33. Pequeña espada

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Ragnak

En mi época, Gabriel me asesinó para que las voces no influenciarán en mí, a pesar de que elegí a la mariposa. Me separé de Mirra para que esto no siguiera ocurriendo y me entrenó para ayudarme con lo que se venía en este tiempo. No terminé el entrenamiento, aunque nunca lo comprendí, sé que el arcángel me ocultó algo, aunque nunca tuve idea del qué.

Hasta ahora.

Todo el mundo sabe que puedo ser el que arruine los planes del último restaurador, ya que mi presencia le afecta a Agatha, pero aun así, Gabriel me dejó ir. A lo que me refiero es que a pesar de que las voces me trajeron a la vida otra vez, el arcángel lo permitió ¿Por qué estoy enterado de esto? Pues no tengo idea qué hace mi pequeña espada de ángel incompleto entre mis pertenencias.

Observo el arma, podría considerarse cuchillo porque no es una hoja larga, ya que no terminé mi entrenamiento, pero lo que más me intriga es que con esto puedo matar lo que sea, después de todo Gabriel me mató con una de estas, aunque más imponente y no tan mini como la mía.

Que bueno que no tengo cerca a nadie malpensado, porque suena muy mal ese pensamiento de los tamaños.

Oculto el arma y dejo de observar la sala donde hablan el tal Rein y Emmet, me giro encontrándome con Maik, lo conozco porque tuve que investigar quienes estaban en vida mientras yo me encontraba en mi entrenamiento.

—¿Eres un ángel? —me pregunta.

Miro mi única ala, ya que estoy en mi forma masculina y en este físico me he quedado sin una, luego vuelvo a observarlo para responderle.

—Más o menos, problemas técnicos, pero casi que sí.

—¿Viste todo lo que sucedió, cierto? ¿Creés que Rein tiene salvación? —cuestiona preocupado —Lo he visto cambiar tantas veces, que asusta.

—No sé si soy el indicado para decirlo, los ángeles son muy directos en asuntos de juicio, pero teniendo en cuenta mi otra especie, todos tienen salvación.

—¿Eso creés?

—Sí, al menos eso dice mi vieja intuición de restaurador.

—¿Eres como Darren? —pregunta sorprendido.

—Era —contesto pensativo —tengo parte de esa especie, pero no es lo mismo, es muy ambiguo el concepto de lo que soy —Me río sin humor —. Sinceramente no puedo definirme como nada —Suspiro y me giro para irme —. Si te sirve de ayuda, sería mejor que hables con Darren, pero no para pedirle consejo, para avisarle que mientras ha intentado recuperar la humanidad de Agatha, Rein ha perdido la suya, así que las voces no son el único problema.

Me alejo mientras camino en dirección contraria a él y cuando estoy en otro pasillo, veo a Lennard correr hasta mí, sonríe feliz.

—¡Te encontré! —Alza las manos y luego las baja —¿Te has preocupado por mí? —pregunta con esperanzas.

—Sí, pero luego me di cuenta que Agatha te mandó por ese portal para hacerme sufrir a mí, así que se me pasó —confieso.

Por eso pude encontrarla antes, su magia no funcionó porque no tengo a la mariposa cerca. A pesar de ser una ventaja, eso aún duele.

Lennard hace puchero.

—Malo.

Ruedo los ojos.

—Estás bien ¿Cuál es el problema?

Bufa y mira hacia un costado.

—¿Ya hablaste con tu amorcito? —dice molesto refiriéndose a Agatha.

—Sí, le expresé que todo lo que tenía que decirle.

Me observa confundido.

—¿De verdad? —Alza una ceja —¿Y ahora qué? —Levanta los puños y grita emocionado —¡¿Volvemos?!

—¡No! —expreso indignado.

—¡¿Por qué no?! —se queja —¿Ya no me amas? —Me hace ojitos de pobrecito.

—No voy a responder eso —respondo en seco.

—¿Por qué? —Sigue con su puchero.

—Porque es complicado, por eso.

—¡¿Qué es complicado?! —Levanta los brazos otra vez al gritar.

—No tengo ganas de charlar, Lennard —Bufo.

—Ya hablaste con Agatha ¿Qué más tienes que pensar?

—Quiero llorar pero no me sale —confieso.

Abre levemente su boca y se queda un pequeño momento mirándome.

—¿Quieres un abrazo?

—No.

—Quizás te sientas mejor —insiste.

—No.

—¿Pero qué quieres hacer entonces? —exclama nervioso.

—¡Ni idea! Nunca pensé que este día llegaría, he pasado una eternidad buscando a Agatha, para decirle lo que pienso y ahora no estoy seguro de cómo proseguir.

—¡Por eso te digo que ya podemos irnos, vayamos con nuestros hijos! —Vuelve a insistir.

—No comprendes, hace tiempo que terminó mi vida contigo, tengo que volver al cielo y descubrir qué planea Gabriel.

—¿La qué te mató? —expresa estupefacto.

—Es un hombre —lo corrijo —, pero sí, él me asesinó hace mucho, ahora somos amigos.

—Pero Ra...

—Entiende que estamos en líneas diferentes —dictamino.

—No me importa —exclama enojado —¿Y qué hay con tu obsesión con Agatha? ¿Te vas y ya? ¿Nada más?

—Solo la nombras porque es lo único que me retenía aquí, incluso aunque te duela.

—Sí pero... ¿Lo aceptas así de fácil?

—Claro que no, pero igual tengo que hacer cosas aquí, así que quita esa cara como si me fuera a morir.

Abre sus ojos en grande emocionado.

—¿Qué? ¿Qué tienes que hacer?

Saco la pequeña espada que guarde en mi larga chaqueta y la observo determinado.

—No tengo idea, pero lo descubriré.

Corazón Oscuro #9Donde viven las historias. Descúbrelo ahora