Corazón Oscuro #9

44. Traer desgracia

Agatha

—¿La diosa Luna? —decimos perplejas pero acto seguido comenzamos a carcajear —¡Que buen chiste! Ja, ja, ja, cuéntate otro.

La mujer ni se inmuta ante nuestras burlas, luego sonríe despacio.

—Comprendo que no me crees, los dioses no van por ahí caminando en el mundo terrenal, de hecho esta es una proyección de mi ser.

Dejamos de reírnos y la miramos detenidamente.

—¿Te burlas de nosotros? Hasta la diosa de las brujas tuvo que tomarse un cuerpo para venir hasta aquí —recordamos a Aradia.

—Ah sí, una buena amiga.

—Finjamos que te creemos ¿Qué mierda haces aquí?

Mira hacia el suelo y está mojado, de hecho toda habitación, las puntas de nuestros vestidos se encuentran empapadas.

El cuarto se ha vuelto una enorme laguna.

—Mil disculpas, mi presencia desequilibra el movimiento del agua, es la fuerza de gravedad, a pesar de que solo sea una proyección —Su vestido se moja mientras avanza hasta nosotras —. Sinceramente se me agotan las opciones, pero debo evitar que continúes con esto.

—¿El qué? —La miramos raro.

—Tú y Borja, no pueden estar juntos.

Nos reímos.

—Que divertido, cálmese señora, no tocaremos a su lobito favorito.

—No entiendes la gravedad del asunto —Una suave brisa aparece en el cuarto y mueve su cabello plateado —. Retráctate de esos sentimientos que estás aceptando.

—Nadie nos va a decir que hacer, ni siquiera una diosa.

Alza una mano y la cierra en un puño, de repente sentimos como el agua de nuestro cuerpo nos empieza a asfixiar, nos ahogamos.

—Puedo ser una proyección, pero puedo ser muy persuasiva —expresa mientras nos agachamos en el suelo y mojamos parte de nuestro vestido, ya que la laguna sigue creciendo —. No puedes estar con Borja, traerás desgracia al futuro.

—Podemos —corregimos cansadas de que nos trate en singular.

Movemos nuestra mano, abriendo un portal, varias de nosotras dentro de uno de nuestra forma de Arien, sale de allí, agarrándola por detrás, pero la mujer desaparece, entonces volvemos a respirar. Nos giramos a mirar al ventanal y otra vez la enorme luna está en el cielo, como si nunca se hubiera ido de allí, pero el agua en el suelo de nuestra habitación nos recuerda que no es así.

"¿Qué le pasa?"

"¿Qué quiere esa loca?"

"Miren quienes hablan".