CAPITULO 30

24 7 11
                                    

De vuelta a la actualidad...

En cuanto acabo de hablar, noto como que un peso enorme se alivia en mi pecho, ya que nunca he sido capaz de hablar de esto con nadie más allá de los psicólogos a los que me llevaba obligada mi madre. Las lágrimas ruedan por mi mejilla sin cesar como si del caudal de un río se tratase.

- Hijos de la gran puta – dice Adam mientras se revuelve el pelo con los dedos y me mira con ojos inyectados en sangre a causa de la rabia – dime que al menos esos cabrones fueron juzgados como se merecían.

- Pues la verdad es que no. Sólo les cayeron diez años a cada uno, por dos violaciones y dos asesinatos, pero ya sabes cómo va la justicia – digo mientras sorbo por la nariz.

Adam no dice ni una palabra y se limita a estrecharme entre sus brazos mientras yo no dejo de llorar como una niña pequeña a la que le han quitado su juguete favorito.

- Todo fue mi culpa – suelto en medio del silencio de la noche. Adam afloja el agarre de mi alrededor para poder mirarme directamente a los ojos.

- ¿Qué? – dice incrédulo fulminándome con sus ojos perfectos.

- Que todo fue mi culpa – digo con una enorme pesadez en mi voz, mostrando lo que siento en lo más profundo de mi corazón – Si esa noche hubiese obedecido, si no me hubiese escapado por la ventana para ir corriendo a aquella estúpida fiesta, mi padre y Elena seguirían vivos – continuo sin poder dejar de llorar. Nunca he verbalizado estos sentimientos en voz alta, pero a Adam me siento capaz de contarle cualquier cosa.

- Paula – dice serio mientras coge dulcemente mi cara entre sus manos – no quiero que, ni por un segundo, pienses que lo que esos malnacidos te hicieron a ti, a tu familia y a tu amiga fue tú culpa. Tú no tienes la culpa de que exista gente así en el mundo y que, esa noche, tuvieses la mala suerte de tropezarte con ellos. Tu padre y Elena no querrían que pensases eso de ti misma ni que te culpases por sus muertes.

En el fondo, muy en el fondo, sé que Adam tiene razón y que aquello que ocurrió hace tres años no fue mi culpa, que yo sólo fui una víctima más de aquellos desalmados, pero no puedo evitar sentirme así. Intento rellenar el dolor y el vacío que siento en mi corazón con la culpabilidad que abrasa mi interior.

- No puedo evitar tener esos pensamientos, Adam. No sabes lo destrozada que estuve, no te puedes ni hacer una idea. No comía, no bebía, no podía dormir, porque cuando cerraba los ojos, veía a aquellos dos dañando a mi padre y a Elena y, veía... veía a aquel pelirrojo encima de mí manoseándome ...

- Shh, tranquila, nena. No hace falta que sigas – dice mientras, una vez más, me envuelve en sus cálidos brazos inundándome de tranquilidad.

- ¿entiendes ya por qué no he podido... no he podido hacerlo contigo? – le digo con miedo a que no me comprenda.

- Sólo un idiota no te comprendería, nena – me dice con total sinceridad – Prometo esperar lo que sea, esperar que estés completamente preparada. Me basta con tenerte cerca y con qué confíes en mí – me dice haciéndome que mi corazón se hinche por su comprensión.

- Daniel siempre ha sido comprensivo con el tema pero, últimamente estaba demasiado insistente en llegar más lejos. Nosotros sólo lo llegamos a hacer una vez, justo antes de esto. Fue mi primera vez, aunque no la suya y comprendo que necesitase más pero, yo no podía dárselo, no después de lo que me pasó – le explico un poco más tranquila y relajada.

- Daniel es idiota, Paula. Créeme cuando te digo que conmigo jamás vas a sentirte presionada a hacer nada que no quieras. Te lo prometo, nena – me susurra muy cerca de los labios.

Al tenerlo tan cerca, me siento completamente tentada a rozar mi boca con la suya y eso es lo que hago. Comienzo a besarlo, primero de manera lenta y dulce y, posteriormente, poniendo toda la pasión que puedo en ese beso, agradeciéndole con él que haya sido tan comprensivo conmigo y que me haya ayudado a aliviar esta carga que llevo conmigo.

- Prometo que voy a vengarme, Paula. Sabes quién soy y sabes que soy capaz de matar con mis propias manos a esos hijos de puta – me dice mirándome con unos ojos que tienen un brillo que me da miedo.

- No. Adam no quiero que tú también te conviertas en un asesino por mi culpa – le digo con miedo por lo que sea capaz de hacer.

- Nena, sabes de sobra qué he hecho cosas peores en mi pasado – me dice con una voz profunda que me llega al alma.

- Sí, Adam, en tu pasado. No quiero que vuelvas a convertirte en una mala persona y, mucho menos, que sea por mi culpa.

- ¿Puedes dejar de echarte la culpa de todo, Paula? quiero hacerlo para vengarte, porque a mí mismo me duele el daño que puedan hacerte

- Adam, por favor, te lo suplico. Es parte de mi pasado y prefiero que se quede enterrado ahí. No quiero abrir de nuevo aquella brecha y mucho menos quiero que tú tengas nada que ver con esa herida que está sanando poco a poco. Por favor, Adam. Prométeme que lo vas a dejar estar.

Adam me mira con dolor y, tras un minuto en silencio, me responde.

- Está bien, Paula. Prometo dejarlo estar, pero sólo por ti, porque no quiero ser la causa de aquello que te dañe.

Una vez más me acerco a él y le beso. Sus manos rozan mis caderas atrayéndome hacia él, haciendo que un escalofrío me recorra la médula espinal al completo y produciendo que mi cada poro de mi piel desprenda pura adrenalina.

- Quédate a dormir, por favor – le suplico en los labios.

- No hace falta ni que lo pidas, pensaba hacerlo – me dice en un tono duro.

- Gracias por tener en cuenta en mi opinión eh – le digo con ironía.

Adam sonríe y ambos nos metemos bajo las mantas. Me acerco más a él y Adam me rodea entre sus brazos y yo apoyo la cabeza sobre su pecho. El sonido de su respiración hace que me tranquilice enormemente. Adam se apoya un poco sobre sí mismo y me da un beso en la cima de mi cabeza. Ese simple contacto hace que me sienta enormemente feliz y, de repente, tengo clara una cosa.

- Adam – digo en un tono apenas audible.

- ¿sí? – dice con voz ronca, ya que está medio dormido.

- Te quiero – digo en un tono mucho más alto y claro y, cuando lo digo, lo tengo más claro aún y el corazón se me llena de emoción y amor.

Adam se queda sin respiración por lo que he dicho y se echa sobre mí para besarme con una intensidad que quema cada célula de mi cuerpo.

TÁNATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora