3. Soledad

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El sol me llega en la cara, pero no quiero abrir los ojos. Me siento tan bien aquí, acostado. Raspy se coloca al lado mío, ¿o será Hachi? Qué más da, la voy a acariciar. ¡Pero qué coño es eso! En lugar de sentir el suave pelaje de alguna de mis gatas, sentí un cuerpo humano. Abro los ojos. Claro, estamos en el auto, y a mi lado está la chica de la tienda de videojuegos. Joder, que puto susto me he dado.

Espero unos segundos a que mi respiración se calme, y noto que la chica tirita de vez en cuando, así que decido despertarla.

—Eh, muchacha —susurro. La chica abre los ojos desconcertada, pero luego parece saber dónde está. Creo que le ha pasado lo mismo que a mí —¿tienes frío?

—La verdad es que sí... un poco —me contesta. A pesar de que el sol brilla, no calienta nada. Es un sol mentiroso de mediados de noviembre. Me acerco a ella y la abrazo para darle calor. Ella se acurruca en mi pecho.

—Oye, con todo lo que ha pasado, aún no sé ni tu nombre —le digo.

—Ayelén.

—¿Cómo?

—Que me llamo Ayelén, coño.

—Lo siento, es que nunca había escuchado ese nombre —me disculpo. Nunca había escuchado esa palabra siquiera.

-—Normal. No es una palabra española, es mapuche, de allá de Chile.

—¿Eres chilena?

—Más o menos. Mi mamá es chilena y mi papá español. Yo nací allá en Chile, pero como a los ocho años me vine a España y pues eso.

¡Aaahhh! un grito nos sobresalta. Alexby se sienta rápidamente y se agarra el brazo derecho con la mano izquierda. La herida que se hizo ayer ha comenzado a sangrar.

—Joder, Mangel —dice Alexby con lágrimas en los ojos.

—Perdóname, tío, que no ha sido a posta —responde Mangel con cara de preocupación. Aparentemente le pasó a llevar el brazo entre sueños y le ha abierto la herida.

Ayelén se sienta y observa el brazo de Alexby. Le pide que se saque con cuidado la chaqueta que está rota en el lugar de la herida. Alexby obedece y hace lo que le pide haciendo varias muecas de dolor. Cuando la chaqueta está en suelo, podemos ver la real magnitud de la herida. Es más horrible de lo que parecía anoche con la luz de mi celular. Pareciera, y no estoy de coña, que se hubiese arrancado un pedazo del antebrazo.

—Hay que llevarte al hospital —dice Ayelén. Alexby intenta colocarse la chaqueta, pero al parecer, ya no puede rozar nuevamente la herida de su brazo, así que solo se la coloca encima, como si fuese una capa.

Mangel abre la puerta de la furgoneta. Yo saco mi móvil del bolsillo para ver qué hora es, pero se ha descargado. Me cago en apple y todos sus productos. Salimos uno a uno de la furgoneta. Cuando piso suelo firme, miro a mi alrededor. La luz del sol hace que todo se vea mucho peor que ayer.

La mitad de los edificios que debiesen estar erguidos no existen, los autos están abandonados, no se mueve ni una hoja. Salimos del estacionamiento. Ayelén no deja de tiritar, así que le paso mi chaqueta. Da igual porque tengo una sudadera que también me abriga. Dios, debí prestarle la chaqueta anoche, pero venga tío, que estábamos todos muy nerviosos y no pensaba con claridad.

Caminamos sobre edificios destruidos. Ahora que lo pienso, es un milagro que estemos vivos. A nuestro alrededor solo hay pedazos de concreto tirados en el suelo. Lo que alguna vez fueron edificios o casas, ahora no son más que ruinas. Mangel, que está a mi lado, ahoga un grito y se detiene en seco.

—¿Qué pasa? —le pregunto. Apunta hacia algo, y sigo la dirección de su dedo. Dios. A unos dos metros de nosotros, se ve bajo algunos escombros, el cuerpo de un hombre . Está boca abajo, pero está claro que está muerto. Dios, Dios, Dios, joder. Nunca había visto un muerto.

—Quizás cuántos muertos habrá debajo de nosotros —murmura Alexby.

Los cuatro bajamos la mirada. Cuántos muertos habrá. Hostias, se me revuelven las tripas de solo pensarlo. Seguimos caminando. Intento no pensar en cuántas vidas se habrá llevado esa explosión, pero no deja de venirme a la mente el cadaver de aquel hombre. Me siento extrañamente solo.

—¿Y si el hospital ehtá dehtuido también? —pregunta Mangel —Ehtá todo por loh sueloh.

—Vamos por las ruinas a buscar algo para curar a Alexby —contesta Ayelén —Si dejamos su herida así se puede infectar.

—Es como una película —dice Alexby —una de supervivencia... como un juego... solo debemos arriesgarnos y ganar.

—Sí, hemos ganado muchos juegos así, ¿o no, chicos? —los animo.

—Claro que sí, Rubiúh. Ehto eh como dehbloqueá algún logro o cumplir una misión —dice Mangel.

—La misión de ahora es encontrar el hospital y curar a Alexby —completa Ayelén.

Me siento más animado. A pesar de la soledad y la destrucción a nuestro alrededor, por nuestra experiencia en videojuegos, sé que podemos salir de esta.

Youtubers en Zombie Land [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora