27. Desesperación

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Abro los ojos lentamente. De día, el techo de la iglesia se ve mucho más alto. Nada se mueve a mi alrededor. A pesar de que el sol se cuela por las ventanas, creo que los demás siguen durmiendo. Me estiro para desperezarme. Un momento, yo estaba durmiendo junto a Ayelén. Miro a mi derecha y no la veo, me siento y miro a mi alrededor ¿Dónde estan todos? Estoy solo.

Me pongo de pie y voy hacia el ventanal que rompí para que pudiésemos entrar, pero está intacto. ¿Qué cojones?  Voy hacia la puerta y la golpeo, pero no se mueve. Corro hacia una imágen de algún santo que no conozco y tomo un florero que se ve muy maciso, pero no pesa nada. Voy al ventanal más cercano e intento romperlo. No funciona. Tomo un candelabro de bronce y golpeo el vidrio nuevamente. No pasa nada. Joder, joder, joder, intento gritar, pero ningún sonido sale de mi boca. Mi corazón late muy rápido. Me tomo el cuello, ¿qué cojones está pasando? Las imágenes se acercan, la iglesia comienza a hacerse más pequeña, mierda, estoy atrapado.

Abro los ojos de golpe. Hostia puta, era una pesadilla. La iglesia está clara, creo que está amaneciendo. Me paso la mano por la frente, estoy sudando frío. Al mirarme la palma de la mano, me doy cuenta que no es sudor. Es sangre. Mi corazón vuelve a latir rápido ¿Me hice alguna herida? Pero no me duele nada. Me giro para despertar a Ayelén que está durmiendo a mi lado, dándome la espalda. La muevo suavemente, pero no reacciona, 

- Ayelén, despierta - le digo algo más fuerte, pero no me responde. La doy vuelta para que quede boca arriba. Tiene los ojos abiertos, y mucha sangre sale de su boca. 

- ¡Ayelén! - grito con desesperación. Joder, ¿qué pasó? La tomo por los hombros y sigo gritando su nombre, pero veo en sus ojos que ya no hay nada que hacer. Está muerta.

La suelto temblando, ¿cómo es que nadie ha oído mis gritos? ¿dónde están los demás? Me cago en todo. Camino sin fuerzas hacia el altar, y veo a Mangel en el suelo. No puede ser, no tú, Mangel. Corro hacia él y me arrodillo a su lado, mientras las lágrimas corren por mi cara. Tiene sangre en el pecho. Mierda, Mangel, responde. Respóndeme, cabrón, no me puedes dejar. ¡Abre los ojos, Mangel! No me puedes dejar solo... no puedes, Mangel... Mangel, despierta... despierta... despierta...

- Despierta.

Abro los ojos, pero está oscuro aún. Joder, no de nuevo. 

- Rubius, ¿estás bien? Te agitabas mucho... y estás sudando - me dice Ayelén, que está sentada a mi lado, con su cara frente a la mía. 

- ¿Estoy despierto? - pregunto mientras me siento.

- Supongo que sí - responde Ayelén. Entonces la abrazo, y no puedo evitar que más lágrimas salgan de mis ojos - no pasa nada, Rubius, está todo bien. 

- ¿Y Mangel? - le pregunto soltándola.

- Pues durmiendo, como todos - me responde indicando el lugar donde mi amigo está durmiendo. Está con la boca abierta, y veo cómo su pecho sube y baja. Respira, está vivo. Mierda, malditas pesadillas. No quiero volver a cerrar los ojos. Me paso la mano por la frente y la miro. Solo hay sudor. Me pongo de pie y voy a sentarme a una de las bancas. Ayelén se sienta a mi lado, sin decir nada, sin tocarme, solo está.

Dios, si existes... joder, esto es tan extraño... perdón por la palabrota, es que estoy acostumbrado a decirlas... en fin, sé que nunca te hablo, ni rezo, ni nada. Pero si estás ahí, si me oyes... me siento estúpido, pero en algo tengo que creer... si estás ahí, por favor, no dejes que nadie más muera, no podría soportarlo... ya suficiente tengo con el apocalipsis zombie del que estamos arrancando, y lo demás también. Nos hemos esforzado tanto... cuídalos, por favor. Cuídalos a todos.

Ayelén apoya su cabeza en mi hombro, creo que está durmiendo. La miro y efectivamente tiene los ojos cerrados y respira de forma acompasada. No puedo evitar recoradar mi sueño, la pesadilla, y angustiarme con la imagen de ella y Mangel muertos. Pero verla aquí y a Mangel y a todos los demás me relaja un poco. Están todos vivos y eso es lo importante. Poco a poco cierro los ojos. No quiero dormir, pero estoy muy cansado.

Siento la luz en mi rostro, ¿estaré soñando otra vez? Abro los ojos con miedo. A mi lado está Ayelén con los ojos cerrados, pero aún respira. Miro hacia todos lados. Creo que no es un sueño, todo es muy real. La ventana que rompí sigue quebrada, y los demás están en el mismo lugar de anoche. Para estar bien seguro, me doy un pellizco en la pierna... ¡Hostias! estoy despierto, y seguramente ahora tendré un moratón. Seré gilipollas.

Alexby se levanta y despereza. A su lado, Mangel y Francisco abren los ojos. Francisco mueve un poco a Lucía para que despierte, y Álvaro se sienta rápidamente. Muevo a Ayelén y abre los ojos. Me mira y le sonrío, a lo que ella me devuelve el gesto. Nos ponemos de pie y nos juntamos con los demás. 

- ¿Qué tal dormistéis? - pregunta Álvaro a nadie en particular.

- Mejor que nunca - responde Lucía mirándonos con una sonrisa a Mangel, Alexby y a mí. Nos reímos alegres, qué ilusión debe ser dormir junto a las personas que admiras, aunque seamos nosotros que no tenemos nada más especial que subir videos en youtube.

- Bueno, qué haremos hoy - pregunta Francisco. 

- Primero debiésemos comer - responde Alexby - y ya que tenemos el auto, no es necesario tener prisa.

- Y tiene mucha gasolina, no os preocupéih de eso - dice Mangel. Sería horrible que pasara lo mismo que con el primer coche que encontramos.

Ponemos la comida y el agua que nos queda al medio de nosotros, y lo dividimos en dos. Solo quedará comida para hoy. 

- ¿Mañana a qué hora vendrían a las afueras de la ciudad? - pregunto.

- A medio día - responde Ayelén. 

A medio día. Mañana a medio día seremos libres. Por fin libres. 

Youtubers en Zombie Land [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora