Está atardeciendo y me estómago gruñe de hambre. Tengo la boca seca y los labios partidos. Tengo mucha sed. Mientras caminamos hacia mi departamento, las casas, los negocios, todo a nuestro alrededor está cada vez más destruido. Miro al suelo. Tengo miedo de lo que pueda encontrar.
Mangel y Alexby, que van delante de mí, se detienen. Hemos llegado. No me atrevo a subir la mirada.
—Joder... —susurra Alexby.
Me armo de valor y miro hacia mi edificio. El alma se me cae a los pies, siento que el corazón se me paraliza, me cuesta respirar, se me aprieta el estómago. Allí, donde estaba mi edificio, mi piso, mi hogar, no hay nada. Está todo en el suelo, solo hay escombros, pedazos de puertas, ventanas rotas, pero nada parecido a lo que antes llamaba mi casa. Comienzo a correr. Subo por los escombros y escarbo entre ellos. No puedo quedarme así, sin hacer nada.
—¡Hachi! —grito desesperado —¡Raspy!
Me arrodillo y sigo moviendo escombros. Algo tiene que haber. Esto es una pesadilla. Siento que alguien se arrodilla a mi lado. Me lastimo las manos con los vidrios rotos, pero no me importa, tengo que encontrar mi hogar. Me abrazan. Es Ayelén. Me detengo y unas lágrimas escapan de mis ojos. No las puedo detener, y me doy cuenta de que esta pesadilla es real. No me puedo despertar, no es un juego que puedo sacar de la consola. Es la vida, es mi vida, y está todo destruido. Escondo mi rostro en el hombro de la chica. El llanto me rompe por dentro, no quiero nada, no quiero sentir más este dolor. ¿Por qué? El corazón me duele, me siento vacío, pobre. No tengo nada.
—Rubius... —susurra Ayelén mientras me acaricia el cabello —tranquilo.
—No —le digo entre lágrimas —lo he perdido todo, joder.
La chica me abraza con más fuerza.
—Tienes que seguir adelante —me dice ella —recuerda que es como estar en un videojuego...
—¡Pero esto no es un puto juego! —contesto gritándole y apartándome de ella —¡Es la vida real! ¡Es mi vida y lo he perdido todo!
La chica se pone de pie. Me mira con expresión de dureza, sus ojos están fríos. Yo sigo de rodillas, pero ya no lloro.
—Sigue lamentándote, Rubén. Pero así no conseguiras nada. Por lo menos estás vivo —me dice Ayelén y se aleja.
Genial, ahora además de sentirme como la mierda por no tener casa, me siento culpable por haberle gritado. Me quedo quieto, me siento sobre mis talones y cubro mi cara con mis manos. Es verdad, no puedo darme por vencido. Sigo vivo, y eso es lo importante. Además, mi familia en Noruega seguro me recibe. He perdido todo aquí en España, pero joder, que Madrid está toda destruída, gente muerta, casas por el suelo. No soy el único que lo ha perdido todo. Suspiro y levanto mi rostro. Siento el sol en mi cara. Sigo vivo. Y eso es lo importante.
Me levanto sobre los escombros. Por un momento me siento como el protagonista de algún videojuego. Si alguien me hiciera una foto en este momento, sería una buena portada. Molaría. Y si yo soy el prota, no me rendiré ahora.
Lentamente comienzo a caminar donde están Mangel y Alexby. Es increíble que solamente ayer nos hubiésemos juntado para ver pelis. Siento que ha pasado tanto tiempo.
—¿Estáh bien, Rubiúh? —me pregunta Mangel colocando su mano sobre mi hombro. Yo asiento con la cabeza y lo miro a los ojos. Está claro que no estoy bien, pero aguantaré. Mangel me da una de esas sonrisas que quieren decir que me entiende. Mi Mahe, gran amigo, mejor persona.
—Debemos irnos —dice Ayelén con voz fría detrás de mí —buscar algo de agua y comida y pirarnos de aquí cagando hostias.
—Pero no hay ningún expendio de agua ni comida —responde Alexby —¿qué hacemos?
—¿Es que no han aprendido nada en los juegos? —dice Ayelén rodando los ojos —en algún supermercado, tomamos lo que nos sirva y salimos de esta ciudad.
—Por acá cerca hay un Carrefour —dice Mangel —buhcamo entre loh ehcombro y noh vamoh.
—Podríamos volver a la furgoneta en la que dormimos y salir en ella. No debe ser tan difícil encenderla sin llave —aporto yo.
—Yo sé cómo encenderla —dice Alexby. Joder, de cuándo este chico es tan maleante, primero rompe el vidrio para abrir la furgoneta y ahora esto. Aunque en estas circunstancias está bien.
En ese momento, Ayelén mira hacia su derecha, entre los escombros, como si hubiese escuchado algo. Se acerca y sube en una pequeña montaña de cemento que se formó con los restos del eficio. Nosotros solo la miramos. Ella saca algunos palos y vidrios y coloca un gesto de sorpresa. Mete los brazos y saca algo que está muy sucio. Lo abraza, lo acaricia y le saca el polvo. Es algo negro. Mientras se acerca, voy reconociendo lo que tiene entre sus brazos, es negro, peludo y tirita de miedo.
Es Raspberry, mi gata.
Es un milagro.
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Youtubers en Zombie Land [Finalizada]
FanfictionRubius, Mangel y Alexby se darán cuenta de la peor manera que todas las horas que gastaron jugando y viendo películas no serán suficientes a la hora de sobrevivir en una ciudad llena de muertos vivientes. Con la ayuda de Ayelén, una chica que vende...