No hay mucho que hacer aquí. Ni siquiera hay música o alguna pantalla para ver pelis como en los aviones. Nada. Ya me quiero bajar y no llevamos ni dos horas de viaje. Joder. Ayelén no se ha movido mucho. Ahora está mirando por la ventana.
- ¿A qué parte de Estados Unidos llegaremos? - pregunta Ayelén.
- A Los Ángeles - responde Melody - directamente al laboratorio en el que están trabajando con el virus.
- ¿Y los demás dónde llegarán? - pregunto.
- A Los Ánegeles también. Van a hacerles pruebas a todos para ver si tienen el virus o algo así. No lo sé bien, pero todos los que estuvieron en Madrid en el momento de la expansión tendrán que hacerse pruebas.
- ¿Expansión? - pregunta Ayelén dejando de mirar por la ventanilla y mirándome con el ceño fruncido.
- Así es como llamamos a lo que ocurrió - dice Melody - no podemos llamarlo ataque, porque no estamos seguros de nada. Ahora voy a apagar los auriculares, porque no me puedo distraer.
La piloto toca algún botón de los audífonos. Ahora podrá ignorarnos. Ayelén suspira y vuelve a mirar por la ventanilla. Así que expansión... ¿Para qué habrán hecho esto en Madrid? Seguro fue el gobierno, ¿pero el Español? ¿Y qué tal si de verdad fue un ataque? ¿Quién cojones nos atacaría de esa forma? Mierda, hay tantas cosas que no entiendo.
Decido imitar a Ayelén y miro por la ventanilla. Es bonita la vista, el suelo se ve lejano y a veces la vista es interrumpida por algunas nubes. Los Ángeles. Allí viven Willy y Vegetta. Quizás cuando estemos bien, podremos ir a visitarlos. También a Luzu y Lana. Como en los viejos tiempos. Joder, pero no. ¿Qué hare con mi vida ahora? Ya estamos salvados. ¿Seguiré en youtube? Bueno, no tendría porqué dejarlo. Ah, coño, pero no puedo dejar de pensar en los zombies. En Madrid. Quizás esto haya sido el primer ataque de una guerra mundial o algo. Y ver a mis amigos morir... Dios, la gente va a querer que les cuente todo, pero no quiero. Mierda, no quiero que me pregunten nada. No podría cdecir nada de esto en ningún video.
- Rubius, ¿cuál es tu videojuego favorito? - me pregunta Ayelén de pronto. Me está mirando y sonría un poco. La pregunta está tan fuera de contexto de nuestra situación que me río un poco antes de contestar.
- Guau, que difícil pregunta. No lo sé, han sido muchos - me quedo en silencio algunos momentos. Mi juego favorito... ah, ya sé - Beyond two souls. Creo que ese ha sido uno que me ha marcado mucho. Y bueno, Skyrim también le tengo cariño, porque gracias a él pude surgir en los videos.
Ayelén sonríe nuevamente y asiente con la cabeza.
- Es muy bueno, y el final... joder, nunca esperé que Aiden y Jodie... por eso estaba con ella siempre... - dice la chica hablando entrecortadamente.
- Sí, y bueno, todos los finales dan como para un segundo juego - comenté.
- Si muero, no seré como Aiden... no volvería...
- Pero Ayelén, hostias, no te vas a morir - le digo enojado.
- Todos moriremos, Rubius.
- Joder sí, pero no ahora - le replico - no pienses en eso. Te vas a salvar.
Ayelén se encoge de hombros, se apoya en el asiento y cierra los ojos. Me acerco a ella y la rodeo con un brazo. No te puedes morir, coño, que por eso estamos viajando.
Las horas pasan lentamente. Hay algunas turbulencias, unas nubes negras que aparecen. El helicóptero se agita como condenado. Abrazo a Ayelén, pero la chica parece no darse mucha cuenta de lo que pasa. Melody sube más el helicóptero hasta estar nuevamente sobre las nubes. Se forma una pequeña capa de hielo en las ventanillas y siento que me falta un poco el aire. Me cuesta respirar, y debo hacerlo a grandes bocanadas. Cuando dejamos atrás la nube negra, volvemos a la altura en la que estábamos. Ya está oscuro. Es muy raro, como si el día hubiese durado menos de lo que debería.
Miro a Ayelén, que está más pálida que cuando nos subimos, pero extrañamente tiene las mejillas sonrojadas. Le toco la frente. Mierda, está hirviendo en fiebre.
- ¿Falta mucho para que lleguemos? - pregunto, pero Melody no me contesta. Mierda, verdad que apagó sus audífonos. Me acerco un poco a ella y le toco el hombro. La piloto se sobresalta y da un brusco movimiento con el helicóptero. Me mira y yo le apunto los audífonos. Ella los prende otra vez.
- ¿Qué pasa? - pregunta algo molesta.
- ¿Cuánto falta para llegar? - vuelvo a preguntar. Ella niega con la cabeza.
- No más de una hora - me responde y vuelve a apagar los audifonos.
Vuelvo a mi puesto. Joder, tengo que bajarle la fiebre de algún modo. A ver, aver. Bueno, si está con el cuerpo caliente, no debería estar tan abrigada. Le doy suaves golpes en la mejilla para que despierte. La chica abre los ojos, y parece perdida. Le sonrío y le saco la chaqueta y el chaleco. La recuesto con su cabeza apoyada en mis piernas, y le tiro aire con mi mano. Ella vuelve a cerrar los ojos y suspira.
La última hora de viaje se me hace jodidamente eterna, hasta que por fin veo luces de la ciudad. Dios, es tan extraño, hay tanta vida. Si algo hubiese salido mal en sus laboratorios, esta ciudad habría quedado como está Madrid ahora.
- Ya vamos a aterrizar - dice Melody y comienza a bajar el helicóptero. Estamos muy alto, y cuando se detiene, seguimos muy arriba. Supongo que estamos sobre un edificio. Esperamos hasta que se detienen completamente las hélices. Despierto a Ayelén y la ayudo a incorporarse. Luego la tomo en brazos y bajamos.
Tenía razón, es un helipuerto en lo alto de un edificio. Al bajar me llegan lejanos los sonidos de autos, y las luces de la ciudad iluminan toda la oscuridad. Desde aquí no se ven las estrellas. Es una ciudad viva. Nos están esperando un hombre con bata blanca.
- Buenas noches, yo los guiaré - dice y comienza a caminar hacia una puerta. Yo lo sigo y Melody va detrás mío. Entramos al edificio y bajamos unos escalones hasta llegar a un ascensor. Nos subimos y el hombre aprieta un piso que no alcanzo a ver. Ayelén comienza a tiritar. La miro y sigue con las mejillas sonrojadas y los ojos cerrados.
Cuando el ascensor abre sus puertas, llegamos a un amplio salón de color blanco inmaculado, en el cual hay un mesón como de recepción y varias personas con batas blancas. Nosotros desentonamos, con nuestras ropas sucias y rotas. Nuestro guía nos lleva a una puerta, y la abre.
- Coloca a la infectada en la camilla, por favor - dice. Yo le obedezco y dejo a Ayelén recostada. Ella me mira con angustia y me toma débilmente la mano - ahora debe salir.
Miro a Ayelén y le acaricio el rostro. Le suelto la mano y me alejo mientras ella comienza a agitarse. Una mujer con bata se acerca a ella y le inyecta algo que la relaja. Miro por última vez su rostro y veo una lágrima caer por su mejilla. Mierda, la estoy dejando sola. Cuando salgo de la habitación, el hombre que nos guió sigue aquí.
- ¿Qué le vana hacer? - pregunto.
- Pruebas.
- ¿Pruebas de qué? - en serio, por qué no la están curando ya.
- Pruebas para ver si tiene el virus...
- ¡Pero qué coño! ¡La mordió un puto zombie, claramente tiene su jodido virus!
- Es el protocolo.
- ¡Protocolo mis cojones! - malditos protocolos - si no la curan ahora se va a morir, joder.
- No podemos hacer nada más, joven.
- ¡Mierda!, por culpa de ustedes mi ciudad está destruída, la gente está muerta, y mi amiga está a punto de morir ¡Y les importa una puta mierda!
- No hay nada...
- ¿Y saben qué? El parguelas que inventó el puto virus es el padre de mi amiga.
- ¿El doctor Maynart?
- Sí. Dígale, de mi parte, que su hija Ayelén Maynart Romero va a morir por su culpa.
El hombre de bata blanca me mira serio y se dirige al mesón del salón. Lo sigo con la mirada, pero me quedo aquí. Joder, tengo tanta rabia. Mierda, los odio a todos, me cago en todos los putos científicos. Me apoyo en la puerta. Perdóname, Ayelén. Perdóname por dejarte sola.
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Youtubers en Zombie Land [Finalizada]
FanfictionRubius, Mangel y Alexby se darán cuenta de la peor manera que todas las horas que gastaron jugando y viendo películas no serán suficientes a la hora de sobrevivir en una ciudad llena de muertos vivientes. Con la ayuda de Ayelén, una chica que vende...