CAPITULO 5

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CAPITULO 5

El despertador suena a las ocho, aunque no he dormido nada durante toda la noche. Hoy empiezan mis clases y, a pesar de que estudiar medicina ha sido siempre mi sueño, no estoy nada entusiasmada por empezar las clases, hoy no. Mi etapa universitaria no está siendo como creía que sería: sólo he hecho dos amigas y el novio de una de ellas me cae fatal, ayer casi me atacan si no llega a ser por aquel extraño que irrumpió en la noche para ayudarme. Si es que parece que parezco Bridget Jones con tanta desgracia. Ojalá hubiese podido darle las gracias pero salí corriendo, estaba demasiado asustada como para quedarme allí a hacer presentaciones.

Salgo de la cama y voy al baño para lavarme la cara y los dientes. Decido ponerme unos vaqueros ajustados y una blusa con los hombros descubiertos de color blanca. Me suelto el moño que me hice para dormir anoche y dejo que mi pelo caiga en cascada sobre mis hombros. Madre mía tengo más ojeras que el conde Drácula recién levantado de su acolchado ataúd. Intento taparlas un poco con corrector pero nada ahí siguen. Al final paso y cojo mi bolso y lo lleno con mi agenda de Mr. Wonderful, mi carpeta y mi IPad. Lista para el primer día.

Salgo de mi habitación y veo que la habitación de Rocío está entreabierta. Está sola dormida en su cama, por lo que Adam debe de haberse marchado a su habitación ya o se ha ido a clase, aunque sinceramente no me parece el alumno responsable que se levanta temprano para ir a clase sino más bien me parece el típico que pide los apuntes y se los estudia la noche antes de presentarse al examen.

Cuando las puertas del ascensor se abren me muestran una Sara sonriente, como siempre.

- ¡Hola! Esto de vernos en el ascensor se está haciendo costumbre, chica ¿desayunas? – me pregunta entusiasmada por no tener que ir sola al comedor.

- Sí, pero no tengo mucho tiempo, llego tarde y es el primer día. – le explico mientras pulso el botón del número 1. – Como podrás comprobar la puntualidad no es uno de mis fuertes – le digo mientras me río.

- Bah, tranquila – me dice quitándole importancia- yo debería de llevar una hora en clase. – me dice mientras suelta una sonora carcajada.

Salimos del ascensor riendo y nos vamos a la cola del comedor. Cogemos las bandejas y yo cojo sólo unos cereales y, cómo no, un café bien cargado, mientras Sara coge un poco de todo.

- Qué poco comes – me dice con cierto aire de repugnancia.

- Es que hoy no tengo hambre. A penas he dormido y no me encuentro muy bien – le explico mientras termino de servirme el desayuno.

- Así estás de delgaducha.- me dice con un tono que me molesta. Pero decido que es mejor ignorar el comentario. Sé de sobra que estoy demasiado delgada pero no es porque no coma sino porque mi metabolismo es rápido. Sara tiene un cuerpo precioso, mucho más que el mío, por lo que no entiendo ese tipo de comentario hacia mí.

Nos dirigimos a una mesa del fondo del comedor y nos sentamos a tomarnos el desayuno.

- Bueno, ¿por qué no has dormido? ¿quién interrumpía tus sueños? – me dice con sarcasmo mientras sonríe

- Nadie. Supongo que serían los nervios del primer día. – le digo con intento de sonrisa. No pienso decirle que llevo toda la noche soñando con unas alas que me rescatan del abismo debido al episodio que me ocurrió en la calle Larios. Para una chica a la que le caigo bien no quiero que considere que estoy loca.

Veo como mira por encima de mi hombro y se le quita la sonrisa de la cara, lo que es algo raro en Sara. Me intento girar para ver que la he dejado así, pero ella me para cuando me coge del brazo.

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