Sigo al padre de Ayelén por el pasillo hasta llegar al salón. Cada vez me cuesta más caminar. Mierda. Me está costando respirar, casi no siento las piernas, se me empieza a nublar la vista. Joder, joder, ¿qué me está pasando? Todo me empieza a dar vueltas, intento dar otro paso, pero mi cuerpo cae pesadamente. Veo todo borroso y como en cámara lenta. Se acerca gente... no puedo ordenar las ideas... me cago en to...
Abro los ojos. Estoy recostado en un lugar muy blanco. Veo una luz sobre mí que es demasiado brillante. ¿Estoy muerto? No se siente tan mal. Siento una vaga y extraña felicidad. Un momento. Estoy respirando. Miro a mi derecha. Ah, claro, estoy en una de las salas de este edificio. Tengo conectado un suero a mi antebrazo. Estiro y empuño los dedos. Ya se fue el entumecimiento, y puedo moverme con normalidad. Pero ¿para qué moverme? Aquí estoy muy bien...
Una mujer con bata entra. No sé cuánto tiempo habrá pasado, pero ya no me siento feliz. La mujer se acerca al suero y anota algo en un cuadernillo. Me incorporo y me saco la aguja que me conecta con el suero.
- Wait, you can't move - dice la mujer poniéndose frente a mí.
- Why not? - le pregunto. Me siento bien y tal, no entiendo por qué no debería moverme.
- Are orders.
- I must see my friend - respondo y le doy un pequeño empujón para sacarla frente a mí. La mujer va hacia un teléfono mientras yo me pongo de pie y salgo de esa sala.
Salgo por el pasillo y llego nuevamente al salón. A ver, a ver, dónde estaba Ayelén. Miro a todos lados para orientarme. Ya lo recuerdo. Avanzo rápidamente por el pasillo blanco y me pongo frente a la puerta donde dejé a mi amiga. Dios, por favor, que pueda abrirla. La empujo. Bien, está abierta. La abro completamente y se me cae el alma a los pies.
No hay nadie.
Joder, no. No puede ser. Siento un vacío el pecho. No, Ayelén ¡No! Me arrodillo y coloco mis manos en la cara. No puede ser, no puede ser. Joder. Tanto esfuerzo, todo este puto viaje para nada. Mierda, las lágrimas salen de mis ojos, y no puedo dejar de sollozar. Joder, joder, por qué. ¡Por qué! No es justo. Estamos salvados gracias a ella. Por qué tuvo que acabar así. Qué voy a hacer ahora. Mierda, es todo mi culpa. Perdóname Ayelén. No debí separarme de ti, no debí dejarte sola, no debí romper mi promesa. Perdóname, perdóname, perdóname.
Siento que alguien se coloca junto a mí, pero no me importa. Ya no me importa nada. Sigo arrodillado, llorando. La persona me coloca una mano en el hombro, pero nada me va a reconfortar. Mierda, por qué. Por qué tuvo que pasar esto. La persona se arrodilla junto a mí.
- ¿Por qué lloras?
No. No me lo creo. Saco las manos de mi cara y ahí está, junto a mí con cara de pregunta. Es Ayelén. ¿Estaré soñando? ¿Será una alucinación? Acerco mi mano a su rostro con miedo, y le acaricio la mejilla. ¡Es ella! ¡Es real! Joder. La abrazo con fuerza. Dios, no puedo dejar de llorar, pero esta vez son lágrimas de alegría. Ella me devuelve el abrazo. Estamos un buen tiempo así.
- Creí... creí que estabas muerta - le digo sin soltarla.
Ella me acaricia el pelo y la espalda suavemente. Dios, no puedo creer que esté aquí, prácticamente sana. Dejamos de abrazarnos y ella me sonríe.
- Pues no lo estoy. Ven, vamos a un lugar más cómodo - me dice poniéndose de pie con dificultad y toma unas muletas. Yo la imito y la sigo hacia el ascensor. Aprieta un número y subimos. Al abrirse la puerta, entramos a un lugar que parecera ser de otro edificio. Es una especie de cafetería, con mesas y sillas de varios colores, también hay sillones con pequeñas mesas de centro. Vamos hacia una mesa y nos sentamos.
- Oye, te ves mucho mejor - le digo sonriendo.
- Sí. La cura resultó a la perfección. Mi padre dice que hubo un par de horas críticas, pero que luego todo funcionó muy bien. Hoy ya estoy como nueva - me responde sonriendo. Un momento ¿hoy?
- ¿Cuándo llegamos aquí? - le pregunto.
- Ayer... de hecho, en un par de horas llegarán los demás.
- Joder. Me siento muy perdido.
- Es que la cura preventiva fue muy fuerte. Como estabas débil, no habíamos comido muy bien desde hace varios días, te afectó demasiado. Por eso te desmayaste y tuvieron que darte un suero y eso - me dice Ayelén.
- ¿Cómo lo sabes?
- Hoy cuando desperté, pregunté por ti, y mi padre me contó. Fui a verte pero ya no estabas en tu habitación...
- Había ido a buscarte - le digo y me sonrojo un poco. Que gilipollas - no quería que estuvieses sola.
Ayelén toma mi mano y me sonríe. Yo le sonrío de vuelta. Nunca pensé estar tan feliz de ver a la chica frente a mí.
- Gracias, Rubius. Si no fuera por ti... yo estaría muerta ¿sabes? Ahora solo tengo que seguir un tratamiento y estaré bien - me dice acariciando mi mano.
- ¿Qué tratamiento?
- Debo inyectarme el suero contra el virus todos los días durante un año. Los virus no pueden eliminarse, solo dejar que cumplan su ciclo, y estas inyecciones le ayudan a mi cuerpo a combatirlo y así no convertirme un un zombie - dice Ayelén seria. Luego me mira a los ojos - Puedes darte una ducha si quieres.
No sé por qué me da tanta risa su proposición. Al mirarla mejor, me doy cuenta que ella tiene el pelo limpio y ropa nueva, lo que más extrañaba mientras estuvimos en Madrid, y sigo riendo. Pero joder, sí, necesito una ducha y ropa limpia, así que asiento con la cabeza. Ayelén ríe débilmente. Se pone de pie y me guía, por este mismo piso, a unos baños gigantes. Le pide ropa y unas toallas a un hombre que está en la puerta del baño. El hombre asiento, abre un mueble, me mira y me entrega un conjunto de ropa completo y un par de toallas. Ayelén se sienta en unas bancas mientras yo entro para bañarme.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que me duché? Siento que hubiesen pasado meses, pero solo han sido algunos días. En pocos días, Madrid se convirtió de una bella ciudad a un agujero del diablo lleno de muertos vivientes. Perdimos amigos, familiares, vecinos. perdí seguidores, casi pierdo a Ayelén. Todo por el maldito gobierno. Del estúpido presidente. No sé qué hacré de mi vida. Pero no creo que vuelva a España.
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Youtubers en Zombie Land [Finalizada]
FanfictionRubius, Mangel y Alexby se darán cuenta de la peor manera que todas las horas que gastaron jugando y viendo películas no serán suficientes a la hora de sobrevivir en una ciudad llena de muertos vivientes. Con la ayuda de Ayelén, una chica que vende...