CAPITULO 1

127 24 23
                                    

Cuando la nota para entrar en medicina en Madrid no había sido suficiente, me sentí increíblemente decepcionada. Llevaba toda la vida esforzándome para conseguirla y, por un solo examen mal no pude alcanzar mi sueño. Sin embargo, en la tercera adjudicación pude entrar en la Universidad de Málaga. No era lo que quería desde un principio, ya que no me había imaginado el tener que abandonar mi ciudad. Sé que es lo que sueñan casi todas las personas de mi edad pero yo no soy como todos. Soy una chica tímida, a la que le cuesta hacer amigos y con un pasado que haría temblar a la mayoría.

Mi madre no quería que me fuese a vivir a un piso sola, no creía que fuese lo suficientemente mayor como para independizarme, por lo que el día que me aceptaron en la universidad, se puso como loca a buscar por todas las residencias hasta que encontró una cerca del campus donde estudiaría.

A mi todo eso no me hacía demasiada gracia. Lo último que quería era tener que compartir piso con una extraña y a la que seguramente no le caería bien. Sin embargo, aquí estoy, de camino a Málaga en el tren. He ido todo el camino leyendo uno de esos libros de romántica paranormal que tanto me gustan. Cuando apenas me quedan unos treinta minutos para llegar, mi móvil comienza a sonar: Daniel, puedo leer en la pantalla.

Tres años antes....

Estaba sentada en una mesa de Starbucks esperando mi cappuccino. De repente, la chica que estaba preparándolo grita mi nombre y me acerco a ella para recogerlo. Le doy las gracias y cuando me dispongo a volver a sentarme en mi mesa alguien me da un empujón, me caigo de culo y hace que mi café me manche la camisa color blanca que llevaba puesta.

- ¡Joder! – Grito mientas intento ponerme de pie torpemente.

- Dios, cuánto lo siento – me dice un chico rubio y de unos bonitos ojos verdes

- ¿Es qué no tienes ojos o qué te pasa? – Digo enfadada mientras intentaba limpiar el desastre de mi camiseta. Encima el café estaba hirviendo y me estaba achicharrando la piel.

- Perdón, iba distraído y no me di cuenta de que estabas ahí. Lo siento de verdad. – Me dijo el chico tan nervioso que me acabó dando pena.

Me molestó un poco que me dijese que no se dio cuenta de que estaba ahí, aunque estoy acostumbrada a que la gente no se fije en mí. No soy la típica chica en la que se fijan los chicos. No tengo un cuerpo de infarto sino que soy más bien delgaducha, pero soy de las que defienden que todas tenemos que aceptarnos tal y como somos, aunque la mayoría de las marcas de ropa insistan en querer que nos hagamos a la medida de su ropa, en lugar de hacer la ropa de nuestra medida. Tengo el pelo lacio y sin ninguna gracia de un color rubio claro y unos ojos claros que parecen casi grises. Mi madre siempre me dice que mis ojos muestran vida, aunque yo no lo veo así. Pero de ahí a no verme y estamparse contra mí hay un trecho.

- Soy Daniel. – Me dijo el chico interrumpiendo mis pensamientos

- Yo Paula – le dije secamente. Estaba enfadada, aquel tal Daniel me había arruinado la camiseta, por lo que mi plan de quedarme tranquilamente leyendo toda la tarde en Starbucks se acababa de ir a la mierda, ya que tendría que volver a casa a cambiarme, algo que no me apetecía en absoluto.

- Déjame que te acompañe a comprarte algo de ropa. Te la pago yo – me dijo el chico en un intento de disculpa

- No hace falta rubiales, me voy a casa

- No de eso nada. Vamos te acompaño y luego nos tomamos otro café. Juntos- añade.

Vuelta a la actualidad....

El sonido del móvil me devuelve al momento presente. Daniel es mi novio. Desde ese día hace tres años nos hicimos inseparables y siempre ha estado para mí cuando más lo he necesitado.

TÁNATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora