Bebo el contenido de mi vaso mientras veo como Lidia habla con Rodrigo. Estos nos observan, después mi vista se dirige hacia Alex que me mira.
−¿Qué miras?
Pregunto dejando el vaso sobre la barra.
Bebe de un rápido trago del suyo después, sonríe desviando la mirada de mí.
−No, nada. Por ahí viene otra vez.
Se gira hacia la barra y yo hacia la dirección donde él miraba. Me encuentro cara a cara con Rodrigo, que me observa con una leve sonrisa.
−¿Qué miras?
De nuevo la misma pregunta, hacia otra persona, esta vez con demasiada mala hostia. A Alex, le hago girarse hacia nosotros solo por mi tono.
−Así que tú no eres de esa clase de amigas ¿no?
Estoy segura de que de eso hablaban Rodrigo y esta chica, Lidia.
−¿Qué dices?
Pregunto frunciendo el ceño. Después el recién incorporado se dirige a mi acompañante.
−¿No es nada tuyo, Alex?
Este mira a mi amigo, que sigue a mi lado con sus ojos clavados en él, yo también le observo detalladamente.
−Ya te hemos dicho lo que somos.
Nuestras voces suenan casi al compás mientras nuestras miradas se centran en él.
−Bien, entonces no te importará...
Sus dedos acarician una parte de mis mejillas, rápidamente aparto el contacto de un manotazo mientras le pregunto lo primero que pasa por mi cabeza:
−¿Qué coño haces?
Miro a Alejandro, confundida por el comportamiento de su amigo. Este primero, tensa su mandíbula y deja el vaso sobre la mesa. Él avisa a su amigo:
−No vuelvas a hacer eso, Rodrigo.
−¿Qué más te da? Ya sabes, una noche tú, otra yo...
Algo reacciona en mi interior, haciéndome girar completamente hacía mi vecino, ignorando por completo al otro chaval.
−¿Qué está diciendo, Alejandro?
Este me mira durante unos segundos en silencio y, después, pronuncia bajo y lentamente un vámonos.
Siento como la parte de atrás de mi vestido se levanta rápidamente, lo que me hace girarme y levantar mi mano hacia su cara, la de Rodrigo. Mi palma abierta impacta sobre la cara del subnormal al que hace unos segundos tenía ganas de pegar, este reacciona a los pocos segundos.
Gente del alrededor también parece darse cuenta de la escena. Esto no pinta nada bien.Rodrigo vuelve a dar un paso hacia mí pero Alex coge mi mano y tira de mi hacia él, pegándome a su pecho.
−Eres una auténtica...
Alejandro no deja que termine. Me tira, del brazo, hacia atrás y coge a su amigo de la mandíbula con una de sus manos fuertemente.
−Ni se te ocurra llamarla así.
Su amigo ríe todo lo que puede, o se le permite. Reacciono todo lo rápido que puedo y tiro de la otra mano de Alejandro, intentando alejarle, mientras le suplico:
−Vámonos.
Aunque él está más atento a las palabras de su amigo, a la vez que aprieta mi mano, cada vez va a más:
−Tú sabes que esta te va a durar dos telediarios. Y tú, eres otra más lo quieras o no, y cuando él te folle... Lo voy a hacer yo, y bien dur...
No termina, la mano que tenía agarrada se deshace de la mía e impacta contra la mandíbula de Rodrigo, haciendo que este retroceda y caiga a la piscina encima de otro grupo que bebía en el agua.
Mis piernas comienzan a temblar de una forma familiar. Recuerdos de Mathias peleándose con otros grupos se apoderan de mi mente. Saco fuerzas para que Alejandro no vaya tras él y tiro de su mano mientras que me coloco frente a él.
−Alejandro, vámonos. Por favor, vámonos.
Puedo notar su mandíbula aún tensa y sus ojos, más oscuros que nunca. Lo saco de mi mano y camino en silencio mientras él va detrás mío por mucho que intento que camine por delante. Hasta que decido soltarle y girarme hacía él, donde lo único que encuentro es su mirada perdida.
−Llévame a casa.
Este al fin me mira y se encoje de hombros. Pulsa el botón que desbloquea las puertas de su coche y subo en el sin mediar una palabra. El camino se hace largo porque ninguno de los dos hablamos durante el trayecto. En mi cabeza no paran de repetirse las palabras de Rodrigo, una y otra, y otra vez. No paran.
Bajo del coche mientras él lo hace, me dispongo a entrar en mi casa pero él me detiene. Por un momento casi olvido que no debía de haber salido. Así que vuelvo a entrar en casa de Alejandro y subir a su habitación, la cual miro con detalle por última vez.
−Toma.
Quito la chaqueta que me tapa y se la dejo sobre la cama. Seguidamente salgo al balcón.
−Espera, te ayudo Sonia.
Su voz me sigue hasta la baranda, donde apoya sus dos manos con la intención de pasar su pierna por encima.
−No hace falta, puedo yo sola.
Mi voz es firme y quizás, solo quizás, algo borde. Pero no me doy cuenta hasta que él rechista:
−¿Por qué actúas así conmigo? ¡Te he defendido!
Cojo aire antes de girarme hacia él, después lo suelto y comienzo a hablar.
−Perdona. Quizás he sido demasiado yo, quizás no he actuado como debía de hacerlo. Pero no sabía que una noche me tenía que quedar contigo y a la otra, tenía que irme con tu amigo.
−¿Pero qué dices?
Él frunce el ceño y entreabre su boca, como si fuese a decir algo, aunque no lo hace, o porque no le dejo.
−¿Por qué tratas así a las tías? Mira da igual, es que ni me interesa saberlo. Gracias por haber pegado a tu amigo por mí, pero se lo merecía.
Paso mis dos piernas por encima de la baranda y agarro con fuerza la baranda mientras visualizo como objetivo la mía. Doy un salto y respiro aliviada al sentir la madera en mis manos, rápidamente me vuelvo a poner en pie en mi terraza. Miro hacia la de Alex, donde él me mira, entonces añade algo antes de darse la vuelta:
−Sí me he ido de allí, sin partirle la cara, ha sido por ti.
Cierra su ventana y yo no tardo en imitarle. Enciendo mi flexo de la mesita y me dejo caer en la cama boca-arriba, y sin pensarlo dos veces caigo en un profundo sueño que no se verá truncado hasta al día siguiente, donde Carlos, me dará los buenos días, como siempre a su manera.
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HEY, VECINO. {COMPLETA}
ChickLitCuando mi mayor problema era Mathias, me deshice de él. Aún así me persigue a día de hoy. Cuando supe que otro de mis problemas era mi padrastro, intenté evitarlo a toda costa. Aún así, él me buscaba sin importar las consecuencias. Estos dos, junt...