CAPITULO 34

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En una habitación de la residencia, unas horas más tarde...

No he dormido bien en toda la noche. Cada vez que conseguía conciliar el sueño, unos ojos azules se colaban en mi descanso para hacerme despertar una y otra vez. Cuando decido que es hora de levantarme son apenas las diez de la mañana. No pienso ir a clase, creo que el hecho de que mi novio ángel me haya estado usando para salvar su mundo es escusa suficiente.

Al poner los pies en el suelo me doy cuenta de lo cansada que estoy, ya que me duele cada parte de mi ser, tanto por dentro como por fuera. El dolor que tengo en mi corazón no es comparable con el que sentí cuando Daniel me dejó. No llego a comprender como Adam en menos de un mes ha calado tanto en mi interior, más que Daniel en tres años. Es como si nuestras almas estuviesen destinadas a estar unidas, mi atracción hacia él no es sólo física, es a un nivel superior, es espiritual. No entiendo cómo puedo estar tan pillada, joder. Tengo el corazón roto en miles de pequeños pedazos y todos pertenecen a Adam.

Mientras me doy una ducha de agua caliente para relajar mis músculos, algo que necesito últimamente demasiado, sigo sin dejar de darle vueltas a lo que ha ocurrido. Que me haya engañado de este modo, es algo que no sé si voy a ser capaz de superar. No por el hecho de que un chico me haya utilizado, no soy tan débil como las típicas chicas de las novelas románticas a las que tanto critico mientras leo, pero cierto es que esto es un nuevo golpe en mi vida, uno de los tantos que me han llegado. Primero, nunca he sido aceptada en el colegio, ni he tenido una gran cantidad de amigos. En segundo lugar, para una buena amiga que tengo, la asesinan junto a mi padre y a mí me violan sus asesinos. Y, en tercer lugar, me entero de que mi novio es el mismísimo diablo y, encima, el tío tiene los cojones de usarme para salvar su mundo. Ah y de todo esto me tengo que enterar por mi compañera de piso, que no es otra que su loca compañera unida a él por una especie de enlace superior a todo lo terrenal. Mi vida es un paseo por el paraíso.

Cuando salgo de la ducha y me miro al espejo veo lo demacrada que estoy. Las ojeras me van a llegar al suelo y son tan moradas que parece que soy un miembro perdido de la familia Adams. Esto no se arregla ni con todo el maquillaje del mundo.

Cuando estoy ya casi vestida, tocan a la puerta y, extrañada, voy corriendo a abrir, sin explicarme quién puede ser. Como sea Adam le rompo la cara, lo juro por dios.

Al abrir la puerta, me quedo anonadada, ya que quién está en la puerta es Sara, con un bote de helado de chocolate enorme en una mano y chuches y palomitas en la otra. Va vestida entera de color rosa, parece un chicle con patitas, algo que me hace mucha gracia, por cierto.

- ¿Peli y manta? – dice mientras entra sonrientemente a mi piso, como si nada.

- Esto... ¿hola? – digo cerrando la puerta detrás de mí.

- ¿Cómo estás? – me dice entrando al salón y conectando Netflix en la tele.

- Bien, supongo. ¿Qué haces aquí? Llevas días que apenas me hablas, hasta cuando me encuentras en los pasillos de la residencia pasas de mí. No entiendo este cambio de actitud tan repentino.

Sara se acomoda en el sofá y coge una de las mantas que se encuentran en el brazo de este y se le echa por encima hasta que se arropa y se queda totalmente cubierta con ella. Parece un gusanito de seda.

- Sé que has tenido problemas con Adam y he pensado que una amiga no te vendría nada mal – dice encogiéndose de hombros.

- ¿Y cómo sabes que he tenido problemas con él? Si a él no le aguantas, por lo que no creo que haya sido él precisamente quién te lo haya contado, y de mí tampoco ha salido nada. ¿Eres adivina o qué? – digo con el cejo fruncido. Sé de sobra que estoy pareciendo muy borde, pero la verdad que esto no me está gustando un pelo.

- No te vuelvas paranoica ahora, chica. Vi anoche a Adam salir con cara de descompuesto de aquí. Iba con pintas de no haber dormido en días y con los ojos tan hinchados que parecía que había llorado. He supuesto que tú serías la causa – dice mirándome con ojos tiernos y parece que me está diciendo la verdad, algo que hace que me relaje. Ya pensaba que Sara también estaba ocultando algo raro, como todo lo que me rodea.

- Lo siento, Sara. Es que llevo unos días malos y lo he pagado contigo. Me alegro de que estés aquí conmigo – le digo ablandándome un poco y sentándome junto a ella en el sofá.

- Tranquila, todas tenemos un día peor que otro. ¿Quieres contarme qué ha pasado? – me dice mientras coloca su mano sobre mi brazo para darme confianza en mí misma, confianza que no llegaría hasta a mí ni por todos los ánimos del mundo.

- No quiero hablar de ello – le indico, algo que es una gran verdad. Ni quiero, ni puedo contarle a Sara que Adam lo ha jodido todo, ha fastidiado todo lo que teníamos por esa maldita profecía. Bueno, no sé ni lo que digo, para él no teníamos nada y ha quedado lo suficientemente demostrado con los hechos hasta ahora acontecidos.

- Bueno no importa, pienso quedarme aquí toda la noche, ¿Qué película te apetece ver? Hay una muy chula sobre ángeles, se llama Fallen – dice con toda la naturalidad y se va hacia la tele para buscar la película.

A mí, por mi parte, los ojos se me van a salir de las cuencas. ¿De verdad, de entre todas las películas del mundo se le antoja ver una de ángeles? El destino es cierto que me odia, cada día lo tengo mucho más claro.

- No. Nada de amor – le digo evitando decir nada de ángeles, para no parecer tan rarita.

- Está bien, ¿Qué te parece una de miedo?

- Expediente Warren está bien – digo mientras cojo mi manta y me arropo con ella, a la vez que Sara pulsa el play.

Agradezco mucho tener la compañía de Sara y poder charlar con alguien. La noche se me pasa rápido mientras vemos la peli, comemos palomitas y charlamos. Ya ni recordaba lo que era tener una amiga, una amiga de verdad con la que compartir cosas y en la que apoyarte.

Casi a las tres de la mañana, decidimos que es hora de dormir, tras tener claro que no vamos a ir a clase al día siguiente. Colocamos mi colchón en el salón y saco también el de Rocío para unirlo al mío y que así Sara no tenga que dormir en el sofá. Nos quedamos dormidas rápidamente hasta que, alrededor de las cinco, comienzo a soñar con unas enormes alas negras y, el dolor de mi corazón se vuelve tan fuerte, que me despierto entre sudores y gritos.

Muy cerca, desde otra perspectiva...

Me encaramo en el alfeizar de la ventana refugiándome entre la oscuridad para que no me puedan ver. La maldita de Sara ha aprovechado el dolor de Paula para intentar acercarse a ella, algo que no me está gustando ni un pelo, pero debo mantener la compostura y no entrar a arrancarle la cabeza de cuajo.

Alrededor de las cinco de la mañana, un grito rompe el silencio de la oscura noche y calándome en lo más profundo de mi viejo y muerto corazón. Paula grita y grita entre temblores y sudores fríos haciéndome sentir completamente impotente por no poder entrar y estrecharla entre mis brazos para que se vuelva a dormir sabiendo que siempre la protegeré, sabiendo que velaré sus sueños y que nada ni nadie podrá tocarla.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2019 ⏰

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