo y aún no ha vuelto, es el tiempo que aprovecho para decir algo en la mesa, ya que desde que hemos venido no he mantenido una conversación que vaya más allá de los monosílabos: o no.

El camarero trae el café de Carlos y lo deja sobre la mesa. Vuelvo a guardar silencio y cuando este se va, no me da tiempo a seguir una conversación con mi madre a solas porque vuelve a aparecer el primero y toma su lugar.

−Bueno, ¿tenéis ganas de marcharos? Podríamos ir esta noche a cenar fuera también.

−He quedado, no puedo.

No tenía pensado ir con el imbécil de Alejandro pero de solo pensar con otra estúpida escenita de intento de padre en proceso de Carlos delante de mi madre y de mí, bah.

−¿Perdona?

Carlos deja, sin beber, la taza que había cogido sobre la mesa de nuevo. Me mira esperando una respuesta. Le miro, no le quito ojo, me gusta verle así delante de mi madre, sin que pueda actuar como actúa cuando solo estamos los dos.

−Que he quedado esta noche, después de cenar.

Mi madre también me mira confundida. Cris se come su helado sin prestar atención a la mesa, está demasiado concentrada en que no le goteé nada en su vestido.

−Se supone que estabas castigada.

−Y también se supone que tengo ya la suficiente edad para no estarlo porque a ti se te antoje.

Creo que no se ha producido mayor silencio que el que se produce en ese momento en la mesa, quizás también a mi alrededor, pero sinceramente me importa bien poco lo que pase cerca de mí ahora mismo viendo el percal que tengo delante.

Antes de hablar, Carlos dibuja una sonrisa que no puede ocultar ni bebiéndose el café que queda en su taza.

−Ahora quizás entiendo el por qué estás tan contestona, ese chico... ¿Con quién has quedado con él?

Mi madre se mete en la conversación.

−Carlos, déjala que salga hoy. Lleva encerrada desde principios de verano.

−Claro que la dejo, pero con él no.

Exploto en una risa que me es incontrolable.

−¿Pero ahora le tienes que dar el visto bueno a mis amigos? No me hagas reír.

−Vámonos.

Carlos se levanta de golpe, sin importar el ruido que haga la silla y sin importar la gente que nos mira. Mi madre, avergonzada, me mira con una cara en la que tengo la sensación de que me echa las culpas por completo, y lo compruebo, que así es:

−No has tenido ocasión para decírselo que esta, ¿verdad?

Sale cogiendo a mi hermana y yo salgo detrás. Todos vamos en una especie de fila india hacia el coche donde nos subimos, entonces es ahí cuando empieza la verdadera bronca.

−No vas a salir con él, así que se lo puedes decir en cuento lleguemos.

−No le voy a decir nada, porque voy a quedar con él: sí o sí. He salido más de una vez con él, ¿me ha pasado algo? No.

Carlos me mira por espejo retrovisor del interior del coche. Quizás no debería haberle dicho eso, aún así, no hay marcha atrás.

−¿Has estado más veces? ¿Más que las que yo sé?

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora