CAPITULO 22

32 10 8
                                    


Ósea no, no, no y no. Mi cara en estos momentos tiene que ser un poema, ya que tengo los ojos abiertos como platos y me duele la mandíbula del rato que llevo con la boca abierta.

La noche me está superando con creces. Me acabo de enrollar con el mismísimo diablo. Yo creo que esto tiene que ser una broma de cámara oculta o algo por el estilo, ya que esto no puede ser. Es que ni de coña esto puede ser verdad. Sin embargo, tengo una cosa más clara que el agua, me da igual que sea el mismo diablo siempre y cuando me siga besando como lo estaba haciendo hasta hace unos minutos.

- ¿Entiendes ya porque tengo que mantenerte alejada de mí? – me repite Adam o Lucifer o como mierda se llame. Le miro a los ojos y veo la tristeza que estos transmiten, algo que hace que mi corazón se derrita.

- No, Adam. No lo entiendo. Me da igual que seas el mismísimo diablo, un ángel caído o que destruyeras tu propio mundo. Eso fue hace millones de años, no puedes flagelarte eternamente por un error del pasado. Un error grande, no te lo voy a negar, pero tienes que aprender a perdonarte. La humanidad ha seguido adelante a pesar de tus errores. – le digo intentando que comprenda que me da igual lo que haya hecho antes, quiero que entienda que lo que me importa es lo que haga de aquí en adelante. - ¿Por qué me salvaste si te ibas a ir? – le susurro al ver que pretende irse.

- ¡ Porque me importas, joder! – grita parándose en seco en el umbral de la puerta.

Me acerco de nuevo y le vuelvo a besar para que vea que no pienso marcharme a no sé qué él mismo sea quien me eche. Adam suelta un pequeño gemido que sale de lo más profundo de su garganta.

- Paula, aún te falta mucho por conocer. Créeme cuando te digo que lo mejor es que te alejes – dice mientras me aparta de sus labios, lo que hace que quiera volver a acercarlo a mí y dejar que me bese hasta que amanezca.

- Cuando te sientas capaz, puedes confiar en mí y contármelo. Me da igual el peligro, Adam. Sé que solo quiero quedarme a tu lado, el resto no me importa una mierda.

Adam se pone en pie de nuevo y me atrae para besarme, de manera que mi corazón se vuelve a desbocar. Le cojo de la camiseta y tiro de él hacia mí para sentirlo más cerca. Introduzco mi lengua en su boca y jugueteo con la suya hasta que necesito aire para poder respirar.

- No me merezco esto, Paula. No merezco nada de lo bueno que me pase y mucho menos merezco que me toques – dice en un tono que no me gusta nada.

- Adam, para de una maldita vez. Yo soy la única que puedo juzgar eso. Yo también tengo mi pasado y tengo cosas oscuras a mi alrededor. No soy perfecta, ni mucho menos – le digo intentando hacer que entre debido a una maldita vez.

- Tengo que irme, Paula – dice mientras se dirige a la puerta de mi habitación y tira del pomo para abrirla.

- ¿Te veo mañana? – le digo con súplica.

Como respuesta, me da un casto beso en los labios y se aleja de mí saliendo del apartamento.

Necesito pensar y comprender todo lo que ha ocurrido esta noche. Me he liado con satán, por así decirlo, pero joder no parece para nada tan malo como lo pintan en las historias, incluso me ha salvado varias veces. El demonio no haría eso ¿no? Joder, estoy realmente aterrada pero no por Adam, no por que sea quien es, sino por miedo a que decida alejarse de mí.

En la parte de fuera del edificio...

Salgo corriendo del apartamento de Paula y bajo hasta la recepción, firmo el registro de visitas y echo a andar hasta mi nuevo coche, ya que el otro quedó destrozado en el accidente y ahora mismo yace en el fondo de la laguna de Teatinos, ya que lo llevé allí para deshacerme de él.

Conduzco sin parar con las manos tensas sobre el volante, tanto que se me ponen los nudillos blancos. Intento no pensar en nada durante todo el trayecto, ya que no quiero volver a estamparme contra un muro o contra otro camión. Tras unos quince minutos conduciendo sin parar, aparco el coche en el garaje y subo por las escaleras que llevan hasta el salón.

Me alegro cuando veo que Rocío no está merodeando por allí y me voy hasta el minibar para echarme una copa y sentarme en el sofá para intentar pensar en todo lo que ha ocurrido esta noche.

Para empezar, Paula ha sido lo suficientemente lista como para descubrir el secreto que llevo años guardando y yo he sido demasiado tonto contándole la verdad. Sólo he conseguido aumentar el peligro en el que ya se encuentra.

Jamás me había sentido así, con este miedo enorme a que le pueda pasar algo. Normalmente, yo soy el malo de la película, yo soy quien provoca el miedo a los demás, nunca había tenido miedo a perder algo o alguien, ya que nadie me había importado lo suficiente. Sin embargo, Paula está consiguiendo sacar la poca luz que hay en mí.

Cuando he tenido el coraje suficiente para sellar su boca con la mía, he sentido que estaba de nuevo en el cielo, ha sido la mejor sensación que he tenido en mi larga y mísera vida. No sé qué va a pasar a partir de ahora, ni sé cómo voy a conseguir controlar esta situación en la que me encuentro completamente perdido. Lo que sí tengo claro es que voy a proteger a Paula de quien haga falta, incluido de mí mismo.

TÁNATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora