Estar en el sótano es reamente tranquilo y agradable. No tener que escapar ni correr temiendo que los zombies nos vayan a comer o algo es un gran alivio. Intentamos olvidar el infierno que estamos experimentando, y lo increíble es que funciona. Conversamos de cosas tontas, nos reímos de nosotros mismos, recordamos antiguos videos que hemos grabado y planeamos otros para el futuro. ¿Tendremos algún tipo de futuro? Eso ya no importa. Me he propuesto hacer planes sin pensar si podré realizarlos, porque así tengo algo a lo que aferrarme, un futuro prometedor aunque se me escurra como el agua entre los dedos.
Ayelén cura la herida de Alexby unas tres veces al día, y ahora se ve menos hinchada y sin esa secreción amarillenta que le salía antes. La chica dice que ahora es una herida bonita, aunque yo creo que es horrible. Digo, es una jodida herida ¿qué tiene de bonita? ¿dónde tiene el gusto esta mujer? En fin, luego de un par de días comienzan a acabarse los suministros médicos, también la comida y el agua. Por suerte, el baño que está en la casa aún funciona, aunque con muy poca agua, por lo que podemos usar el inodoro, pero no la ducha. Y por supuesto, nosotros estamos usando la misma ropa desde hace cuatro días con sus noches, y no es lo que digamos agradable el aroma que desprendemos y que se encierra en el sótano. Damos el puto asco.
Esta mañana, que ya es la quinta desde que comenzó este apocalipsis zombie, decidimos irnos de aquí. Nos comemos lo último que nos queda, incluyendo mi amado pan de pipas, que aún no sé de dónde salió. Guardamos una botella de agua cada uno en nuestras mochilas. Tomo a Raspy en brazos, que está muy delgada, y salimos a la fría mañana de noviembre. Cuando Álvaro abre la puerta de lo que queda de su casa, el aire fresco me golpea la cara y me llena los pulmones. El aire viciado del sótano era tibio, por lo que al principio me cuesta respirar aquí afuera.
- Joder, que puto frío - digo. Mangel asiente con la cabeza, tiritando. Bueno, todo estamos temblando así que nos ponemos a caminar para entrar en calor. Nuestra prioridad es conseguir comida y agua. Álvaro nos guía entre escombros de casas semi en ruinas. Cuando esto estaba de pie, me imagino que fue un barrio bonito.
No caminamos ni una manzana, y encontramos cinco zombies agachados, comiendo algo sanguinolento. Se me revuelve el estómago, pero no puedo vomitar el frugal desayuno que acabamos de comer. Intento evitar mirarlos, pero algo, el morbo supongo, hace que me fije más en ellos. Puedo ver que uno saca unas tripas, una tira larga, creo que serán los intestinos, otro come como un pedazo de carne opaca ¿el hígado?
- Parece que se están comiendo un perro - susurra Alexby con la voz quebrada. Lo miro y sus ojos están llenos de lágrimas. Claro, debe estar pensando en Max, su perro. Espero que el almuerzo de esos zombies no sea Max. Caminamos lentamente para no llamar la atención, pero sin apartar la mirada de la horrible escena. Dios, que asco. Creo que desde hoy me volveré vegetariano.
No sé dónde vamos, pero las calles parecen calmadas. Los pocos zombies que vemos están fuera de nuestro alcance. Hay varios que les faltan las piernas e intentan arrastrarse. Otros que definitivamente ya están muertos. Digo, muertos de verdad, sin moverse. Me canso de tener a Raspy en los brazos, así que me la subo a los hombros, como una bufanda por detrás de mi cuello y la gata se queda quieta allí, enterrándome un poco las garras, pero está bien.
Caminamos cerca de una hora sin rumbo fijo. Dejamos atrás las casas y aparecen nuevamente los edificios. No estoy muy seguro, pero creo que nos alejamos del centro de Madrid, porque estas calles no me parecen conocidas. Ninguno de nosotros habla. Queremos guardar fuerzas, porque no sabemos cuándo encontraremos otra fuente de comida o agua.
Los zombies comeinzan a aparecer en mayor número, y a pesar de que intentamos no meter mucho ruido, nos detectan y comienzan a seguirnos. Me vuelve ese miedo y adrenalina que sentí cuando deistraje a los zombies del lugar donde estaban Ayelén y Alexby. Si se juntan demasiados, tendremos que separarnos nuevamente, y ahora no sé si volveremos a juntarnos.
- Chicos, creo que estamos salvados - dice Ayelén mirando una pared semi en ruinas que tiene una especie de grafiti. Yo miro la pared, pero no me revela nada. Mangel también mira y sonríe como reconociendo algo. Joder, pero qué pasa con esta gente.
Mangel se pone a la cabeza del grupo y nos dice que lo sigamos. Da un rodeo a la pared y encontramos una puerta de vidrio rota, por la cual entramos, y justo a tiempo, porque casi no alcanzamos a escondernos tras las paredes y por fuera los zombies aparecen caminando, como siguiendo nuestro rastro, pero siguiendo de largo. Nos hemos salvado de puro milagro. Esperamos unos minutos desde que pasa el último muerto caminante antes de movernos.
- Hala, Mahe, qué lugar has encontrado - dice Alexby, que es el primero en moverse y adentrarse en el lugar. Yo lo sigo y miro alrededor. Es una especie de centro comercial pequeño, con tiendas apretujadas y algunos muertos tirados por el suelo.
Caminamos con cautela, por si algún cuerpo decide despertar y perseguirnos, pero está todo tranquilo. Hay una puerta que dice "baño". Ayelén la abre, y hay unos cubículos individuales y unas duchas. La chica prende el grifo de una de ellas y funciona.
- Jamás creí que me sentiría tan contenta de encontrar una ducha pública - dice Ayelén con notoria alegría. Ducha, ropa, comida. Este centro comercial es la hostia, tiene de todo, y por fin volveremos a oler como personas decentes.
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Youtubers en Zombie Land [Finalizada]
FanfictionRubius, Mangel y Alexby se darán cuenta de la peor manera que todas las horas que gastaron jugando y viendo películas no serán suficientes a la hora de sobrevivir en una ciudad llena de muertos vivientes. Con la ayuda de Ayelén, una chica que vende...