CAPÍTULO 14

144 30 13
                                    

Subo rápidamente al coche, la puerta de mi casa no se abre en ningún momento pero eso no quita el miedo que puedo tener porque lo haga y me vea alejarme en este coche con Alex.

−Dime qué coño ha pasado.

Su voz es dura, nerviosa, lo que me hace desesperarme más aún.

−Por favor, llévame al hospital.

−Sonia, escúchame Sonia. Me tienes que decir que ha pasado.

El coche acelera más su paso, ambas manos de Alex están apretando el volante. No me mira fijamente pero desvía su mirada alternativamente hacia Cris, que no para de llorar abrazada a mí.

−Carlos... Le ha roto la muñeca a Cris. Por favor...

−Joder Sonia, me dijiste que solo verbalment...

−¡Alejandro! ¡Tengo a mi hermana llorando aquí, encima mía! ¡Por favor, conduce al puto hospital!

Mi voz tiembla en cada palabra que sale por mi boca. No puedo dejar de llorar y Alex parece entender lo nerviosa que estoy al ver a mi hermana en esa situación. Acelera más el motor hasta llegar al hospital, donde rápidamente bajamos del coche y noto un pinchazo en el lado al hacerlo con Cris en brazos, aún así sigo el camino pero Alex la pone sobre él con cuidado. Ahora parece que los llantos de mi hermana han disminuido, este corre hacia dentro mientras que yo le sigo y una silla de ruedas nos recibe en recepción con tres enfermeros, de los que uno nos acompaña a la sala de espera mientras observan a mi hermana. Rápidamente tomo asiento y limpio al fin mis lágrimas. Alex se sienta a mi lado y se quita la sudadera que traía poniéndomela por encima.

−No quiero taparme, Alex.

−Sonia, dime que lo que llevas en los brazos no te lo ha hecho él...

Sus ojos se clavan en mí de una forma en la que nunca antes lo habían hecho. Esta poca distancia entre ambos nunca había existido. Cojo la sudadera y me la coloco encima con mucho cuidado porque siento ardor en la zona que ahora tengo dolorida del abdomen.

−No sé qué le voy a decir a mi madre.

Mis ojos vuelven a llenarse de lagrimas. En la sala de espera solo hay una mujer mayor que espera sentada en una silla de ruedas ojeando una revista de prensa rosa. La observo mientras dejo que las lagrimas vuelvan a caer por mis mejillas.

−La verdad.

−No lo entiendes.

Niego con la cabeza.

−Explícamelo.

−No es tan fácil.

−Solo inténtalo. Quiero... entenderte.

Su mano se posa sobre mi otra mano, encima de mi muslo. Mi mano helada, con la suya ardiendo hace que recorra una corriente eléctrica por el interior de mis venas. Una sensación a la vez de rara, agradable.

−Carlos dirá que él no ha sido. Inventará algo, dirá que ha sido sin querer. ¡No sé!

−Yo puedo decir que estaba contigo.

Niego con la cabeza.

−No, eso no se lo creería. No salgo con nadie, nadie entra a mi casa. Además, esto ha pasado por mi culpa. Cris ha entrado cuando Carlos me ha... Empujado a mí. Ella se ha metido y...

−Tú no tienes la culpa.

Su voz firme y su mirada dura me hacen mirarle mientras guardo silencio.

−Siento haberte hablado en el coche como lo he hecho. Lo siento.

Ahora su gesto se relaja y le da un suave apretón a mi mano, la cual lleva sobre su pierna para dejarse caer sobre la silla.

HEY, VECINO. {COMPLETA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora